Mike Pompeo «canceló» su gira final por Europa. Autor: EFE Publicado: 13/01/2021 | 08:53 pm
De manera apresurada, el jefe del Departamento de Estado, Mike Pompeo, «canceló» su gira final por Europa. Sencilla la razón, no pocos altos funcionarios del viejo continente, le dieron un portazo en las narices, dicen los rumores.
No quieren recibirlo y se quitan de arriba el fardo trumpiano que debieron soportar durante cuatro años, no pocas veces a regañadientes, como se evidenciaba en caras y gestos ante los desplantes del Presidente estadounidense durante cumbres de todo tipo y acciones unilaterales de envergadura, por ejemplo retirarse del Acuerdo de París sobre el cambio climático, de pactos de control de armas y del acuerdo nuclear con Irán.
El señor Don Pompeo tenía programado un itinerario que le llevaría a Bélgica para encontrarse con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg y la viceprimera ministra belga Sophie Wilmes; también se llegaría a Luxemburgo.
Los sucesos del Capitolio de Washington —en que turbas pro-Trump asaltaron al Congreso, símbolo de la democracia de ese país, en apoyo con fuerza y violencia a la insistente diatriba del presidente saliente de que le han robado las elecciones y con ello la Casa Blanca—, fueron vistas con asombro y rechazo por los aliados europeos y probablemente el primero en reaccionar fue Stoltenberg quien definió: «escenas impactantes en Washington D.C. El resultado de esta elección democrática debe ser respetado».
Un análisis periodístico afirmaba que ese comentario del otaniano —en otro momento— era adjudicado contra cualquier país latinoamericano como Venezuela. Similares criterios fueron expresados por los líderes políticos o personalidades de Francia, España, Portugal, Irlanda, Alemania y otros aliados estadounidenses.
Por supuesto, no hubo reconocimiento por parte del secretario y su departamento de este fogonazo ajeno a las costumbres habituales de la diplomacia. Morgan Ortagus, la vocera del Departamento de Estado, explicó: «Estamos totalmente comprometidos con la realización de un proceso de transición suave y ordenado que se finalizará en los próximos días. Tanto el Departamento como el equipo del Presidente electo han estado plenamente comprometidos durante varias semanas hacia este fin, y estamos satisfechos con el nivel de cooperación y profesionalismo que se ha demostrado».
Excusa que no refleja en verdad las quejas que Biden y su equipo han reiterado hasta hace bien poco porque no encontraban colaboración alguna para la transición.
Este miércoles, la Cámara de Representantes de Estados Unidos votó el segundo juicio político a Trump, con un solo cargo: «incitación a la insurrección», una actitud del mandatario que ha contribuido al descrédito mundial de Washington… Los demócratas pasaron la cuenta y diez republicanos se unieron contra la actuación del presidente que, si no da tiempo de que le juzgue el Senado, esa fase del proceso será posterior a la asunción de Joe Biden. La votación final fue 232 contra 197.
El proceso iniciado en la Cámara Baja promete obligar al Senado a someter a Trump a un juicio político que se desarrollará cuando Joe Biden sea presidente y entonces las miras están puestas en inhabilitar políticamente a Trump y cerrarle el paso a su mantenida intención de volver a ocupar la presidencia de Estados Unidos.
Esa insistencia sigue aupando los desmanes que ya sus seguidores fanáticos convocan para estos días previos a la ceremonia oficial de juramentación de Biden. Los temores crecen en Estados Unidos y alarman al mundo. La violencia está latente como volcán a punto de estallar y hay dos días marcados en rojo en el almanaque: el domingo 17 y el miércoles 20, en la misma escalinata del Capitolio que ya tomaron una vez, y quieren repetir allí, y en los 50 estados de la (des)Unión.