La intención de los medios es desmovilizar al pueblo Autor: Reuters Publicado: 20/07/2018 | 09:31 pm
«La batalla por Lula se gana en las calles», han dicho líderes del movimiento social brasileño e, incluso, abogados, luego de la bochornosa maniobra judicial que hace dos domingos echó atrás y desconoció el dictamen del juez de turno Rogério Favreto, del Tribunal Regional Federal de la 4ta. Región (TRF-4), que dictó su liberación.
La manera en que dos jueces avisados por el fiscal de Lava Jato, Sergio Moro (que se encontraba en Portugal), echaron atrás la medida teniendo menos competencia que Favreto fue, tal vez, la evidencia que faltaba para comprobar cuán sujeta a la política de la derecha está la justicia brasileña.
Algunos días antes, sin embargo, la desestimación en la segunda sala del Tribunal Supremo Federal de los cargos por presunta corrupción que se imputaban injustamente a la actual presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, había hecho pensar a observadores que quedaban aún resquicios de real justicia en el sistema judicial de Brasil.
Sin embargo, militantes del PT y del Partido Comunista (PC) brasileño —que también apoya la candidatura de Lula para los comicios presidenciales de octubre— alertan que la absolución de Hoffmann ha sido parte del rejuego contra el exmandatario.
Maria A. Freitas (PT) y Maria do Carmo Luiz Calda Leite (PC) lo explicaron a este diario durante uno de los recesos del reciente 24to. Foro de Sao Paulo que, precisamente, tuvo entre sus principales acuerdos el desarrollo de una campaña internacional a favor de Lula, y tomó recaudos frente a la guerra mediática.
«Gleisi fue absuelta por votación de cuatro jueces a cero, porque el tribunal no pudo refutar su inocencia. Pero en el fondo lo que se pretende es persuadir de que la justicia es capaz de ser justa; y que Lula es culpable, y ella no», alegó Freitas.
«Todo fue un cuadro armado para mostrar a la población que la justicia de Brasil es neutra, opinó Do Carmo. Y usaron a una mujer que no podía ser condenada porque no era culpable, y montaron ese proceso para mostrar que, si fuera necesario, los tribunales podían reconocer la inocencia del PT porque “perdonaron” a Gleisi. Buscan que las personas crean que hay una justicia inexistente».
—¿Se ha visto hasta hoy la respuesta popular esperada para compulsar la liberación de Lula?
—Las masas de Brasil están contaminadas por los grandes medios. Soy sicóloga social, narra Freitas, vivo en el norte, y digo que hay un fenómeno sicosocial en el país que debe analizarse. Principalmente la red O Globo: todos los días los medios ponen en la mente de las personas que se callen, que no salgan a manifestarse. Y hay una inercia que me preocupa como sicóloga social. Sí, el pueblo tomó Curitiba, donde tienen a Lula preso, pero ocurre algo que se sale de mi comprensión. Vamos a las calles, pero aún deberíamos ser más. Dicen los medios que Lula puede «llevarnos al comunismo»… Y las personas se quedan catatónicas.
—Yo creo que Lula fue el presidente que más buscó la emancipación intelectual de los individuos, más allá de la apertura de escuelas. Lula instaló 400 escuelas técnicas, 14 universidades…, recuerda Maria do Carmo. Él aprendió mucho en Cuba, con el Comandante Fidel, y sabía que la salvación de Brasil estaba en la emancipación con educación. Pero Lula no logró llegar a un punto de dejar a las personas lo suficientemente emancipadas para entender.
«Y ahora ocurre que muchas personas, por esa alienación cultural, se desmovilizan y no entienden. Es difícil. Creo que la salvación de Lula será una gran movilización internacional. La burguesía de Brasil tiene mucho poder… Pero también estoy segura de que si se le permite presentarse ante las urnas, será nuevamente electo. Él es imbatible.
«En cambio, si Lula sigue preso hasta la elección, el PT y los partidos de izquierda que lo apoyamos tendremos que seguir luchando. Las elecciones sin Lula serán una extensión del golpe.