Las torturas en Abu Ghraib fueron descritas en el Manual de la CIA de 1963 Autor: Tomado de Internet Publicado: 09/06/2018 | 09:35 pm
«Nunca, jamás». Esa fue la promesa de Gina Haspel ante el Senado de Estados Unidos, y con una votación de 54-45 fue confirmada como directora de la CIA, pese a su participación y encubrimiento de la tortura, un tema de fuerte controversia que ocupó espacios de los medios y del debate público sobre la oficial de carrera en la agencia de espionaje y subversión.
Agudo y sarcástico, el ya retirado legislador Ron Paul, escribió: «¡Si vamos a tener el tipo de agencia gubernamental en que se ha convertido la CIA —fomentando golpes de Estado, armando jihadistas, actividades paramilitares, etc.— tal vez y tristemente, es justamente la persona correcta para el trabajo!». Se refería, por supuesto, a la Haspel, quien de sus 61 años de vida, ha pasado 33 al servicio de la Agencia Central de Inteligencia.
Las críticas sobre los vínculos con el programa de tortura utilizado por la CIA en sus oscuras cárceles y campos de concentración para los sospechosos de «terrorismo», fueron sencillamente pasadas por alto por los legisladores, con criterios como el del senador republicano Richard Burr, presidente del Comité de Inteligencia que le abrió el camino a la confirmación, quien en una declaración dijo que Haspel era la mejor persona para encabezar la CIA porque «ha actuado moral, ética y legalmente» durante su carrera.
Un comentario en Esquire titulado «Demócratas se unieron para hacer de la tortura un asunto bipartidista» aseguraba: «Ella parece que ha sido ayudada por algunas últimas presiones por parte de los exdirectores de la CIA John Brennan y Leon Panetta, que contactaron al menos a cinco o seis demócratas para que endorsaran su candidatura y se uniera al Gabinete del presidente Trump, de acuerdo con personas con conocimiento de las interacciones».
De manera que el lunes 21 de mayo pudo jurar como la primera mujer en dirigir la tenebrosa agencia y el segundo agente de carrera en ocupar esa posición, y comprometerse en hacerla más efectiva incrementando el dominio de lenguas extranjeras de sus agentes y aumentando el número de estaciones CIA en el exterior, lo que da como resultado obvio la ampliación de las operaciones encubiertas, de intervención, espionaje, cambio de régimen, asesinatos y muchos procedimientos más de los utilizados por Washington para imponer su dominio en el mundo.
Información del sitio web All Gov sobre Gina Haspel —quien pasó la mayor parte de su carrera en el servicio clandestino de la Compañía, como también se conoce a la Agencia, y sucede en el cargo a Mike Pompeo, actual secretario de Estado del gabinete de Donald Trump—, subraya su asociación con la tortura empleada durante la administración de George W. Bush, un episodio lóbrego, del cual han tratado ahora de «limpiarla» para que no la descalifique.
Sin embargo, esa vasta experiencia en el programa de interrogatorios duros es uno de los «méritos» que la avalan para el cargo, junto a su lealtad a la CIA, pues es la autora de un memo que llevó a la destrucción de 92 cintas de video de esos interrogatorios, calificados como tortura en el escándalo abierto cuando se revelaron fotos de la bestialidad cometida contra detenidos en la cárcel de los ocupantes estadounidenses en Abu Ghraib, Irak, y se conoció que la agencia tenía cárceles secretas en diversas partes del mundo, además de las torturas en el campo de concentración de la ilegal Base Naval en Guantánamo.
Por cierto, la Corte Europea de Derechos Humanos (ECHR, por sus siglas en inglés) concluyó este 31 de mayo una investigación sobre los sitios oscuros de la CIA que contravienen la convención europea sobre la tortura y tanto Rumania como Lituania tuvieron en sus territorios esos sitios de detención bajo el programa de rendición, como Washington lo ha llamado. Ambas naciones se unen a Polonia que ya había sido descubierta hace cuatro años. En Lituania estas prisiones secretas se mantuvieron desde febrero de 2005 hasta marzo de 2006, y en Rumania de septiembre de 2003 hasta noviembre de 2005, dice la indagatoria de ECHR.
Durante el proceso de confirmación para el nombramiento hecho por Trump, la señora Haspel «renunció» a las prácticas de interrogatorios duros y aseguró que no serían reinstaladas mientras ella estuviera al frente de la CIA; pero, hay que ser bien ingenuo para creérselo.
La señora Haspel, quien en cuatro ocasiones ha sido jefa de estación CIA en diversos lugares del mundo, tiene en su hoja de servicios ser oficial de caso desde finales de la década de los 80 hasta comienzo de los 90 en África y Europa. Luego del colapso de la Unión Soviética, ascendió de oficial de operaciones de inteligencia a trabajar en las operaciones de la Agencia en Rusia.
En 1988, ella fue nombrada como «Jefe interino de la administración» en Addis Abeba, Etiopía, y en África, «aprendió a reclutar y manejar a agentes»: luego paso a Europa Central, Turquía y Asia Central. En 2001, Haspel solicitó una transferencia al grupo de contraterrorismo de la Agencia, y su primer día en el trabajo allí fue el 11 de septiembre…
A finales de octubre de 2002, Haspel fue jefa en Tailandia del centro de detención CIA conocido como Cat’s Eye, donde los sospechosos de ser integrantes de Al-Qaeda, Zayn al-Abidin Muhammad Hussein, mejor conocido como Abu Zubaydah, y Abd al-Rahim al-Nashiri fueron torturados, como reconoció un informe del Senado. Tanto a Zubaydah como a Nashiri se les aplicó el waterboarding o simulacro de ahogamiento con agua, similar al «submarino» con el que otro agente de la CIA, Dan Mitrione, entrenó a los torturadores en Uruguay durante la nefasta etapa de las dictaduras en América Latina y el Plan Cóndor.
La señora Haspel, en el año 2005, fue la autora de un memorando en el que ordenó la destrucción de los videos que mostraban a personal de la CIA torturando a los sospechosos de terrorismo, y para «salvarse» de haber hecho caso omiso a la orden de la Casa Blanca de que esas cintas fueran preservadas, se amparó en que escribió el memo por orden de su jefe, José Rodríguez, quien estaba al frente de las operaciones clandestinas de la CIA.
El Archivo Nacional de Seguridad de EE. UU. dijo que la «Sra. Haspel jugó un papel fundamental en la creación y perpetuación de alegatos falsos de la CIA de que la tortura únicamente produjo inteligencia que salvó vidas...»
Bueno, aunque ahora «reniega», su jefe de la Casa Blanca, Donald Trump defendió estas prácticas durante la campaña electoral y en la primera entrevista de televisión como presidente, ofrecida a la cadena estadounidense ABC News dijo: «quiero hacer todo dentro de los límites de lo que está permitido legalmente, pero ¿considero que (la tortura) funciona?».
«He estado hablando con la gente en los niveles más altos de inteligencia y les he planteado la pregunta: ¿funciona de verdad la tortura? Y la respuesta fue: Sí, absolutamente».
El detallado prontuario que All Gov publicó sobre Gina Haspel expone también que entre otras misiones fue directora adjunta del Servicio Nacional Clandestino, subdirectora del Servicio Nacional Clandestino para la Inteligencia en el Exterior y las Acciones Encubiertas. En 2013 fue designada para dirigir el Servicio Nacional Clandestino, pero algunos miembros del Senado se opusieron a ello por su involucramiento en el programa de tortura de la Agencia.
La administración de Donald Trump la nombró bien tempranamente, el 2 de febrero de 2017, como subdirectora de la CIA, a pesar de la oposición de miembros del Congreso.
Como dato curioso en esta breve y pública biografía de la ya jefa de la CIA, destacan que es fan del célebre cantante country Johnny Cash —que también gustaba a Ronald Reagan—: tiene en su oficina un póster de cinco pies de alto del hombre que se hizo famoso entre otros por su álbum At Folsom Prison, sobre la cárcel californiana de máxima seguridad. No sé si a Gina Haspel le gustara especialmente esa estrofa en que Cash dice: «disparé a un hombre en Reno/ simplemente para verle morir».
Paul Kawika Martin, director para asuntos políticos de Peace Action, apuntó: «La confirmación de Gina Haspel marca el completamiento del nuevo gabinete de guerra de Trump. Nosotros tenemos ahora un neoconservador de la era Bush sirviendo como consejero de Seguridad Nacional (John Bolton), un islamofóbico halcón de guerra como Secretario de Estado (Mike Pompeo), y una torturadora como directora de la CIA».
Gina Haspel, nueva directora de la CIA.
John Bolton, asesor de Seguridad Nacional.
Mike Pompeo, secretario de Estado.