Benjamín Netanyahu. Foto: AP Tzipi Livni. Foto: AP TEL AVIV, febrero 9.— Los israelíes eligen este martes entre el halcón derechista Benjamín Netanyahu, del partido Likud, y la un poco más «centrista» canciller Tzipi Livni, del partido Kadima, para liderar su futuro, en unos comicios que prometen muy poco cambio en la política hacia los palestinos.
Según EFE, hasta 34 partidos concurren a las urnas, pero solo el Likud y el Kadima tienen opción de ganar un pulso que, en último término, podría depender de la tasa de participación. Tras meses de encabezar con holgura las encuestas, Netanyahu ha visto cómo Livni ha recuperado terreno en los últimos días y, según un sondeo que publicó el pasado fin de semana el diario Haaretz, ambos llegan a la cita electoral con un virtual empate técnico.
La encuesta otorgó entre 25 y 27 escaños al Likud, y entre 23 y 25 al Kadima, mientras que la tercera formación en liza sería la ultraderechista Israel Beitenu, con entre 16 y 18 posibles asientos en el Kneset (Parlamento), y el «izquierdista» Partido Laborista, con entre 14 y 16, en cuarta posición.
Con ese eventual reparto —y una mayoría conservadora en el resto de formaciones que estarán representadas en el Kneset, de 120 escaños— lo seguro es que tanto Netanyahu como Livni necesitarán contar con Israel Beitenu para formar gobierno.
El líder de ese partido, Avigdor Liberman, es conocido por sus manifestaciones racistas contra los palestinos — pretende expulsarlos hacia otros países árabes—, y es partidario de atacar a la República Islámica de Irán para frenar su programa nuclear, objetivo este último que también acaricia Netanyahu.
Según EFE, en el caso de que sea Netanyahu quien tenga la oportunidad de formar gobierno, la alianza del Likud con Israel Beitenu sería natural, pues ambos comparten el discurso de intransigencia que excluye la concesión de cualquier atisbo de soberanía a los territorios palestinos.
En la otra cara de la moneda se encuentra Livni, quien dice apostar por la negociación para la creación de un Estado palestino —en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este—, y la devolución de los Altos del Golán, clave en los contactos indirectos para la paz con Siria.
Entre los factores que podrían inclinar la balanza a uno u otro lado, está el índice de afluencia a las urnas. Un millón de posibles votantes se declaran indecisos, lo que supone aproximadamente el 20 por ciento del censo. Una alta participación en ese segmento de población favorecería a Kadima, aunque las previsiones meteorológicas no parecen propiciar que esa posibilidad se haga realidad, pues para el martes se augura lluvia, lo que podría retraer a los electores.
Otro factor sería que se anunciara un acuerdo de última hora con el Movimiento de Resistencia Islámica (HAMAS) para la liberación del soldado israelí Gilad Shalit, capturado hace tres años en la Franja de Gaza, lo que fortalecería al partido de Livni.
De todos modos, a efectos de la población palestina, cualquiera de las fuerzas políticas israelíes que saliera vencedora no haría grandes cambios, a juzgar porque ha sido Kadima, en coalición con la supuesta «izquierda» que representa el Partido Laborista, quienes desataron una agresión mortal contra la Franja de Gaza que dejó 1 300 víctimas palestinas, 400 de ellas, niños.