Nairobi, enero 9.— El rebrote de la violencia en Kenya, luego que el presidente Mwai Kibaki nombró a varios ministros de su gabinete de coalición, amenaza con ahondar la crisis en un país caracterizado por su estabilidad interna.
Pocas horas antes de la llegada al país del mandatario ghanés y presidente en ejercicio de la Unión Africana (UA), John Kufuor, quien mediará en la crisis política, Kibaki dio a conocer la composición de parte de los ministros que integrarán su gobierno, dijo PL.
Medios de prensa reseñaron que el hecho fue recibido con sorpresa por amplios sectores, y pone en riesgo la realización de una mediación que está por iniciarse.
Luego del anuncio del gabinete, la violencia regresó a varias zonas del país, principalmente en Kisumu, Eldoret y varias áreas de Nairobi, mientras el opositor (ODM) lo calificó como «traición, provocativo e insultante».
Los recién concluidos comicios electorales han provocado el mayor sismo político en la historia de esta nación desde su independencia de Gran Bretaña, en 1963.
Inconformes con los resultados, los opositores liderados por Raila Odinga se lanzaron a las calles para protestar contra lo que creían incierto. Esas manifestaciones fueron la expresión del descontento popular ante los problemas socioeconómicos no resueltos.
Diversos analistas coinciden en que la implantación del multipartidismo en el continente africano por parte de Occidente provocó el aumento de las tensiones políticas y el agravamiento de los conflictos interétnicos.
Además, incentivó el fraccionamiento de las alianzas políticas, entre otras consecuencias que conllevaron a la agudización de crisis internas y regionales.
En ese sentido, destacan que hasta hace apenas unos días, Kenya había sido el único país del Cuerno Africano donde no se habían desatado conflictos armados internos.
En la actualidad, esta nación acoge a muchos refugiados, fundamentalmente somalíes, y es uno de los centros de convergencia para lograr acuerdos de paz regionales.
Algunos medios de prensa internacionales han tratado de sobredimensionar los sucesos poselectorales al intentar compararlos con lo ocurrido en Rwanda y Burundi, en las décadas del 80 y 90 del pasado siglo, cuando en realidad se trata de situaciones diferentes.
Expertos en temas africanos sostienen que ante una crisis política interna se agudizan los problemas económicos existentes y Kenya, en su actual situación, no escapa a este presagio.
Según estimaciones de la comunidad de negocios kenyana, las pérdidas ascienden diariamente a alrededor de 32 millones de dólares estadounidenses y se han afectado los trabajos de la Bolsa de Valores de Nairobi con una pérdida en el valor de las acciones cercana a los 645 millones de dólares.
Por otra parte, dos de los principales rubros que aportan divisas al país, el turismo y el té, están sufriendo fuertes impactos.
Las mismas fuentes auguran que el nivel de desestabilización debe disminuir ya que la crisis demanda un reacomodo entre las fuerzas políticas.
En este sentido, el papel que han comenzado a desempeñar algunos mediadores internacionales es un factor determinante, siempre que no interfieran en los asuntos internos de la nación.
La subsecretaria de Estado norteamericana para los Asuntos Africanos, Jendayi Frazer, que actúa como mediadora en este contencioso, propuso la formación de un «gobierno de unidad nacional» entre los partidos contendientes.
Tal propuesta fue rechazada categóricamente por Odinga y otros opositores, aún cuando habían mostrado disposición a dialogar con la mediación de Kufour.