Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Otro desastre humanitario de grandes proporciones amenaza a Iraq

La violencia que vive esta nación ha forzado al desplazamiento de varios millones de personas a dejar sus hogares y refugiarse en carpas

Autor:

Yailé Balloqui Bonzón

Foto: AFP Khadijah Hama Khan debió escapar de su casa otra vez. «Nos pasamos toda la vida huyendo», dice esta mujer iraquí de 60 años, que ahora habita con varias familias en una tienda de campaña en la frontera con Irán. La violencia que vive Iraq la forzó, junto a casi dos millones de personas, a dejar sus hogares y refugiarse en carpas. «Quemamos madera para poder cocinar, dormimos sobre mantas gastadas y bebemos agua de un sucio riachuelo. Algunos niños tienen diarrea», explica Khadijah Hama Khan. «No nos atrevemos a volver porque pueden bombardear el área otra vez», explica otra iraquí.

Luego de leer testimonios como estos, me encontré con un titular que rezaba algo así: «EE.UU. admitió en los últimos 12 meses a más de 1 500 refugiados iraquíes» No pude menos que parar, releerlo y sonreír. ¿Alguien lo cree?

Continuaba la noticia: Paul Rozenzweig, asesor jurídico del Departamento de Seguridad Nacional norteamericano, señaló en una conferencia de prensa que los centros de procesamiento de refugiados de Estados Unidos en los países vecinos de Iraq están trabajando «a plenitud» para recibir a esa cantidad de personas, y durante el nuevo año fiscal, que se inició el 1ro. de octubre, van a «instalar 12 000 iraquíes, de un total proyectado de 70 000» que viven en el país mesopotámico o en naciones aledañas.

Son declaraciones envueltas en un increíble cinismo; los números propuestos para abrir sus puertas a iraquíes son extremadamente pequeños comparados con la necesidad de los desplazados y, sobre todo, con la capacidad potencial de Estados Unidos, en definitiva responsable directo de ese desplazamiento humano.

Según un informe hecho público hace algunos días, el objetivo fijado por Washington en febrero último era dar amparo a unos 7 000 iraquíes, aun cuando la secretaria de Estado asistente, Ellen Sauerbrey, admitió que tenían capacidad para unos 25 000.

Pero, hasta ahora, la Casa Blanca solo ha reubicado en su territorio a menos de mil. La tragedia de los casi cuatro millones de iraquíes desalojados de sus hogares hacia otras zonas del país o a naciones vecinas, debido a la violencia, ha multiplicado la renovada miseria de estas personas.

Una organización pro derechos humanos denunció recientemente que la comunidad internacional no está afrontando adecuadamente la espiral en que ha entrado la crisis de los refugiados de Iraq, al dejar que los principales países que los acogen —Siria y Jordania—, carguen con demasiada responsabilidad.

La consecuencia es que ambos estados reforzaron los controles fronterizos y cortaron así las principales vías de escape de las dos mil personas que intentan huir a diario de la violencia de la guerra.

La situación en las naciones receptoras se está volviendo alarmante. Siria acoge ya a 1,4 millones de iraquíes y se calcula que en Jordania hay medio millón, una generosidad que contrasta con la parquedad de la administración Bush, cuya guerra provocó esta crisis humanitaria.

Y los costos de la ayuda que se necesita son bastante modestos, si se tiene en cuenta que Washington, cada semana, gasta unos

2 000 millones de dólares en su cruzada bélica contra Iraq. Y, para colmo, quiere proclamarse benefactor en uno de los problemas humanos que su intromisión originó.

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