Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Sigue sin solución el problema del hambre y la desnutrición en el mundo

El planeta produce suficientes alimentos para todos y, sin embargo, cada cinco segundos un niño en el mundo muere de hambre

Autor:

Yailé Balloqui Bonzón

Las cifras son alarmantes, las imágenes otro tanto: 852 millones de personas en el mundo padecen de hambre y desnutrición.

Aunque la privación del alimento perjudica a todos los seres humanos, más allá del género, raza, cultura, costumbres o religión, esta resulta más amenazante para la infancia ya que establece un entorno que perjudica su desarrollo de muchas maneras: mental, física, emocional y espiritualmente.

La «pandemia mundial» sigue siendo la primera causa de mortalidad en la Tierra —donde un niño fallece por inanición cada cinco segundos— y causa el doble de decesos que el sida, la malaria y la tuberculosis. La desigualdad se impone como paradoja del asunto.

En total, cobra anualmente la vida de seis millones de niños, y siete de cada diez personas que sufren esta desnutrición son mujeres.

La alimentación es uno de los componentes esenciales del bienestar y es indicador de los niveles de vida de una comunidad. Se conoce que el 70 por ciento de la población que padece hambre en el mundo vive en zonas rurales y es allí donde se hace más acuciante la necesidad de proporcionar alimentos.

UNICEF calcula que un diez por ciento de los niños menores de cinco años padece desnutrición en África Central y Occidental, donde 191 de cada mil niños no sobrevivirá y si logra hacerlo, serán propensos a sufrir algún tipo de discapacidad, o sobrellevarán enfermedades durante el resto de sus vidas, o quedarán mermados intelectualmente.

Pero la gravedad del tema no le pesa en la conciencia a aquellos que tienen en la mano el «arma» para luchar contra esta pandemia, y sin tener en cuenta el grave peligro que corre el futuro del mundo, priorizan proyectos armamentistas y guerreristas con multimillonarias cifras que le han sido sustraídas a proyectos que podrían servir para desarrollar programas que ayuden a paliar la falta de alimentos.

¿Qué hace el mundo frente a este flagelo? Los programas se tornan en fantásticas teorías que no llegan a convertirse en realidades y el problema es cada vez más agudo y preocupante.

Por el momento el 16 de octubre, proclamado como Día Mundial de la Alimentación es solo un noble propósito pero, lamentablemente, los resultados son cada vez peores para las nuevas generaciones.

Bien lejano está aún el logro de alcanzar la meta fijada en la Cumbre Mundial para la Alimentación y en los Objetivos de Desarrollo del Milenio: reducir para el 2015 a la mitad el número de personas que padecen hambre y aliviar la pobreza en todo el mundo.

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