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La Lisa y el béisbol, campeones de las Pequeñas Ligas

El equipo de La Lisa se coronó como nuevo monarca de las Pequeñas Ligas en la categoría 11-12 años, al vencer este domingo a su similar de Santiago de Cuba con marcador de 10-0

Autor:

Raciel Guanche Ledesma

Quien quiera sentir la pasión más sincera por la pelota, que vaya a cualquier partido de las Pequeñas Ligas. Allí la entrega de los niños y la vergüenza deportiva se fusiona con una sana rivalidad que cautiva.

El estadio Juan Ealo, de la Ciudad Deportiva, fue testigo este domingo de ese sentimiento auténtico por el béisbol, durante la final de las Pequeñas Ligas en la categoría 11-12 años, entre La Lisa y Santiago de Cuba.

Luego de haber conquistado el primer duelo 4-2, a los pequeñines capitalinos les bastaron cuatro entradas en el juego del adiós para terminar alzando el trofeo de nuevos campeones, al imponerse con pizarra de nocaut 10-0.

A grada llena y a ritmo de la conga, el multifacético jugador Alan López, caminó la ruta completa desde el montículo y aportó, además, una carrera empuñando su bate. Solo en la primera entrada disparó nueve lanzamientos, todos en la zona de strike, y propinó dos ponches a la tanda de arriba de las pequeñas Avispas, como presagiando un estado indescifrable de sus potentes envíos.  

Sobre la lomita, Alan se tiene mucha confianza. Eso uno lo nota por su desenfado, liderazgo y dominio. Tanto es así que durante todo el torneo (contando el juego final) acumuló el cuarto éxito sin la sombra de un revés.   

Foto: Favio Vergara.

Pero si de empuje y liderazgo hablamos en el conjunto de La Lisa, hay que referirse a Cristofer Mangana, quien movió de forma excelente su bate en el campeonato (líder en triples). Frente a Santiago de Cuba, no defraudó al graderío que coreaba este domingo su nombre a viva voz, a la altura del cuarto episodio, cuando dio un triple con bases llenas que sentenció las acciones de la final.   

En la grada del Juan Ealo quedó la felicidad de los campeones, mientras a la sobra, cabizbajos, la vergüenza santiaguera era consolada con un abrazo de los vencedores. Esos son, justamente, los valores sinceros que agradecen a las Pequeñas Ligas y al deporte.  

Pareciera romántico decir que, en estos casos, quien siempre sale ganando es nuestro pasatiempo nacional. Sin embargo, resulta cierto. Aunque del beisbolito de la Ciudad Deportiva salió un solo monarca de la categoría, en la práctica, son los niños, el deporte y la familia quienes alzan una copa que señala el camino futuro.     

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