Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

En nombre del judo, Idalys

«Me voy satisfecha. Hubiera querido la quinta medalla, pero una derrota no es el fin de la vida».

Autor:

Norland Rosendo

París. — Se va a extrañar la sonrisa de Idalys Ortiz en el tatami. Ganara o perdiera, siempre mostró su mejor rostro. Este viernes, dos de agosto, dijo adiós a su sueño de una quinta medalla olímpica tras caer en octavos de final ante la serbia Milica Zabic.

Pero Idalys, campeona en Londres-2012, bronce cuatro años antes y plata en las dos últimas ediciones bajo los cinco aros, no cargó ni un milígramo de tristeza. Aceptó el veredicto y miró de reojo a las gradas.

Si no hubiese coincidido con un combate del astro local Teddy Riner, lo más seguro es que la afición se hubiera parado a ovacionarla. Llevaba un aplauso. No de despedida, sino de agradecimiento: cinco olimpiadas, cuatro podios.

Vino a París con judoguis de gloria. Nada que probar. Nada que exigir. Se dice Idalys Ortiz y el judo mundial la reverencia. Se paseó por los mejores escenarios en tiempos recientes y aún aquí fue Idalys.

«Me voy satisfecha». Esas palabras tan simples hablan de su grandeza. «Hubiera querido la quinta medalla, pero una derrota no es el fin de la vida».

Hay más judo después de este resultado. No dejó claro cómo, mas, adelantó que seguirá vinculada a este deporte. Cuba necesita de Idalys para renovar esperanzas y triunfos.

París dejó como aliciente, más que el quinto puesto de Andy Granda, la constancia de Idalys. Su empuje e inspiración. Y para impostergables tiempos renovadores en el judo cubano eso cuenta igual que una medalla.

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