La dinastía de los Leñadores (+ Fotos)

No busquen otros héroes para el quinto partido de la gran final. Jean Lucas Baldoquín y Rodolfo Díaz fueron los hombres escogidos para guiar a los Leñadores hacia su segundo reinado consecutivo este sábado, frente a casi 13 000 almas que vieron titularse a su equipo por vez primera dentro del bosque encantado, el estadio Julio Antonio Mella.

Jean Lucas tuvo el turno de su vida a la altura del octavo episodio cuando vino con dos corredores en bases. Justo ahí los dioses del béisbol comenzaron a conspirar a favor de los Leñadores. En el cajón de bateo un muchacho de 22 años enfrentaba al zurdo ex Grandes Ligas, Raudel Lazo. El talentoso jovencito, pelotero muy completo desde el casco hasta las zapatillas, pudo descifrar con mucha sangre fría el envío del relevista pinareño. Un cambio de bola al centro del plato no lo perdonaría nunca Baldoquín, quien con un swing de mucha altura puso a viajar la Teammate por encima de los 345 pies. Resultó el puntillazo de la final, el batazos de la algarabía, el momento en que terminaron de dibujarse las letras mayúsculas de: campeones.

El quinto partido se sabía iba a ser muy disputado, al punto que la tensión se notaba fuerte en el ambiente del estadio Julio Antonio Mella. Pero ese propio octavo capitulo terminó sacando de concentración a los Vegueros pinareños porque, además del bambinazo descomunal de Baldoquín, los de casa aprovecharon el desconcierto de los vueltabajeros para marcar en total cinco carreras en la entrada.

Si Rodolfo Díaz no logró alzarse como el MVP de la postemporada, fue porque sencillamente Yosvani Alarcón tuvo un playoff espectacular, con número descollantes a la ofensiva. Sin embargo, el picher acomodador de los tuneros, debió salir otra vez en el partido decisivo para Las Tunas y, de nuevo, no falló.

El diestro que siempre responde a la confianza de su director, Abeisy Pantoja, tomó la pelota a la altura del cuarto inning para relevar al joven abridor Yadier Zamora. Rodolfo apenas le soportó a la tanda de los Vegueros cuatro indiscutibles en cinco episodios, y redondió con su victoria en el último partido, quizás, su campaña consagratoria en el béisbol cubano.

Con lágrimas de felicidad y consagración en sus ojos, Díaz confesó a Juventud Rebelde, que trabajó con ecuanimidad en todo momento para regalarle el primer campeonato al público tunero. Todo lo que se propuso este certero lanzador lo cumplió cabalmente y fue, como dice el propio estratega de los Leñadores, un caballo de batalla.

El trofeo lo terminó cargando quien mejor lo hizo durante esta postemporada, el mismo equipo que, sin temor a equivocaciones, posee la alienación más ofensiva y curtida de la Serie Nacional, y la rotación de picheo con mayor sentido de la especialización de los lanzadores. Una vez que Las Tunas encontró la fórmula para asaltar el trono, allá por la Serie 58, no se le ha resistido una sola final que disputa. Notoria fue ahora la actuación del MVP del playoff, Yosvani Alarcón, pero también la de Denis Peña, Roberto Sullivan Baldoquín, Yordanis Alarcón, Larduet, Castillo, Rondón, Eliander Bravo, Meneses o la de Alberto Pablo Civil.

Si bien es cierto que los históricos Vegueros de Pinar del Río quedaron anclados en ese meritorio segundo puesto, considero que se llevaron el primer lugar del espectáculo y la afición en la etapa regular de la Serie. No pueden ponerse cabizbajos unos muchachos que ganaron absolutamente todas las subseries particulares, que impusieron récord en cuadrangulares para temporadas de 75 juegos, y tuvieron al pelotero más importante que ha regresado a nuestros campeonatos nacionales, el mítico Alexei Ramírez.

Tanto Leñadores como Vegueros ganaron durante la 63ra Serie Nacional. No lo digo como una frase consoladora para los pinareños, lo afirmo porque no pueden sentirse perdedores quienes engrandecen con su juego nuestro espectáculo nacional. Felicidades en mayúsculas: Leñadores campeones, por su dinastía.