Serie Nacional de Béisbol Autor: Juan Moreno Publicado: 24/09/2019 | 09:27 pm
Después de la época Víctor Mesa, Matanzas volvió en la temporada 58 al mismo lugar que había ocupado tres veces en este milenio: el último, y ahora, bajo las riendas de un hombre que estuvo en el cuerpo técnico en los años dorados de Henequeneros, ha vuelto a animar, una vez más, a su afición.
Los Cocodrilos son uno de los equipos más estables en el campeonato, con muchas posibilidades de incluirse entre los cuatro que avancen de manera directa a la segunda fase. Armando Ferrer sabe que la afición los sigue con suspicacia, después de siete campañas en el podio sin poder llegar al título. «Desde que asumí esta responsabilidad, dije que el propósito es clasificar y después ir por las medallas, pero los muchachos tienen que creérselo, porque calidad tienen para lograrlo», enfatizó en su diálogo con JR el avezado técnico con experiencia en ligas profesionales.
Durante dos tercios de este segmento, Ferrer manejó con cuidado a sus lanzadores, añorando el regreso de su as en la rotación, Yoanni Yera, quien ya aportó dos éxitos tras su regreso de Canadá, mientras Joel Suárez, otra de las piezas importantes del staff, también se incorporó recientemente y salvó su primer juego.
Con una de las líneas ofensivas más saludables de la serie (.312/.399/.461) y la mayor producción de bambinazos (36), a razón de uno cada 31.1 veces al bate —la mejor frecuencia entre los 16 conjuntos sin incluir el partido de ayer—, el fortalecimiento del staff hace más letales los mordiscos de los saurios.
La clave del cambio de un año a otro, ha estado, fundamentalmente, en la disciplina, la cohesión y el colectivismo, explica Ferrer.
La entrada de Erisbel Arruebarrena en las paradas cortas fue una adquisición de lujo, cuyo impacto es visible a la defensa y al ataque, pues el Grillo ha sacudido siete palos de vuelta entera, y la disciplina y paciencia aprendida en MLB le han permitido tomarse un boleto cada 5.4 comparecencias, muy ajustado a una liga de tanto descontrol en los pitchers.
Sobre la producción de largometrajes, Ferrer comentó a JR que han trabajado en el ángulo de bateo para lograr ajustes en el swing que favorezca ese tipo de conexiones. «Queremos cambiar la tendencia de que hombres con mucho poder bateen tantos roletazos y hacemos énfasis en que golfeen más la pelota, en la preparación se le dio prioridad a la fuerza especial», argumentó el estratega.
Además de Arruebarrena, están ajustados con el madero Jefferson Delgado (.414/.447/.549), Ariel Sánchez (.358/.448/.423), Yasiel Santoya (.385/.456/.598) y Javier Camero (.364/.447/.636), al tiempo que desde el box han sobresalido Jonder Martínez (5-1 y 4.17 de efectividad), Reinier Rivero (3-0, 1.88) y el cerrador Yaniel Blanco (cinco salvados en igual cantidad de oportunidades).
Armando Ferrer fue coach de los Henequeneros, bicampeones en la última década del siglo pasado, y aunque no le gusta comparar épocas, reconoce que antes había más sluggers, «no es que no haya cubanos jonroneros, pero muchos juegan en el extranjero».
Sobre la entrega de los peloteros en épocas anteriores, dice que eso es un mito. «Antes los había que no eran muy agresivos en el terreno y ahora existen atletas que entrenan tanto o más que aquellos».
Coincide en que ha sido muy saludable para nuestro béisbol abrirles las puertas a los jugadores que se probaron o intentaron probarse por cuenta propia en circuitos rentados. «Eso eleva la calidad de la serie y mejora el espectáculo, igual que darles posibilidad a atletas que sus provincias dejaron libres, nosotros somos un buen ejemplo en ambos temas».
Sin embargo, Ferrer considera que es necesario empoderar más a los directores. «A la hora de escoger los refuerzos, incluso, debería tomarse en cuenta el criterio de los managers de los conjuntos que no avancen, pues ellos saben si un jugador se entregó o no a su equipo, los números no lo dicen todo. Eso estimularía a que todos se esfuercen al máximo en la primera etapa.
«Hay que buscar una fórmula en nuestro campeonato en la que al atleta le cueste, y que sea algo más que una medida disciplinaria, no coger una seña o no correr bien u otras indisciplinas tácticas que determinan juegos.
«Del béisbol profesional debemos tomar la mentalidad y la disciplina, porque nosotros somos buenos educadores, y esa es una fortaleza que tenemos que aprovechar siempre».
—¿Será el año de Matanzas?, le pregunto en la despedida.
—En mi mente no hay otra idea.