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Entre la ciencia y la magia

Rey Vicente Anglada apuesta por ensanchar el arsenal de variantes tácticas para generar carreras, pues después de diez juegos en la Liga Can-Am, los bateadores cubanos siguen produciendo poco

Autor:

Norland Rosendo

Después de diez juegos en la Liga Can-Am, los bateadores cubanos siguen produciendo poco. Ha sido la tendencia en los últimos años. Los porcentajes de rodados, y sobre todo, en situaciones estresantes, no varían mucho respecto a la media de las temporadas internacionales más recientes.

Rey Vicente Anglada apuesta por ensanchar el arsenal de variantes tácticas para generar carreras. Saben que esa es la opción más segura para buscar victorias con un equipo que cuenta con pocos bateadores de fuerza.

En el béisbol moderno, incluso en el asiático que era propenso al juego chiquito, tienen prioridad los sluggers. Ya no es rareza ni una excentricidad un primer bate de gran poder. El Cuba de Lima y probablemente el del Premier 12 no podrá darse ese lujo, aunque se vislumbran muchachos capaces de pegar con buena frecuencia palos de vuelta entera.

Mientras se proyecta elevar el porcentaje de Poder Aislado (SLU-AVE) para producir carreras con menos batazos, otra de las causas de la tasa de cerca de 3.4 carreras por juego en una liga en la cual la media es de 5.2, radica en el bajo OBP, pues sin hombres en base resulta difícil anotar con las armas que ahora mismo tiene el equipo.

Anglada y sus técnicos saben que, entre los desafíos, tienen prioridad los ajustes del swing y el mejoramiento de la disciplina en home, dos problemas históricos que limitan el éxito de cualquier táctica. Ni lo uno ni    lo otro se resuelve en una           pretemporada, ni en una gira como esta, muy provechosa, pero corta. Se demanda, además, de tecnologías apropiadas para demostrar científicamente las deficiencias y cómo corregirlas. A golpe de ojos no es igual.

Pongamos un ejemplo: el tunero Yordan Álvarez, la sensación por estos días en MLB con los Astros de Houston, con sus siete bambinazos en 52 turnos al bate en su primera temporada en las Mayores. Su porcentaje de rollings fue superior a 60 por ciento durante las dos series que jugó en Cuba. Ahora es el bateador que menos rodados conecta en toda la Gran Carpa.

Entre los números en rojos está también la tasa de boletos por juegos: 1.8, o leído de otra manera: los bateadores nuestros agarran, como promedio, un boleto cada 19.27 comparecencias. Muy bajo ese indicador, que redunda en un OBP de apenas .305.

Entre los hombres que más han ocupado primero, segundo y noveno (de acuerdo al enfoque de una alineación circular): Yunieski Larduet, Yoelkis Guibert y César Prieto, apenas suman cuatro de los 18 boletos tomados, y en el caso de Guibert hasta el martes no se había ido nunca caminando para primera.

Tomar estos juegos como un laboratorio es la estrategia más sabia que ha adoptado Anglada, pero una vez más se nota la ausencia de una academia nacional de béisbol. Hay tecnologías muy costosas, pero otras son más asequibles. Estamos en una época en la que la ciencia es imprescindible para lograr resultados en el deporte. Es mucha la investigación aplicada al béisbol. Nuestros técnicos pueden ser muy buenos, pero no magos.

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