No fueron el Rey Arturo Vidal, ni el goleador Eduardo Vargas, y mucho menos Alexis el niño maravilla, quienes mantuvieron intactas las posibilidades chilenas de conseguir el tricampeonato. Fue un hombre que jamás ha anotado un gol, quien desde su puesto dio a los dirigidos por Juan Antonio Pizzi, el ansiado boleto a la final de la Copa Confederaciones Rusia 2017.
La gloria de este miércoles fue toda para Claudio Bravo, quien con su habilidad entre los tres palos atajó igual cantidad de penales a los portugueses, y evitó que la escuadra de Cristiano Ronaldo dejara en el camino a la «Roja» de América.
Acostumbrados los parciales del más universal de los deportes a gritar hasta la asfixia los goles de cada uno de sus equipos, ayer no tuvieron posibilidad alguna de hacerlo, pues el partido disputado en Kazán terminó con abrazo sin goles a lo largo de 120 minutos.
Ya en la definición desde los «12 pasos», el cancerbero sudamericano detuvo los disparos de Ricardo Quaresma, Joao Moutinho y Nani, a la vez que Vidal, Aránguiz y Alexis hacían los deberes para dejar «al campo» a los vigentes campeones europeos.
Tras esta agónica victoria, Chile irá el domingo por su tercer trofeo al hilo, luego de haber triunfado como local en la Copa América de 2015, y de repetir un año después en la Copa Centenario, ambas veces ante la Argentina de Lionel Messi.
Hoy, el «tri» mexicano perseguirá el otro boleto a la final de Sochi, cuando se enfrenten a la «maquinaria» teutona.