La fórmula ganadora está en la habilidad de explotar al máximo todo el potencial, más allá de los límites visibles. Autor: Roberto Díaz Martorell Publicado: 21/09/2017 | 06:22 pm
NUEVA GERONA, Isla de la Juventud.— Agustín Pavó Santos es una gloria del deporte cubano que aún sueña con las carreras, las distancias y las medallas desde su papel de entrenador de atletismo de la EIDE Fladio Álvarez Galán, en Isla de la Juventud, donde cada día estimula a sus pupilos a dejar siempre el alma sobre la pista. Un consejo de un hombre que por azar —nunca se lo propuso— abrazó la cumbre del atletismo cubano.
JR se acerca a la vida y obra de este hombre, quien tuvo el honor de abrir el primer tramo del relevo histórico de los Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en La Habana en 1982, cuando Alberto Juantorena corrió «con el corazón en la mano» tras rebasar una diferencia de más de 20 metros.
«Llego al atletismo en 1980, cuando se realizaban las competencias entre las escuelas en Isla de la Juventud. Lo hacía por diversión y para salir de la escuela —tú sabes cómo es la beca— y yo vine de Oriente a estudiar en la Escuela Secundaria Básica en el Campo número 32. Entonces no sabía que iba a llegar tan lejos.
«Representaba a la escuela y ya se hablaba de Juantorena, Casañas, Silvio Leonard…, y yo los imitaba en mis carreras. Terminé la secundaria y pasé al preuniversitario. Ya casi me había olvidado de las pistas cuando varios de los muchachos que estaban en la EIDE causaron baja y fueron para el pre donde yo estaba y empezó la «picazón» de nuevo. Me embullaron y comencé a correr otra vez.
«Corría temprano en la mañana, antes que se levantara todo el mundo, y en una competencia eliminatoria alcancé el tercer lugar. A la semana me avisan de una competencia. Fue en Pinar del Río en 1980, allí corrieron también figuras de renombre del atletismo cubano. Esa fue mi primera vez oficial en atletismo y desde ese entonces no he dejado de amarlo.
«En abril de 1980 me llevaron a una competencia en Santiago de Cuba. Allí corrí los 400 metros planos y fue la primera vez que un pinero bajaba de los 50 segundos en esa distancia, recuerdo que hice 49,2. Entonces participé en los Juegos Escolares y logré Plata con 48,5, perdí con Lázaro Martínez, que era el campeón nacional de la temporada.
«Ese mismo año participé en los Juegos de la Amistad de los países del campo socialista y corrí el relevo 4x400 y alcanzamos la medalla de oro. Entré entonces a la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético y en 1981 me invitaron a reforzar el equipo nacional para las Espartaquiadas de la Amistad.
«Entre los recuerdos que guardo durante mi estancia en el equipo nacional hasta 1993, están haber corrido con Juantorena, convivir con él, entrenar con él, fue un privilegio beber de su experiencia y tenerlo como compañero y amigo. Haber protagonizado aquel relevo histórico en 1982, la foto con el Comandante en Jefe Fidel y aportar a la delegación cubana la medalla número 100 de los Juegos Panamericanos de La Habana 1991.
«En 1993 dejé el deporte activo y estuve dos años trabajando en el Equipo Nacional. El atletismo es un deporte difícil, necesita mucha motivación, dedicación, entrega.
«Un ejemplo de eso fue la oportunidad de incursionar el año pasado en la preparación de los Piratas que representan a la Isla de la Juventud en la Serie Nacional de Béisbol. Trabajé antes con José Luis Rodríguez Pantoja y me pidió ayudar en cuanto al corrido de bases, los robos y el desplazamiento en sentido general. La intención era mejorar el tiempo de reacción, de desplazamiento y lograr convertir la fuerza táctica en dinámica.
«El período de preparación física del béisbol es corto y tuvimos que trabajar intensamente, pero demostramos que la interdisciplinariedad aporta resultados relevantes, pues los Piratas no solo clasificaron, sino que discutieron el título. Cuando el hombre confía en el trabajo que realiza siempre se crece, y esos muchachos se crecieron.
Pavó, de cuyas enseñanzas se sirvieron figuras del atletismo cubano como Daimí Permiá, Lidusca Torres, Yaquelín Hernández, Cecilia Flores, Roxana Castillo y Gilda Casanova, continúa la hermosa tarea de enseñar a las nuevas generaciones de atletas de la EIDE Fladio Álvarez Galán en Isla de la Juventud, pero siempre —así lo confirmó— desde el espíritu vencedor y la confianza de que la fórmula ganadora está en la habilidad de explotar al máximo todo el potencial, más allá de los límites visibles.