El cienfueguero José Dariel Abreu se ratificó como uno de los grandes bateadores del béisbol cubano. Autor: Juan Moreno Publicado: 21/09/2017 | 05:30 pm
La fase clasificatoria de la 52 Serie Nacional de béisbol pasó de largo, y muchos nos quedamos con las ganas de más. Tenían razón aquellos que dijeron que 45 juegos eran muy pocos, que la brevedad del tramo terminaría pasando factura a algunos encumbrados, y que acabaríamos sacando cuentas como buenos matemáticos para definir a los ocho finalistas.
La nueva estructura, con todos sus defectos a cuestas, garantizó al menos el interés hasta el último out. Exigió, además, el máximo esfuerzo a todos los equipos, pues aun con la clasificación en el bolsillo, el «arrastre» de los resultados evitó mayores relajamientos y especulaciones.
Sin dudas, fue una etapa polémica, sobre todo por la imperiosa necesidad de superar anteriores esquemas y elevar el tope de nuestro béisbol actual. Y sobre el tema abundan las visiones.
En comparación con sus predecesoras, puede decirse que en este arranque se vio un béisbol sui géneris, en el que como nunca los lanzadores estuvieron por encima de los bateadores. Y esa tendencia varió muy poco a lo largo del recorrido. Los datos de la tabla anexa, compilados por el dinámico estadístico Benigno Daquinta, hablan por sí solos.
Durante todo este tiempo, las explicaciones transitaron desde la composición de la pelota Mizuno 200 empleada, hasta la correcta aplicación por los árbitros de la zona de strike, sin olvidar el posible cansancio de los mejores jugadores envueltos en la ardua preparación del equipo que nos representará en el cercano III Clásico Mundial. Pero, como se sabe, la verdad nunca es una.
Quedó demostrado, y servirá para venideras ediciones, que la preparación previa es casi un seguro de supervivencia, aunque con sus excepciones. Equipos como el sorprendente Isla de la Juventud, que arrancaron a todo motor, no afrontaron mayores dificultades para superar la meta. En cambio otros más notables como Pinar del Río y Ciego de Ávila, este último monarca defen-sor, sufrieron más de la cuenta para hacerse un hueco en la segunda mitad del campeonato.
Nadie podía vaticinar antes de iniciarse las hostilidades que ningún equipo de la zona oriental haría los méritos suficientes para aspirar al trono. Se sabía diezmadas a las Avispas santiagueras y que a los Sabuesos holguineros les falta redondear un elenco sumamente competitivo, pero se esperaba más de los Leñadores tuneros y los Indios guantanameros. Estos últimos, después de un arranque de vértigo, se desinflaron a mitad de camino.
Los Más
La primera mitad de temporada tuvo el valor añadido de servir como medidor de quienes llegaron con el cartelito de preseleccionados para conformar el equipo nacional. Fue una feliz idea dejar las puertas del grupo abiertas a todo aquel que demostrara cualidades, y a la larga las decisiones tomadas, más en unos que en otros casos, estuvieron influenciadas por lo visto sobre el diamante.
Entre todos los lanzadores, fue sin dudas el diestro espirituano Ismel Jiménez la principal referencia. Su impecable actuación hasta el momento, con nueve triunfos sin revés, es tan digna de elogios como sus inalcanzables 60 ponches y su extraordinario 1.01 promedio de carreras limpias.
Otros se ganaron también titulares como el zurdo pinero Wilber Pérez (9-2), o el derecho avileño Yander Guevara (8-2), mientras que en la lista de apagafuegos los números ya muestran un reñido pulso entre el cienfueguero Duniel Ibarra (13), el tunero Carlos Juan Viera (12) y el «eléctrico» espirituano Omar Guardarrama (12).
Aun cuando no han sido los bateadores los grandes protagonistas del torneo, no son pocos los que se han hecho sen-
tir durante un segmento que ha servido para la consolidación del torpedero-camarero de Matanzas, José Miguel Fernán-
dez. En plan slugger, se confirmaron como máximos exponentes el inicialista cienfueguero José Dariel Abreu (13 jonrones), el jardinero granmense Alfredo Despaigne (11) y el designado vueltabajero Yosvani Peraza (9), este último con un cierre fenomenal.
Si hubiese que hablar de los nuevos talentos, el diapasón sería bastante amplio. Empezando por los lanzadores habría que mencionar al pinero Raicel Iglesias (22 años), quien aseguró un espacio en el equipo «grande» gracias a sus cuatro éxitos y seis rescates.
En otras posiciones serían varios a mencionar pero, por problemas de espacio, me quedaría con dos jovencitos de amplias proyecciones como el también pinero Andy Ibáñez y el cienfueguero Yohan Manuel Moncada —los dos custodios del segundo cojín—, ambos muy ajustados al bate a pesar de su corta edad y con magníficas manos para defender.
Todos ellos, y otros que se sumen, tendrán la oportunidad de ratificar su excelente campaña cuando se reanude el torneo. Se abre ahora un compás de espera en el que la selección de los «refuerzos» y la definitiva conformación del equipo que nos representará en el Clásico Mundial monopolizarán la atención, y todos seguiremos con los ojos puestos sobre la bola.
Después de 45 juegos | ||||||||
Serie Nacional |
Jonrones |
Lechadas |
KO |
Super KO |
Extrainnings |
Decididos por una |
Juegos de 1-0 |
Barridas |
50 (2010-2011) |
740 |
41 |
42 |
1 |
17 |
74 |
1 |
30 |
51 (2011-2012) | 623 |
55 |
31 |
4 |
26 |
97 |
9 |
37 |
52 (2012-2013) |
379 |
63 |
24 |
1 |
32 |
102 |
9 |
41 |