RÍO DE JANEIRO.— «Esta es la victoria más grande de mi carrera deportiva», exclamó en medio de la emoción y el agotador cansancio Mariela González, minutos después de encumbrarse apoteósicamente en la prueba de maratón de 42 km y 195 metros correspondiente a la apertura del certamen de atletismo de los XV Juegos Panamericanos Río-2007, publica el rotativo Granma.
El triunfo de la menuda granmense de 33 años, nacida en Río Cauto, constituye un hito. Ni en los Panamericanos de La Habana-1991, cuando Cuba obtuvo el éxito absoluto por primera y única vez en los Juegos, ninguna de las 140 de oro correspondió al maratón femenino, pese a que el atletismo nacional en particular fue el mejor de esa cita, con 18 coronas de 43 posibles en esa ocasión.
Recuerdo como si fuera hoy aquella espectacular victoria de Alberto Cuba en la lid varonil, para imitar a laureados antecesores como Rigoberto Mendoza, en Ciudad México-1975, y Radamés González, pupilo de aquél, en San Juan-1979.
MARIELA GONZÁLEZ, UNA HAZAÑA SIN PARANGÓNPero Maribel Durruty, pionera de Cuba en el podio de esta prueba, con su bronce de Indianápolis-1987, tuvo que aceptar en la cita habanera una medalla de plata que si bien significó un notable progreso no la acunó en los brazos de la consagración total.
Transcurrieron doce años sin podio hasta que Mariela igualó esa mejor actuación con su plateada en Santo Domingo-2003.
Pero quería más, aunque entre sus rivales estaban otras con mejor tiempo que ella y la brasileña Marcia Narloch, campeona defensora.
¿Alguna táctica especial?
«Salimos atrás y nos mantuvimos Yailén García y yo a unos 20 metros, de las brasileñas que punteaban (Narloch y Pinho). Esperaba el momento propicio para atacar y fue en el kilómetro 31 cuando dejé atrás a la Pinho, que se había adelantado».
Presente en Río de Janeiro desde el día 10, con tiempo suficiente para conocer el recorrido y sus características, confesó en exclusiva para Granma que ese diseño de la ruta era de los que le agradaban, y se sintió cómoda pese al calor y al tremendo esfuerzo realizado.
«El calor me obligó a tener más voluntad y a un mayor empleo de energía, pero sabía que también me beneficiaba. Solo en los dos últimos kilómetros sentí el agotamiento».
En una carrera tan larga, de casi tres horas para las mujeres, sobra el tiempo para pensar. ¿En qué pensabas tú?
«En mi entrenador (Manuel Miyares, de la base de fondo en Santa Clara), en mi pareja, en toda mi familia, en Fidel, en que era la primera medalla máxima de una mujer en el maratón, y también la primera del atletismo aquí, en que no podía desmayar».
La extenuación total tras rebasar la meta, necesitada hasta de atención médica, constituye la muestra inequívoca de la realización de un esfuerzo heroico. ¿Qué es para ti el maratón?
«Muy fuerte, demoledor. Es, sin duda, una de las pruebas más fuertes del atletismo».
Y mientras me apresuro a llegar hasta la sala de redacción vienen a la mente las emocionadas exclamaciones de los directivos del atletismo en los exaltados instantes en que Mariela se coronaba campeona: «Se soltaron los caballos», «Qué amanecer de domingo», «Qué ejemplo para el resto del equipo»...