CARTAGENA DE INDIAS, Colombia.—«Caliente». Así, sin más epítetos, denomina la prensa colombiana al torneo de béisbol que arranca hoy con diez selecciones (cinco en cada grupo) en estos juegos regionales.
Un calificativo que supone «fuego», rivalidad y alto nivel competitivo hasta la última bola —el 23 de julio— en los estadios Rafael Naar (de la localidad de Tubarco) y 11 de Noviembre, de esta ciudad, el mismo donde Cuba ganó aquel célebre Campeonato Mundial de 1970.
Los mexicanos, con un equipo íntegro de profesionales de su liga, ya dijeron, por ejemplo, que vienen con la intención de tragarse el metal áureo. No obstante, reconocen la calidad de la nave cósmica antillana, con 17 atletas que militaron en el equipo subcampeón del Clásico.
Mario Mendoza, el mismísimo director del plantel azteca, señaló hace unos días que «la mentalidad que tenemos es la de conseguir la medalla de oro, se ha conformado una gran selección con jugadores establecidos que han mostrado muchas veces su calidad y estoy seguro de que regresaremos de Colombia con una presea colgada en nuestro cuello».
Y Puerto Rico, campeón en el 2002, año en que faltó justificadamente nuestra nación, dijo en voz de Israel Roldán, presidente de la Federación de Béisbol Aficionado de ese país, que en esta ocasión los boricuas tienen «la responsabilidad de defender la medalla de oro» ganada en El Salvador. «Esa es la meta que nos hemos impuesto», expresó mientras recalcaba que su escuadra tendrá «ocho peloteros profesionales, seis profesionales reinstalados y seis peloteros amateurs». Todos ellos andan con la misma oración mexicana: el escollo es Cuba.
Los nuestros, sin aspavientos, campeones en 13 ediciones anteriores, entrenaron la víspera y saldrán este domingo a las 2:00 p.m. a la grama del «Naar» a devorar a Guatemala, un rival hipotéticamente débil ante el que abrirá Montieth, según anuncio hecho a JR por Carlos Rodríguez, director nacional de béisbol. La alineación antillana será casi la misma que cerró hace cuatro meses en el Petco Park de San Diego, California: Paret (SS), Michel (3B), Yulieski (2B), Mayeta —la novedad— en primera, Cepeda (LF), Urrutia (RF), Garlobo (BD), Pestano (R) y Alexei (CF).
El segundo choque será contra los nicas, quienes también llegaron soñando con una presea, y está pactado para las siete de la noche (ocho de la noche en Cuba) en el estadio 11 de Noviembre.
El calendario de los campeones olímpicos y mundiales se completa en su grupo, el B, con los duelos contra Venezuela (martes, ocho de la noche) y Puerto Rico (jueves, tres de la tarde).
Ese día, los dos eliminados —clasifican cuatro en cada llave, lo que significa un total de ocho— podrán hacer los bultos y retornar al hogar, no tan dulce. Por cierto, en el A pelearán por los cupos: Panamá, México, Colombia, República Dominicana y Bahamas.
Y el viernes comenzaría la ya célebre muerte súbita —primero del A contra cuarto del B, segundo del A contra tercero del B.
El sábado tendrá lugar la semifinal y el domingo la discusión por el título.
Aunque la lid no es de «coser y cantar», valdría la pena ver en acción a los 20 efectivos de la escuadra patria porque en otros eventos —ya por el deseo de ganar a toda costa o por otras circunstancias— varios suplentes han permanecido bastante fríos en el banco. De todos modos, la premisa seguirá siendo triunfar.
RADIOGRAFÍA DE LOS RIVALESMéxico es acaso el que más comentarios ha provocado entre los entendidos por su probable enfrentamiento con Cuba en la final. Sus dos grandes figuras, Jerónimo Gil y Francisco Campos, estuvieron en el Clásico Mundial. Este último es un lanzador de categoría, con envidiable repertorio. No por gusto le apodan Pancho Ponches.
Sin embargo, poco se dice de Panamá, tropa de cuidado, encabezada por el diestro de la lomita Lenin Picota, quien, como recordarán muchos, maniató al trabuco de Puerto Rico en el Clásico Mundial y nos ha lanzado históricamente buenos partidos.
Su mentor, Aníbal Reluz, el mismo piloto canalero de hace cuatro meses, ya construyó su formación inicial, aunque sin orden en el line up. En esta habrá varios conocidos de la afición cubana: Carlos Muñoz (C), Earl Agnoly (1B), Jaime Jaén (2B), Audes De León (3B), Vicente Garibaldo (SS), Joel Vega (JI), Adolfo Rivera (JC), Freddy Herrera (JD) y Héctor Ávila o David González (BD).
Mientras Nicaragua, comandado por otro nombre familiar para los cubanos, Omar Cisneros, tendrá como bujías desde el box al zurdo Oswaldo Mairena, además de Julio Raudez y Arístides Sevilla. En la nómina también se afilian figuras como Norman Cardoze y Henry Roa, ambos con vasta experiencia internacional.
República Dominicana y Venezuela también traen lo suyo y vienen con deseos de subir al podio, aunque los expertos no les dan las mismas opciones que a México, Panamá, Puerto Rico, Nicaragua y, por supuesto, Cuba.
DE AYER Y DE HOYSolo dos peloteros de la maquinaria tricolor han saboreado el título centroamericano: Eduardo Paret, en Ponce 1993, y Pedro Luis Lazo, en Maracaibo 1998.
El torpedero villaclareño, con 21 años entonces, hacía su debut y, como Germán «el imán» Mesa era el dueño de la posición, solo tuvo una vez al bate, por lo que esta será su verdadera primera competencia regional.
«Aquella vez yo llegaba como el niño nuevo, tuve la oportunidad de aprender al lado de grandes peloteros como Pacheco, Linares, Kindelán, Gourriel, Víctor Mesa. Sin embargo, ahora soy uno de los mayores y me toca enseñar a los más jóvenes», nos comentó Paret.
Mientras, el «rascacielos» pinareño, nacido el 15 de abril de 1973, ganó uno, no perdió y trabajó para 1,35 PCL en tierras morochas. Entonces tampoco tuvo mucha actuación por las características de la lid, relampagueante y fácil para Cuba.
Estos dos hombres, los de mayor experiencia, volverán a liderar a partir de hoy a una novena que no pierde desde aquel memorable y amargo partido de la final de 1982 en La Habana, donde se coronó República Dominicana.
Son, en total, 28 juegos consecutivos sin derrota: siete en Santiago de los Caballeros (1986), ocho en México (1990), siete en Ponce y seis en Maracaibo.
Esta, la de Cartagena, debe ser otra cita donde esa marea de triunfos siga creciendo, aunque muchos anuncien fuego y bolas calientes en el horizonte.