No, no se trata de una guitarra que vuela, para nada. El nombre responde a un concurso que se organiza cada año en Finlandia y que consiste, nada más y nada menos, en representar que se toca el instrumento con los brazos colocados en la posición de sostenerlo.
Para los experimentados lo más importante para ganar es representar exactamente las posiciones de las manos y la postura corporal, según el acorde que esté interpretando. Es decir, que a través de los gestos el público debe descifrar si el concursante está tocando jazz, metal pesado, o metal realmente pesado.
En el certamen más reciente la ganadora resultó Aline Westphal, conocida en el ambiente como «la sobrina del demonio». Con ese nombre no habrá tocado un chachachá… supongo.