El romanticismo de Emilia Zuccheti puso a prueba su corazón, que salió indemne a pesar de los 40 minutos, con breve intermedio, en que estuvo a bordo de un helicóptero para contemplar mejor el lago de Garda, en su natal Torri del Benaco, cerca de Verona, donde siempre vivió. Fue un regalo de cumpleaños barato que, sin embargo, tuvo sin aliento a la familia: nadie imaginó que Emilia quisiera soplar, en el aire, sus 103 velitas.