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Narciso, qué buena gente, ¡qué clase de tipo!

Desde que comenzó, hace muchos años, con su pequeño espacio en los portales de la Editora Abril, por el paseo del Prado, frente al capitolio habanero, sus dibujos, para muchos pioneros del actual meme en las redes, comenzaron a ganar popularidad y arrancaban la risa de los transeúntes, que los compraban y llevaban a su hogar como novedoso souvenir, o para regalar a alguien que le recordaba la simpática situación plasmada en la cartulina

Autor:

JAPE

Pocas casas en Cuba albergan un Picasso, un Van Gogh, un Rembrandt… ni siquiera un Wifredo Lam, o un Eduardo Abela, ni otros reconocidos pintores, aunque fueran del patio. Sin embargo en muchos lugares, paredes de habitaciones, puertas, oficinas, cajas de recuerdos… habita una simpática caricatura de Narciso.

Desde que comenzó, hace muchos años, con su pequeño espacio en los portales de la Editora Abril, por el paseo del Prado, frente al capitolio habanero, sus dibujos, para muchos pioneros del actual meme en las redes, comenzaron a ganar popularidad y arrancaban la risa de los transeúntes, que los compraban y llevaban a su hogar como novedoso souvenir, o para regalar a alguien que le recordaba la simpática situación plasmada en la cartulina.

Recuerdo que, en cierta ocasión, un amigo fotógrafo brasileño, que estaba participando de un evento cultural en La Habana, me enseñó uno de estos dibujos, firmado por Narciso, y me dijo: Lo llevo a mi esposa. No quería creerme cuando le comenté que era amigo del autor. Me pidió le acompañara al lugar para tomarnos una foto juntos y así la esposa no podría rechazar el dibujo que contenía una especial broma.

Hago esta anécdota porque pienso que a veces la grandeza de las personas trasciende su obra artística, no porque esta sea de mayor o menor valía, sino porque ser buena persona y servir con modestia al bienestar de los demás es más importante que el mayor tesoro que puedas acumular.

Así era, y así nos dijo adiós Narciso Martínez Nicolau, quien fue un reconocido caricaturista con amplia presencia en nuestras publicaciones. Obtuvo algunos premios, pero a mi entender su mayor obra consiste en haber sido una extraordinaria persona. Noble amigo, excelente padre y esposo, al que con seguridad todos recordamos con su amable y picaresca sonrisa... y su ruidoso riquimbili.

Fue un genio del humor erótico, ese que está muy arraigado en la idiosincrasia del cubano, del latino, que nunca pierde la oportunidad de colar el doble sentido y la mirada socarrona ante el acontecer de nuestras vidas.

Narciso captaba con gran suspicacia todas estas formas de reírnos del sexo, la edad, el matrimonio, el trabajo… y lo convirtió en su sello y lenguaje.

Pude ver, en más de una ocasión, cómo organizaba espacios dentro de disímiles ferias a los que invitaba a sus colegas a participar y comercializar su trabajo. De este modo también mantenía la unidad del gremio y la visibilidad ante el público, que muchas veces descubría en estos recintos a los dibujantes cuyas firmas admiraban desde hacía mucho tiempo.

Narciso nos dice adiós y más allá de todo su legado como artista de la plástica, conservaremos el recuerdo de su amistad y cada vez que veamos, en cualquier lugar, alguno de sus dibujos de jocoso y picante contenido nos diremos a media voz: Coño, Narciso, qué buena gente, ¡qué clase de tipo! 

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