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Barnet y sus consejos para no acatar

Barnet se dio a conocer en la literatura cubana con dos textos profundamente líricos, que despertaron el interés para estudiar su obra: La piedrafina y el pavorreal y La isla de güijes

Autor:

Lázaro Castillo

Hace casi 26 años que Ediciones La Luz, sello editorial de la Asociación Hermanos Saíz, promueve la literatura cubana desde la ciudad de Holguín. Y la casa editora arribó recientemente a la cita habanera de la Feria Internacional del Libro con la premisa del más reciente poemario de Miguel Barnet: Consejos para no acatar (2021).

A mi cargo estuvo la compilación y selección de cada texto, acompañado por la siempre rigurosa edición del poeta Luis Yuseff, quien asumió el proyecto desde su primera lectura.

El diseño, una propuesta de Frank Alejandro Cuesta, inmortaliza a Fea, la mascota que acompañó a Barnet durante el período de enclaustramiento que forzosamente vivimos a propósito de la pandemia de COVID-19. A su vez, utilizó para la cubierta una imagen del artista de la plástica Ernesto Rancaño, con quien conversamos durante los últimos días de su vida y que había cedido con placer los derechos sobre la obra.

Como ya muchos conocen, Barnet se dio a conocer en la literatura cubana con dos textos ya indispensables, que despertaron el interés para estudiar su obra: La piedrafina y el pavorreal y La isla de güijes. Textos estos profundamente líricos, tan marcados por los mitos y el imaginario popular africano, que sus críticos desde el inicio catalogaron su obra como una original y auténtica conjugación entre la poesía y la etnología.

Después se publicarían sus novelas, que propiciaron estudios significativos en  universidades norteamericanas, latinoamericanas y europeas.

La valoración de su narrativa y poesía, según la crítica especializada, ha navegado con mayor intensidad. Incluso, en muchos certámenes ha sido considerado el autor cubano más publicado, leído y estudiado en el país y en el resto del mundo, a seguidas de Alejo Carpentier.

Nancy Morejón en su texto La poesía de Miguel Barnet, como prólogo al volumen El poeta en la Isla enunció:

«Lo más impresionante para críticos y simples lectores fue su tratamiento del verso libre —que nacía del habla coloquial de La Habana— y su adecuación a la tradición, en nuestra poesía, de aquellos tonos inherentes a un poeta, tan aparentemente lejos de Barnet, como lo es Eugenio Florit, sobre todo, en su largo y aleccionador poema Conversación a mi padre». 

El poeta convida a sus lectores y les pone retos para entender las vicisitudes de nuestra vida. Su poesía, la novela y sus estudios etnográficos constituyen un rasgo original de la forma escritural que asume. Desde este plano, el autor aporta al discurso culturológico continental e inaugura una de las maneras más sustanciales de concebir nuestra postmodernidad periférica y se inserta así en la historia de la narrativa cubana, hispanoamericana y universal.

Su bibliografía poética la compone un gran arsenal de textos que constituyen referentes para la literatura cubana. No dejaríamos de citar La sagrada familia, Orikis y otros poemas, Carta de noche, Viendo mi vida pasar, Mapa del tiempo, Con pies de gato, Poemas chinos, Actas del final, En el muro del malecón, Reloj de arena, En el humo inasible de los idos o El poeta en la Isla. Todos ellos hilvanados por un universo temático que ha sido la obsesión del autor por encontrar qué somos los cubanos y por qué somos así. O sea, nos referimos a una mirada antropológica sobre nuestra vida, «(…) sin aventurismos ni química de laboratorio», como bien conceptuara su gran amigo, el poeta Sigfredo Ariel. Una lírica en la que se evidencia el análisis existencial de personajes marginados, subalternos y la autoexpresión a través de un lenguaje espontáneo y genuino.

A través de su vida creativa, Barnet no ha tomado la poesía, la etnología y la narrativa como distintas formas de expresión literarias. Ha experimentado con ellas, y por momentos las utiliza como estrategias complementarias en su tarea de aprehensión e interpretación de la cultura cubana. Ha expresado que su aparente eclecticismo le ha permitido salirse de los esquemas que la academia define.

Todo autor no piensa que hay un solo gran libro de poemas. Cada etapa es diferente a la anterior, por lo que como  es de variopinta la vida, así de diversos resultan los temas en la literatura.

Así que fue bien difícil seleccionar cada poema, dentro de la vasta producción de Barnet entre el año 2020 y parte del 2021. Esta es una recopilación atractiva de los que considero los textos más significativos de su obra reciente. Aquí se reúnen confesiones, cuestionamientos, sentimientos encontrados, miradas críticas a la realidad del mundo contemporáneo, algo tan cotidiano como el ruido de la cisterna del vecino que no lo dejaba escribir, o cuando se desencantó ante un proyecto como el de pensar «un gran poema… / pero llegaste tú con un racimo / de plátanos manzanos / y el aroma lavanda de tu piel / y perdí toda inspiración».

Para mi dicha conozco muy bien al autor. Miguel padece de una supuesta enfermedad que no creo que esté registrada en los manuales de medicina. Él la llama «urgencia temporal». Para Barnet el mañana es hoy, cualquier petición o sueño no duerme un instante. Así lo asume en su poema El tiempo:

No me preguntes cómo pasa el tiempo

El tiempo pasa más rápido

que un avión de propulsión a chorro

pero ninguno de nosotros,

ni el más sabio, lo sabe.

Mientras tanto, seguimos viviendo

en el vértigo de los días,

nutriendo el exceso,

erigiendo estatuas

que al minuto caen a nuestros pies,

evadiendo la magia del instante,

viviendo amores pasajeros

devorados por la urgencia temporal

cuando ya somos historia.

No me fue difícil compilar estos poemas en orden temático y no cronológico. Quizá el último poema fue el primero que escribió, pero yo los he organizado a mi modo, respetando la manera en que surgieron. El poeta se detiene en la vida y en lo aparentemente intrascendente, aquello que alimenta y nutre su existencia. Le entrega a lo fútil valor imperecedero «Del útero de la noche brota una inmensa alegría / que inunda el lugar y nos contagia a todos / La moneda convertible no siempre garantiza / el gozo de vivir».

Consejos para no acatar no es un libro monotemático. Se revela en él la vitalidad de un poeta que a los 80 años se deslumbra con la noche, cree en el amor, asiste a un bar y lo mitifica. Es un hombre que vive en plena juventud mental y piensa que «Un poema puede comenzar con una mentira / Y qué más da si la mentira / es una metáfora impía de la verdad».

Permítanme poder hablar de esa convivencia con el poeta. Barnet siempre está escribiendo poemas y recientemente en una entrevista que le hice me expresó: «Toda poesía es de circunstancia: yo no creo que uno escribe un solo libro de poemas. Eso es una pedantería de algunos escritores. Creo que uno escribe según la vida le va imponiendo temas, según la vida afronta a distintas situaciones y a distintos ámbitos de subjetividad y por eso, mi poesía es muy diversa, muy heterogénea, su génesis está en la circunstancia en que se escribe cada poema».

Sencillamente, a través de su lírica expresa todo un cúmulo de sensaciones y experiencias que son las que tienen que reflejar la poesía misma. Quizá por eso en esta entrega de Barnet por Ediciones La Luz, él disputa: «Mira, poeta, no te engañes / Ya no eres el mismo / Lo que había comenzado ya pasó / Lo único que queda para siempre / es tu lengua que vino a dialogar / con la página en blanco».

 Con Consejos para no acatar sé que los lectores ratificarán la autenticidad de los versos de un joven octogenario que cree en la poesía como la simiente de todo el pensamiento, incluso del pensamiento prehistórico.

 

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