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Vestido de novia: El amor puede ser más grande que la violencia

El testimonio del primer cubano operado de reasignación de sexo motivó a la actriz y cineasta Marilyn Solaya a realizar primero el documental En el cuerpo equivocado, y luego el filme Vestido de novia, este último galardonado con el Premio de la Popularidad en el reciente  Festival de Cine de La Habana

Autores:

Mariana Brugueras Más
Dachelys Alfonso Leal
Krystel Aspillaga Rojo

El testimonio del primer cubano operado de reasignación de sexo, expuesto en el documental En el cuerpo equivocado, de Marilyn Solaya, necesitaba otro espacio para reflejar las diversas aristas del tema de género, más allá de una experiencia personal. Por eso la realizadora, inspirada en su anterior obra, optó por filmar el largometraje Vestido de novia.

«En un documental se establece un compromiso ético con personas reales, que debe ser respetado. Cuando empecé a trabajar en En el cuerpo equivocado, dije: No, necesito hacer algo más. Y abordar la temática desde la ficción me permitía recrear e introducir nuevas historias de vida», cuenta la Solaya, conocida por el público primero en su faceta de actriz (Fresa y chocolate, Despabílate amor, Omertá, La ley del silencio).

Luego de diez años de investigación y consolidación del trabajo, el filme, galardonado con el Premio de la Popularidad en el reciente 36 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, ya se exhibe en la capital desde este jueves 22 de enero y próximamente pasará por el resto de las salas de estreno de todo el país.

«Hubo asuntos relacionados con el tema que abordaba y me vi obligada a revalorizarlos porque ya estaban tratados en otras propuestas. Isabel Moya, directora de la Revista Mujeres, y el Doctor en Ciencias Históricas Julio César González Pagés me asesoraron con respecto a los estudios de género y fue ahí cuando encontré la línea que seguiría mi obra. Comencé a escribir desde otra mirada y los arcos dramáticos de cada personaje cambiaron», expresó la cineasta.

La vida de una pareja recién casada que intenta ser feliz hasta que un secreto del pasado sale a la luz, inspira el argumento de este filme. Ambos protagonistas se convierten en víctimas de los prejuicios. Sin embargo, su directora propone una sinopsis diferente: esta mujer descubre que luego de liberarse de haber nacido en un cuerpo equivocado no ha podido liberarse de un cuerpo social en el que sobrevive el machismo.

«Vestido de novia no solo muestra conflictos individuales, sino también sociales. Cierto que nuestra realidad se ha transformado, pero el machismo y todas las fobias que tanto daño hacen todavía están latentes y deben ser tratados con más seriedad. La homofobia es una herencia cultural y por eso mi obra se hace universal. Uno cuenta la historia, ya no como cineasta, sino como comunicador, pues me siento muy comprometida con el espacio en el que estoy viviendo», dice esta graduada de la especialidad de Dirección de la Facultad de los Medios de Comunicación Audiovisual del Instituto Superior de Arte.

Luz verde

Confiesa Marilyn que concibió el guión pensando ya en los actores que lo interpretarían. Así le ocurrió con casi todos, excepto con Isabel Santos. «Cuando empecé a escribir llamé a Luis (Alberto García), a Pichi y a Laura, y les dije: “Miren lo que escribí para ustedes”. Digamos que eran 20 cuartillas. “Tú eres este y tú eres este... Para continuar desarrollándolo necesito saber si los “engancha” o no, y me respondieron: Sí. Los tres me dieron luz verde».

Isabel Santos escoltada por Kirian en la película Vestido de novia.

En el caso de Isabel Santos fue diferente. Inicialmente Marilyn tenía en mente el personaje de un peluquero, sin saber quién lo asumiría. «En el proceso de consolidación del guión encontré a Sissi. Y es que en esta película el contexto también es protagonista. Enmarqué la historia en 1994, pues para esa fecha ya había ocurrido la primera operación de cambio de sexo. Entonces, estas intervenciones quirúrgicas dejaron de realizarse, por eso la importancia de la presencia de Sissi, representante de quienes no pudieron acceder a la reasignación».

Por ser esta una película basada en hechos reales, Isabel y Laura se nutrieron de quienes inspiraron a sus respectivos papeles: Mavis Susel y Sissi Linares. Según De la Uz, quien encarna a la primera persona reasignada en Cuba, la construcción de este personaje llevó mucha investigación. «Contamos con la colaboración de mujeres increíbles que nos abrieron su corazón y sus vidas», admite.

La popular actriz de La película de Ana, Madagascar, La pared de las palabras y Hello Hemingway, considera que su oficio constituye una vía para adentrarse en otras realidades que normalmente «uno deja de lado». Convertirse en Rosa Elena le hizo entender el verdadero significado de ser mujer.

Para Isabel Santos, representar este nuevo rol fue una escuela. «Me conmovieron enormemente las confesiones de la verdadera Sissi, en cuántos caminos estuvo metida. Por eso mi monólogo es como un grito, de cierto modo resume lo sufrido por estas personas, porque no son discriminadas solamente en la calle, pasa en cualquier parte. Y lo más terrible: con niños».

Por su parte Kirian, una de las bailarinas del show en el que interviene Sissi en el filme, tuvo la oportunidad de interpretarse a sí misma. Y se sintió superfeliz. Pero más allá de lo que signifcó Vestido de novia para ella, lo fundamental es que «por primera vez todos, cubanos y cubanas lindos de esta Isla, tienen la posibilidad de ver una historia de amor diferente, apenas contada. De eso se trata, de decir que el amor, por diverso que sea, puede ser más grande que la violencia, que los sentimientos más oscuros y dañinos de los seres humanos».

El ingeniero Ernesto, interpretado por Luis Alberto García, es de esos personajes en los que se observa un cambio verdadero, contundente. «Al principio no sabía cómo enfrentar ese rol, luego pensé que si queríamos hablar de las intolerancias, debía hacerlo desde la verdad más absoluta. Entonces comprendí que mi Ernesto era simplemente un hombre enamorado de su esposa», afirma el actor.

Pero otros caracteres no pasan inadvertidos para el espectador. Ahí están los roles defendidos con altura por Alina Rodríguez, Jorge Perugorría y Mario Guerra, puestos en Vestido de novia para proyectar los sentimientos humanos más bajos. «Los malos existen y son los que nos mantienen alertas», enfatiza Marilyn.

«Tenía que rescatarlos, poner en tela de juicio a esos personajes que están ahí, en nuestra cotidianidad, y que son justamente quienes provocan la realización de estas películas, quienes con su actuar llevan a crear leyes y jornadas contra la homofobia y la violencia de género.

«La gente por la calle me “agrede” con ellos, y digo: ¿será que tantos se ven reflejados en estos individuos? ¿Será que les molesta que siempre salgan “ilesos”? Por eso construí a un Ernesto tan íntegro. Así, cuando las personas vayan al cine se identificarán con Lázaro, con Roberto o con Ernesto».

De cualquier manera, el protagonista de Algo más que soñar, Habanastation y de la serie de Eduardo del Llano que tiene a Nicanor como centro, considera que entre las grandezas del filme está la presencia de personajes negativos que luego no responden por sus actos. «El hecho de que no haya una enseñanza o moraleja hace más real esta historia, pues ¿quién no ha tratado con tipos como esos?», insiste García, quien aplaude asimismo los desempeños de actores como Omar Franco, Alina Rodríguez y Pancho García, con cortas apariciones en la película, «para los cuales no existen papeles secundarios, porque todo lo engrandecen».

Necesarios homenajes

Porque la Solaya se asume como una feminista total, pretendió en un inicio —reconoce ahora— nuclear a su alrededor a un equipo de realización completamente femenino. «Tenía la ilusión de que mis colegas fueran mujeres y casi lo logro, pero a veces la realidad no se corresponde con lo demás. Comprendí que lo principal es trabajar con personas que me aporten, que sean sensibles, más allá del género y el sexo».

Con toda intención, Marilyn Solaya tituló su película como el poema del dramaturgo y crítico Norge Espinosa, que en su momento se convirtió en himno para la comunidad LGBT (siglas que designan colectivamente a lesbianas, gays, bisexuales y transexuales). También es su homenaje a Fresa y chocolate, cuyo estreno tuvo lugar hace dos décadas. «Sin dudas, Fresa y chocolate marcó un antes y un después en la sociedad cubana», apunta.

De hecho, Julio César González Pagés, asesor de esta cinta del Icaic en coproducción con España, opina que gracias al premiado largometraje de Titón y Tabío el público recibió tan favorablemente esta inquietante propuesta. «Fue bueno apreciar el alcance que logró Vestido de novia durante el recién finalizado Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Es evidente que estamos en un país de nuevos cubanos que ven de otra forma el abordaje de las violencias que se generan alrededor de la diversidad.

«Muchas veces, lamentablemente, encasillamos la película en el tema de la sexualidad, pero refleja muchas aristas sociales importantes que la cinematografía cubana no las había visualizado de esta manera», señaló el académico.

Desde el punto de vista de los recursos que se utilizaron en ella, Vestido de novia no fue una superproducción, afirma su productor Carlos de la Huerta, quien acompañó a la directora desde que inició el proyecto en 2006. «Sin embargo —insiste— es una película de gran envergadura atendiendo al tema y al riesgo.

«Por el éxito tremendo que logró En el cuerpo equivocado, todos empezaron a mirar a Mari con mayor seriedad. Fue así como el Icaic se interesó y autorizó el financiamiento para su proyecto. Claro, ha sido fundamental ese ímpetu que ella tiene siempre por conseguir lo que quiere, como trabajar, por ejemplo, con el dream team de actuación en Cuba».

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