La Banda en una de sus presentaciones dominicales. Autor: Julio Martínez Molina Publicado: 21/09/2017 | 05:05 pm
CIENFUEGOS.— Como la Muralla China, el dinosaurio de Monterroso, los emplazamientos de Niemeyer o la flauta de Efraín Loyola, la Banda de Conciertos de Cienfuegos sigue ahí, a sus 110 años de fundada.
Nació con el siglo XX, para ver pasar hasta hoy por sus filas a talentos jóvenes, maduros y hasta bien veteranos, los cuales transmitieron los compases de sus respectivas épocas con la misma pasión con que siguen haciéndolo sus miembros a la fecha.
Su mejor palmarés es cuánto regocijo al espíritu han regalado a través de tan prolongado período histórico los muchísimos integrantes de su abultada nómina.
Desde 2002 la dirige Víctor Calderón Feliz, descendiente de músicos y estudioso de varios instrumentos.
Los instrumentistas de la Banda tienen presentaciones dominicales habituales en el Prado de Cienfuegos, siempre con público a su vera. Además, acuden a cuanta actividad los solicite, añade Calderón.
Como parte de las celebraciones por el aniversario 110 han previsto confrontaciones, según dice su director, en provincias vecinas, así como el encuentro provincial de estas unidades artísticas. También piensan hacer visitas a municipios que no poseen este tipo de agrupación o a otros territorios del país.
Los 52 artistas de tres generaciones que pertenecen al centenario colectivo se encuentran repartidos en todas las cuerdas.
Respaldan los diferentes instrumentos de viento: flauta, oboe, fagot, saxofones y clarinete, así como trombones, trompetas, tuba y los instrumentos de percusión en toda la amplitud de su variedad, explica Víctor.
Poseen un repertorio integrador de piezas fundamentales del patrimonio nacional sonoro. Están capacitados para interpretar pasodobles, marchas, danzones, oberturas, fantasías, canciones... Una presentación típica la componen ocho o nueve obras en diferentes estilos.
«La banda es una escuela porque toca todo tipo de género musical o puede formar parte de cualquier espacio, desde una conga o un bembé podemos escalar a una obertura, para de ese modo incluso hacer lo que de hecho le resulta vedado hasta a una orquesta sinfónica», enfatiza Calderón.
«Dada la variedad de nuestro espectro musical podemos tocar todo tipo de géneros. Interpretamos música de diferentes regiones de Latinoamérica, francesa, universal..., si bien nos suelen pedir danzones y sones clásicos».
La unidad artística tiene un consejo encabezado por su mentor y además integrado por los cabezas de cuerda más veteranos, quienes realizan las evaluaciones, miden los ciclos de desarrollo y evalúan a los jóvenes que siempre incorporan como parte del relevo natural.
Según Calderón lo más grande que poseen es ese público fiel al cual le profesan gran respeto. La devoción resulta recíproca: de manera sistemática las presentaciones de la agrupación son seguidas por admiradores.
Unos pueblan su legión clásica, otros se incorporan. Entre ellos, el niño, el adolescente interesado en la música y que quizá en un mañana próximo pueda formar parte de esta bella urdimbre de un siglo y una década para tejerse entre la sinfonía de una ciudad abierta a la cultura.