Robert Kraft, un hombre que ha dedicado gran parte de su vida a llevar a la pantalla grande la representación de nuestra existencia desde la perspectiva de las notas musicales. Autor: Raúl Pupo Publicado: 21/09/2017 | 04:53 pm
La música es la vida misma, protagonista de las mil historias que acontecen en el día a día de los seres humanos. Ver su función en un filme, y luego experimentarlo en la realidad, es una sensación gratificante.
Lo ha recordado Robert Kraft, un hombre que ha dedicado gran parte de su vida a llevar a la pantalla grande la representación de nuestra existencia desde la perspectiva de las notas musicales.
Kraft motivó a los presentes a la conferencia magistral que impartió en el 31 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, primero con pequeñas escenas sin melodías y después las «vistió» con ellas. Ahí se hizo la magia. Robert lleva muchos años en este empeño y son varias las cintas en las que ha volcado su imaginación, para el nada sencillo arte de musicalizar secuencias cinematográficas.
Sus experiencias como productor musical, compositor y presidente de Fox Music en Hollywood, salieron a flote en el encuentro que sostuvo con sus colegas en La Habana. Trajo fragmentos de Moulin Rouge, El diablo viste de Prada y muchas otras películas. Con ellas expuso su tesis sobre cómo combinar gustos y adecuar conceptos estéticos, para lograr un mejor filme.
Hacer un musical como Moulin Rouge fue sencillamente especial para él. «Baz Luhrmann ha sido uno de los directores con quien mejor he trabajado, porque entendía completamente la música y tenía una idea de cómo incluirla en cada escena. Rodó la cinta con eso en mente».
Kraft insistió, con esa locuacidad que lo caracteriza, en que las películas más difíciles son las peores, porque «si el filme tiene una buena historia y buenas actuaciones, la música fluye». En su caso, su estreno en el séptimo arte fue con Siete minutos en el cielo, un largometraje dirigido por Francis Ford Coppola.
«Nunca lo había hecho, así que el día anterior a la reunión con Coppola me leí un libro sobre el tema. Y en el encuentro empecé a hablar basura. El director me preguntó: “¿Cómo musicalizamos la película?”. Le pregunté si quería una orquesta o una banda de rock. Él me dijo: “Tienes 3 000 dólares, haz lo que tengas que hacer”. He aprendido mi trabajo en la práctica», relató a la prensa Kraft.
Piensa que «no hay mejor música para cine, excepto la apropiada para cada película». Dice que a la melodía solo la puede clasificar en dos tipos: «la buena o la mala», y si le interrogan por la sonoridad cubana, enseguida confiesa: «Es la mejor del mundo... Los sentimientos que provoca el arte de esta Isla están en el aire, en el agua. Me inspiran porque no se trata de negocios, sino de sentimientos».
Por eso venir al certamen habanero ha sido una experiencia fantástica. Este es un intercambio enriquecedor y «una de las invitaciones más emocionantes que me pudieran ofrecer, porque tengo la oportunidad de escuchar música en La Habana, y de conocer amigos cubanos».
Su estancia en la Isla la mira como un ejercicio de instrucción. «Siempre busco y respondo a gente con mucho talento. Así puedo ver películas de Cuba o Hollywood y de ellas puedo aprender. El talento viene de todas partes. Es humano, no geográfico».
¿Qué hace Hollywood en tiempos de crisis? ¿La música sufre actualmente como Cenicienta, en las historias de la gran pantalla?, fueron preguntas del auditorio para Robert Kraft. Nadie quería irse sin saber qué pasa exactamente en las producciones norteamericanas.
«Cuando la economía se encoge, los riesgos también. Así que las películas se hacen más obvias, más mediocres, y los presupuestos son más grandes porque ahora los filmes tienen que ser a lo X Men, Spiderman o Batman..., es decir, grandes espectáculos. Es lo que está sucediendo ahora».
Pero para el compositor de Under the sea (Bajo el mar, perteneciente a La sirenita) —hecho de conjunto con Howar Ashman y Alan Menken— lo que verdaderamente ha contribuido a que el cine se haya metido en «problemas» no es la cantidad de entradas que se venden para ver las exhibiciones, «sino que el negocio de los DVD ha colapsado.
«Los DVD son los que realmente dan el dinero para el negocio del cine. Nadie compra DVD ahora, sino comida. Así que los presupuestos del cine han bajado. Entonces, ¿qué es lo primero que no importa en una película? No es la estrella de cine o el director, o la historia. ¿A quién le importa la música? A ella nadie la “escucha”...
«A los compositores que antes les pagamos miles de dólares, ahora les damos menos. Las canciones por las que antes pagábamos 100 000 dólares, ahora están bajando».
El supervisor musical de cintas como Titanic, tiene proyectos que el público disfrutará este diciembre. En solo 15 días se estrenarán dos películas, las más caras de las que ha trabajado Kraft. Una es Avatar, dirigida por James Cameron, y que será exhibida el día 18 en 8 000 cines en el mundo; en tanto, el 25 podrá verse Alvin and the Chipmunks (Alvin y las ardillas).
Seguramente en estas, como en las venideras, Kraft continuará fundiendo vida y arte, para que desde las lunetas los cinéfilos sigan confirmando lo necesaria que resulta la música en nuestra existencia.