El Festival Internacional de Cine Pobre, cuya sexta edición tendrá lugar entre el 14 y el 21 de abril en Gibara, se reafirma como el espacio que aplaude a un cine libertario, creativo y de alto valor estético, que no cede ante las presiones del mercado.
De ello da fe el destacado cineasta Humberto Solás, presidente del evento, quien añade que este continúa sobresaliendo por la contribución material que entrega a los realizadores para que puedan continuar su obra, gracias a los diversos premios con dotaciones que se entregan en el certamen.
Se trata de más de una decena de distinciones que se traducen en tecnología, metálico, becas, distribución..., otorgadas por seis jurados internacionales, convocados a este encuentro que tiene, a decir del director de Lucía, Barrio Cuba y Miel para Ochún, un propósito multicultural, que se evidencia en la interacción de los gibareños no solo con la tropa del séptimo arte, sino además con la música, las artes plásticas, el teatro (representado por Nelda Castillo y Raúl Martín), la danza...
Una vez más los hijos de este municipio de Holguín serán testigos de sonados conciertos protagonizados, entre otros, por Carlos Varela, Raúl Paz, Rochy, Harold López-Nussa, Aldo López Gavilán, Haydée Milanés, Polito Ibáñez y David Blanco.
Según informó Sergio Benvenuto, director del Festival, en esta edición sobresale el hecho de que a las ciudades de Holguín y Santiago de Cuba, se sumará la de Camagüey como subsede, «con lo cual marchamos hacia el soñado camino de darle un carácter itinerante a esta cita».
Destacó también los foro debates que tendrán lugar como parte del evento teórico: uno sobre dramaturgia y otro sobre el estado actual y las perspectivas del audiovisual alternativo. Se desarrollarán asimismo varios encuentros profesionales, como el de fotografía cinematográfica.
Serán Enrique Pineda Barnet, Premio Nacional de Cine; y el recientemente fallecido Octavio Cortázar, los cineastas a los que el 6to. Festival Internacional de Cine Pobre homenajeará, del mismo modo que significará la grandeza de Ramiro Guerra, fundador de la danza moderna cubana, como el creador de esa joya llamada Suite Yoruba, coreografía registrada por José Massip en Historia de un ballet.