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La acuicultura a toda vela

La Empresa Pesquera Sancti Spíritus se convirtió en la más integral de su tipo en 2024 en el país. El esfuerzo del colectivo y las muchas alternativas implementadas para sortear las limitaciones son la base del resultado que dio a la provincia la sede del acto nacional por el Día del Trabajador del sector

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

SANCTI SPÍRITUS—. A un lado de la carretera que cruza por encima del mayor acuatorio del país y une a la capital provincial con el municipio más joven de Cuba, La Sierpe, la ciencia toma la palabra. En los estanques, verdaderos espejos de agua que descansan sobre una llanura que parece no tener fin, comienza un proceso que busca poner cada día más proteínas a las manos de la ciudadanía.

«Todo comienza al sacar de ahí a los reproductores. Tras pesarlos, se les inyecta una hormona sintética que facilita la reproducción artificial de los peces. Se extraen los huevos de las hembras y el esperma de los machos. Se unen y se dejan por alrededor de tres días en las incubadoras», explica Orelvis Hernández González, técnico en Biología Marina con más de 25 años en lo que hoy es la Unidad Empresarial de Base Acuisier.

Detalla el proceso como pez en el agua. Pero en cada palabra se siente el peso de las largas madrugadas porque se precisa de cumplir horarios para que los resultados sean efectivos. «Con este proceder la productividad aumenta porque hay más control de la reproducción, del desove. Cuando tienen los órganos formados se pasan a los estanques de crecimiento, donde están alrededor de 30 a 40 días, período en que alcanzan los cinco gramos. Entonces, se encuentran listos para ser incorporados a las presas».

Desde esa área, donde el olor a ciprínidos despabila el olfato mucho antes de llegar a las naves de la Acuisier, se contabilizan crecimientos y eficiencias. «Logramos en el pasado año obtener 40 millones de alevines, de un plan de 37 millones. De ahí que hemos podido sembrar todos los embalses de la provincia y entregar a otros territorios cercanos», refiere Jorge Luis Palmero Martínez, su director.

La reproducción artificial de los peces tiene satisfactorios resultados en Sancti Spíritus. Foto: Alien Fernández Martínez

«Además, hemos trabajado con el policultivo, algo que no es característico en el resto del país. Por supuesto, esos resultados han sido posibles gracias al esfuerzo del colectivo y las muchas alternativas implementadas para sortear las limitaciones. Estamos en un proyecto a nivel de país por el que debemos laborar con la tilapia y la claria».

No puede ser diferente. Saben que lo obtenido aportó a que la Empresa Pesquera Sancti Spíritus (Pescaspir) se erigiera como la más integral de su tipo en 2024 y al otorgamiento a la provincia de la sede del acto nacional por el Día del Trabajador del sector.

Un mar tierra adentro

La conocida carretera de El Jíbaro se ahoga en las aguas de la inmensa presa Zaza. En tiempos como los actuales, donde grita tener sed, fragmentos de las antiguas fábricas Nestlé, Lamosa y Libbys dejan verse casi en su totalidad.

El jolgorio de los pelícanos sobre sus puntas delata que los pescadores andan cerca. En una especie de rito llegan a la orilla en sus chalanas, desde donde puedan capturar el mayor volumen de peces. El camión con su proa empinada hacia la industria espera por las cargas.

«Otro resultado significativo de nuestra empresa, sin duda, descansa en que, de un plan de captura de 2 766 toneladas, se computaron más de 3 000 toneladas
—reconoce Erich Pérez Márquez, director de la entidad integrada por cinco UEB—. Es fácil decir en números, pero es complicado con la situación que ha tenido el país».

De situaciones difíciles no hay quien le hable a Rafael Antonio Richardson Gómez, pescador desde hace 31 años, integrante de una de las brigadas de la UEB Acuiza. Le basta mirar de frente a la Zaza cuando llega a las dos de la madrugada para saber si el viento hará olas a semejanzas de un mar agitado o si tienen que internarse hasta las mismas barrancas del río.

«Hemos redoblado esfuerzos y hemos puesto en práctica estrategias de pesca. Por ejemplo, cerca de aquella torre, —apunta hacia uno de los restos de lo que fue el emporio industrial espirituano— hay muchas matas, ahí ponemos una trampa con el chinchorro y así hemos cogido más peces. A veces hay que tirarlo hasta cinco veces porque la meta es entregar buenas capturas».

La piel curtida de este espirituano y la soltura con la que toma el remo no dejan margen a las dudas que, sobre las aguas de la Zaza, durante los 365 días del año no se pierde el tiempo ni en los momentos en que las apariciones de güijes, madres de agua y has­ta tiburones de río, que en las noches más os­curas se burlan de las redes y reparten coletazos a las embarcaciones, toman la palabra.

De la pesca a la industria

Tampoco sucede en la UEB Indupir. Forrado hasta los dientes, su colectivo labora de forma sincronizada, a semejanza de un reloj suizo. Todo comienza en el área de proceso, donde quedan limpias todas las especies. Luego, pasan al área de envase.

A Rafael Ramírez González, tecnólogo de Industria con 42 años en el sector, le basta hacer un paneo por algunas de las áreas para reconocer cualquier problema o preocupación que obstaculice el ritmo acelerado de quienes andan de un lado a otro por los húmedos pasillos de la entidad.

«Tenemos la responsabilidad de aliviar las tensiones que hay al llevar a la mesa la proteína cárnica. Nos satisface mucho que nuestros conformados tengan alta demanda».

En la UEB Indupir se alistan los productos que son consumidos por la población. Foto: Alien Fernández Martínez

Para el joven ingeniero Pérez Márquez superar las cerca de 2 000 toneladas de alimentos obtenidas en el pasado año es la máxima diaria de todo su colectivo. «Además de garantizar el consumo social, las dietas médicas, el Sistema de Atención a la Familia, se han comercializado en las pescaderías de la provincia conformados como croquetas, hamburguesas, masas y picadillo.

«Es cierto que la población no ve el pescado como tal porque somos meramente acuícolas, no pescamos en plataforma. Desde 2021 está paralizado el cultivo intensivo de claria y tilapia por la imposibilidad de adquirir en el exterior los piensos para la ceba, por lo que perdimos la oferta de filetes de esas especies. Por eso es la alternativa de los surtidos a partir de nuestras capturas».

Conscientes de que aún ha sido insuficiente satisfacer todas las demandas de la población, quienes laboran en Pescapir —donde los salarios no son, de forma general, desestimables y se ponen en práctica estrategias de estímulo— lo hacen para superar los resultados que la ubican como la entidad más integral de su tipo en el país.

«Apostamos por incrementar los cultivos dentro de la acuicultura. No va a ser de una sola vez, sino de forma paulatina porque nuestra meta inicial es llegar a las 4 500 toneladas de comida», concluyó.

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