Mariam Hernández (izquierda) junto a sus amigos del «pre», Carlos Manuel Fonseca y Claudia María Cala, quienes igualmente alcanzaron sus carreras tras realizar exámenes de ingreso. Autor: Cortesía de la entrevistada Publicado: 25/06/2024 | 08:56 pm
SANTIAGO DE CUBA.— Durante cada mañana de los días 7, 10 y 14 de mayo pasados, Lilieth Domínguez le dio a su hija el beso del éxito frente al preuniversitario Cuqui Boch. El amoroso ritual devenía resumen de largas jornadas de esfuerzos, desvelos, preparación e incitación para franquear triunfante el tiempo de las definiciones.
En las cuatro horas siguientes, la madre quedaba en el parque aledaño, enviando desde allí toda su energía positiva, y la hija, Mariam Hernández Domínguez, entraba dispuesta a demostrar en los exámenes de ingreso a la Educación Superior los saberes conquistados durante toda su vida estudiantil, especialmente en los últimos meses: «Días enteros dedicados al estudio, en los que solo me detenía para las cosas básicas: comer, bañarme, dormir…».
En cada paso firme de la muchacha tal vez todavía resonaban las palabras de la madre: «Esfuérzate, dame el extra…», que fueron motivación y soporte de las rutinas cotidianas de ambas en días de entrega total, seguras de que en estos tres momentos le iba el futuro a la jovencita, con una trayectoria académica impecable, ligada a concursos, foros estudiantiles, participación en eventos desde la primaria y su sueño de acceder a la carrera de Estomatología, la primera opción de su boleta.
«Fueron días muy estresantes, sobre todo por la presión de alcanzar los mejores resultados para asegurar mi carrera. Desde el inicio del 12mo. grado empezamos a prepararnos para las pruebas de ingreso; fuimos a puertas abiertas en las universidades, intercambiamos con profesores de las diferentes carreras.
«Realmente yo completé las diez opciones de la boleta, pero solo me interesaba Estomatología. Llegaron 30 plazas, y en los repasos, hablando con otros estudiantes, me fui enterando de que muchos la querían; eso supuso más tensión y me reafirmó que salir bien y sacar el máximo de puntos no era opcional».
A pesar de tener un calendario programado en la escuela y en la casa para estudiar cada día una asignatura, Mariam afirma que le dio más atención a las Matemáticas. «Esa es la materia a la que la mayoría tememos, por tanto, es en la que más nos preparamos: todos los días la estudiaba. Sin embargo, en la que menos preparada me sentí fue en Historia, pues abarca muchísimo contenido y, a pesar de tener claros los hechos principales, no quería que se me escapara ningún detalle que pudiera quitarme el máximo de puntos. Nunca sentí que fuera suficiente lo que estudié, y fue, en mi parecer, el examen más difícil.
«El día de la prueba de Historia estaba tan tensa que me repetía en la cabeza cada hecho una y otra vez, con temor a que alguna fecha se me hubiera olvidado. Cuando terminé de contestar todo sentí un gran alivio y supe que ya había vencido».
Con la satisfacción de haber triunfado con sus propios esfuerzos, Mariam Hernández asume que es el momento de agradecer: «Le debo estos resultados a cada uno de mis profesores desde los inicios de mis estudios en el preuniversitario Cuqui Boch, sobre todo a los que influyeron en mi preparación ahora, en 12mo. grado. A mi profe de Matemáticas, Elvira de Moya, consagrada cada día, quien nunca se rindió con ninguno de nosotros; su exigencia, a la que todos temíamos, ha sido clave en los logros, no solo míos, sino del Cuqui en general.
«También a la directora, Angelita Jarpe, siempre preocupada por nuestra preparación, como una madre; a mi profesora guía, Arennis, que desde 10mo. grado estuvo apoyándonos; a la profesora de Matemáticas, Ana Irsa, que con paciencia infinita recibía mis llamadas todos los días para revisar ejercicios o aclarar dudas y, por supuesto, a mi familia, que estuvo conmigo en todo momento».
En estas jornadas de alegrías y reconocimientos, Mariam recuerda especialmente a su maestra de 6to. grado en la Ciudad Escolar 26 de Julio, Rosa Brito, a quien le unen muchos gratos recuerdos. Una maestra muy especial que marcó un antes y un después en su actitud como estudiante, afirma.
«Recordaré siempre este tiempo como una etapa de muchísimo esfuerzo. Por el sitio online de la Universidad supe que había sacado cien en Matemáticas, pero en Español e Historia no tuve tiempo de revisar porque me llamaron Angelita y Elvira para felicitarme, emocionadas por haber alcanzado la máxima puntuación en los tres exámenes.
«Sí, en realidad no me preparé solo con el objetivo de aprobar las pruebas, mi meta siempre fue sacar el máximo. Cada día estudié con esa premisa: alcanzar cien puntos en las tres, para que no hubiera oportunidad de perder la carrera con la que soñaba».
No faltó, dice, la rivalidad fraternal, imprescindible cuando coinciden los intereses, con compañeras de aula como Elena Daniela Verdecia y Rachel Asher, quienes igualmente alcanzaron cien puntos en los tres exámenes de ingreso. «Sin pensar en eso estudiábamos juntas y nos apoyamos en todo siempre; en el momento final sabíamos que ya dependía de cada una y del interés individual.
«Aunque no fuimos muchos los que decidimos hacer prueba de ingreso, pues la mayoría de mis compañeros optaron por otras formas para acceder a carreras, considero que fue muy importante lo que viví en esta etapa; fue una oportunidad única, y valió la pena darlo todo, pues los resultados influyen directamente en nuestro futuro, en nuestra vida profesional, y si no se le presta hoy la importancia que merece, lo más probable es que haya arrepentimientos luego.
«Tantas horas de entrega me posibilitan ir a la universidad con una preparación y hábitos de estudio que considero que solo te los dan los entrenamientos y la presión de estas pruebas», asegura esta joven talentosa y afable, quien ya retoma sus otros intereses, como arreglarse, pasear, ir al gimnasio, que le encanta, y leer incansablemente.
Amante de las películas de terror y acción, con una prodigiosa voz y grandes dotes para el canto, Mariam Hernández Domínguez se define como una joven sensible y de buen corazón, pero de carácter fuerte, determinada, independiente. Por eso en este final de alegrías y cien puntos no hubo lágrimas. «No lloro muy fácilmente, aquí la llorona es mi mamá».
Oportunidad de crecer
La historia de Mariam Hernández y su mamá, Lilieth Domínguez, ha sido la de muchas familias santiagueras y cubanas, que vivencian hoy los rigores y emociones del habitual ciclo de ingreso a la Educación Superior de sus hijos, un proceso que moviliza a toda la sociedad y donde el apoyo familiar decide tanto como el esfuerzo de alumnos, profesores y directivos del sector educacional.
Un total de siete alumnos de preuniversitarios de la provincia, entre ellos Mariam y sus amigas, alcanzaron los cien puntos en los exámenes de Matemáticas, Español e Historia de Cuba, y sus vivencias son la expresión del gran esfuerzo desplegado en Santiago de Cuba en un indicador que visibiliza los logros y retos de nuestro sistema educacional.
Mariela Douglas Téllez, al frente de la Enseñanza Preuniversitaria en la Dirección Provincial de Educación, precisó que 1 374 de los más de 3 200 bachilleres egresados este año se presentaron a los exámenes de ingreso, en los que la provincia alcanzó un 83,41 por ciento de aprobados, un resultado superior a lo conseguido el pasado año, lo cual la ubica a la vanguardia del país.
La funcionaria resaltó los logros de seis de los nueve municipios santiagueros, situados por encima de la media provincial y nacional, especialmente el montañoso municipio de Tercer Frente, donde el ciento por ciento resultó aprobado.
Este logro, gracias al esfuerzo mancomunado de estudiantes, profesores, entrenadores, familias y directivos, pone a la provincia en el camino del reto de mantener y superar lo alcanzado, sentenció Douglas Téllez.