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El arduo camino de complacer a la familia cubana (+ Fotos)

La 21ra. edición de la feria Arte en La Rampa llegó a su fin este domingo con la particularidad de ser la primera que se realiza luego de dos años de pausa obligatoria debido a la COVID-19, y fue retomada con las buenas energías que desde los inicios han distinguido a este evento

Autor:

Lourdes Benítez Cereijo

Cada año Annia López espera con ansias la etapa estival, pues es precisamente en ese tiempo cuando se realiza la feria Arte en La Rampa, la cual se distingue por congregar a la familia cubana en torno a atractivas propuestas culturales y de artesanía. Ella es graduada de contabilidad, pero decidió probar suerte como emprendedora y abrió un bar-cafetería. Tiene 43 años y desde hace 15 es una asidua visitante al evento que acoge el Pabellón Cuba.

«No sé si para el resto de la gente será igual, pero en mi caso particular no me pierdo una, primero porque me encanta el ambiente sano y la juventud que se mueve por aquí, y segundo porque es una oportunidad genial para adquirir ciertas cosas de uso personal y para el hogar. La verdad es que siempre me voy complacida. Me gustan mucho las ofertas que se comercializan aquí, y es de lo mejor que se puede encontrar en la difícil relación precio-calidad. Si a eso le sumas que puedo venir con mis hijos y esposo y tener una salida familiar, pues es ideal».

El de Annia no es un caso aislado.Como ella, son muchos los cubanos que consideran que Arte en La Rampa es una buena elección para «refrescar» en los calurosos meses de verano. La 21ra. edición, que concluyó este domingo 4 de septiembre, tuvo la particularidad de ser la primera que se realizó luego de dos años de pausa obligatoria debido a la COVID-19, y del ordenamiento monetario. Lo cual supuso un escenario totalmente diferente al de años anteriores, cargado de nuevos desafíos y mayores complejidades.

Así lo siente Yoniel Hernández, artesano proveniente de Las Tunas y líder del proyecto YoniRústico, dedicado a la producción de artículos de piel. Aunque lleva 19 años de labor, emprendió su camino de manera independiente desde hace casi un año. «Este es un espacio que beneficia mucho a los creadores-productores. Permite obtener la reacción inmediata del público, ayuda a saber por cuáles rumbos anda tu producto, te permite observar los intereses de los posibles compradores. A partir de ahí se determina si es necesario modificar algo o potenciar una línea específica.

Yoniel Hernández, artesano y líder del proyecto YoniRústico.

«Ahora resulta más necesario que nunca porque es un medidor fundamental a la hora de establecer los precios. Todas las materias primas con las que trabajo se han encarecido y eso me obliga a aumentar el valor, aunque he tratado de mantener algunos, como los de las cosas para niños. El público estaba adaptado a una realidad, y ya todo eso cambió. Estas ferias te indican qué camino tomar».

A diferencia de Yoniel, Miriam Morales es lo que pudiera llamarse una veterana de la cita estival. De sus más de dos décadas como artesana, ha estado presente en la feria durante tres lustros. Su proyecto, Arfibrarte (alfarería y fibra con arte), es de los más visitados y también de los más económicos. «Somos cubanos y tenemos que ayudarnos. Es preciso valorar en la justa medida porque al final tenemos que darle una posibilidad a la población, de nada nos vale encarecer un producto que después no podrás vender.

Miriam Morales.

«El objetivo es consolidar la venta. Esas son las ventajas de estar en un espacio así, que sirve no solo para promocionar la cultura de manera general, sino también para que creadores y artesanos como yo, que trabajamos con contratos con empresas, podamos dar mayor visibilidad a nuestro producto y ver a la gente disfrutar con lo que hacemos».

Entre las propuestas más populares estuvo el proyecto de moda Reinel y Dianko, de Cienfuegos, quienes con sus atractivos diseños han ganado múltiples halagos. «Arte en La Rampa es una iniciativa que abre puertas, estimula el intercambio directo con los visitantes y compradores. Para nosotros es una gran satisfacción saber que muchas de las personas que llegan hasta el Pabellón Cuba lo hacen buscando nuestras propuestas», asegura Dianko Menéndez, uno de los diseñadores.

Arte en la Rampa fue una de las principales atracciones del verano. 

«Después de la pausa de dos años por la pandemia teníamos acumulada mucha expectativa y realmente nos ha sorprendido. Ha sido una experiencia muy positiva, porque las personas venían directamente a nuestro estand. Eso significa compromiso y reto. Nuestro propósito está marcado por la idea de fomentar la exclusividad.

«Nos distingue el hecho de que sacamos pocas copias de un diseño, y variamos mucho en los tejidos y estampados. Ahora nos toca adaptarnos a las nuevas condiciones y convivir con realidades tan desafiantes como la inflación, pero lo sobrellevamos y se percibe en la confluencia del público a la Feria, una plataforma que nos sirve para tener una idea de cómo avanzar», detalla Dianko.

Raúl Vázquez y su esposa Greicy Escobar llevan adelante un proyecto muy singular. Se trata de Chuecos, iniciativa dedicada a la confección de ropa deportiva infantil, así como accesorios personalizados para niños. Afirman sentirse a gusto en Arte en La Rampa, porque allí la gente los puede conocer y de esa manera amplían su mercado.

Greicy Escobar junto a su esposo Raúl Vázquez llevan el proyecto Chuecos.

Entre luces y sombras

Aunque la mayoría de los artesanos se mostraron complacidos, algunos visitantes no estuvieron en la misma sintonía. Tal es el caso de María Isabel Góngora, de 64 años. «He vivido toda mi vida muy cerca, podría decirse que vengo a la feria desde sus inicios. Como todo, ha tenido momentos mejores que otros. He visto menos ofertas y variedad que antes, y los precios han sido una sorpresa, al menos para mí resultan imposibles. Es como una vitrina, donde la gente mira y mira, y se va. Hay algunas áreas que siempre son exitosas, como la de los zapatos, y lo notas por la cantidad de personas. Pero el resto no ha corrido igual suerte. Quizá para la próxima ya sea diferente».

Por su parte, la joven Estefany Cruz, de 24 años, opina que, aunque no ha visto tantas ofertas, la diversidad se mantiene. «Hay para todos los gustos, bastante asequibles si se comparan con los precios en la calle. Lo que más me atrae son las propuestas culturales. Aquí se pasa muy bien, hay música, venden libros, obras de la plástica; y los conciertos son tremendo gancho».

Y es que, tratándose de un lugar como el Pabellón Cuba, sede de la AHS, no podía ser de otra forma. La cultura es un elemento fundamental. Así lo confirmó a Juventud Rebelde Yansert Fraga, productor general del evento. «Como es habitual, la programación se organizó respetando los espacios históricos que tiene el Pabellón.

El área de los zapatos goza de gran popularidad y presencia por parte del público que visita la feria.

«Se ha podido disfrutar de la trova, del jazz, de la peña campesina, de diálogos sobre cine, literatura, teatro y televisión. No faltaron las oportunidades para promover el quehacer de los más jóvenes y del talento de la AHS. El público llega hasta esta sede a recibir un paquete “todo incluido” y siempre tratamos de diseñar opciones que satisfagan los más variados gustos».

Quedar bien con todos es una tarea titánica, y la feria Arte en La Rampa es el ejemplo perfecto de lo complejo que resulta recorrer cada año el arduo camino de complacer a la familia cubana. Inconformidades y sinsabores habrá siempre en toda obra, detrás de cada esfuerzo, pero no por ello se deja de intentarlo.

La música de los más jóvenes estuvo presente en diferentes espacios artísticos del recinto. Fotos: Maykel Espinosa Rodríguez

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