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Con los jóvenes, ni estigmas ni encasillamientos (+Fotos, Videos, Infografía, Podcasts, Tuits)

La experiencia del Centro de Estudios sobre la Juventud, con 50 años de creado, demuestra que liderar o concebir adecuadas políticas públicas para ese complejo segmento requiere del acompañamiento profundo y consciente de la ciencia. En ello se empeña la institución, según revela la Doctora Keyla Estévez García, su directora

Autor:

Yuniel Labacena Romero

Cuba tiene una juventud totalmente diversa, heterogénea, amplia, hija de su tiempo, que necesita una mirada integral, que requiere no estigmatizarla ni encasillarla en una sola característica. Es una juventud muy dinámica, que llega a alcanzar niveles participativos, pero a veces quienes la investigan y dirigen deben interpretar esas maneras de participación y dar mejores oportunidades.

Si lo anterior fuera simple apreciación no habría mayores problemas, pero las investigaciones del Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ) revelan la existencia de ese cromatismo, que ha podido no solo estudiar, sino además vivenciar, la Doctora Keyla Estévez García, su directora, quien desde hace diez años está vinculada desde la ciencia con las nuevas generaciones.

Lo ha hecho ahí, en el terreno, en el tú a tú con los jóvenes, en sus lugares de acción, lo mismo en una escuela, en una fábrica, que en el campo. Ella sabe, por su experiencia y sus indagaciones, que se «requiere de mayor atención, sobre todo en procesos educacionales, de inserción laboral, de acceso y uso de las nuevas tecnologías, de recreación…, para escuchar sus inquietudes y sus propias valoraciones sobre fenómenos que ocurren en la sociedad.

«Por lo tanto, es una juventud que requiere que las investigaciones que sobre ella se hagan sean cada vez más integrales y la manera en que es vista también tenga esa mirada exhaustiva, pues ello permite tomar posición con las propuestas que se hacen, sobre las formas de trabajar con ella y las maneras en que se diseñan las políticas públicas en el país. Es un reto muy grande para quienes la dirigen y la investigan dar esa mirada de pluralidad y diversidad que existe en la actualidad».

Precisamente, estudiar las poblaciones infanto-juveniles de manera pura le ha dado identidad propia al CESJ, lo cual lo hace, sencillamente, una institución distinta a otras que se dedican también a la investigación social. Se trata de las más antiguas instituciones de su tipo en Cuba, con 50 años de creada y un perfil problémico que no se limita a una disciplina de las ciencias sociales, sino que suma varias en función de la investigación.

Por eso, como apunta Estévez García, el tiempo ha demostrado cuán sabia fue la decisión de crear lo que hasta 1983 fue una comisión de investigaciones sociales, adscrita a la esfera ideológica del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), y desde entonces el CESJ. «Esto le imprime mayores desafíos a nuestro trabajo, pues se trata del grupo poblacional más complejo en cualquier época y sociedad, incluso por lo que recibe y aporta, como enlace entre el presente y el futuro.

«El Centro, además, es joven, al estar conformado por muchos investigadores con esas edades. Ello se ha convertido en una fortaleza, en vínculo con los que tienen más experiencia y, sobre todo, que siempre dialoga con la realidad de esas juventudes, pero también con la política y con las propuestas para transformarla. Se hace una ciencia comprometida, revolucionaria y transformadora por y para los jóvenes».

—Quienes hemos seguido la labor del Centro apreciamos la carga investigativa de estos años…

—Hay líneas de investigación relativas a la formación, vida y destino de las nuevas generaciones, que han sido motor impulsor a partir de la dinámica en que estas están envueltas, sin excluir los referentes
metodológicos y teóricos para su estudio, herramientas para enfrentarlos y posibles soluciones. Hablamos, por ejemplo, de la inserción laboral, las relaciones de pareja, la familia, los procesos educativos, el tiempo libre y  la recreación, la salud sexual y reproductiva, la marginalidad, las poblaciones rurales, las indisciplinas sociales y la violencia, la vida interna y quehacer de las organizaciones juveniles y estudiantiles…

«En este último período estamos volviendo a estudiar los temas de migración, tema difícil porque a la gente le cuesta trabajo declarar posibles deseos de migración. Pero creo que siempre ha habido una experiencia de los investigadores para comunicarse con las juventudes, para que también sean parte de la investigación y no sujeto investigado.

«Hay que transmitir una ciencia comprometida y no quedarnos solo en la crítica de la sociedad o a los jóvenes. Se precisa interpretar cada uno de los fenómenos que ocurren con ellos, colocarlos en el momento exacto, hacer las propuestas y recomendaciones a esos fenómenos. Resulta difícil, aunque creo que el Centro lo logra y coloca
ese nivel de recomendaciones en manos de los decisores políticos.

«Hay una satisfacción de manera general de nuestros especialistas, pues valoran que sus resultados aportaron a una familia, una institución, al joven…, que fueron escuchados por quienes tienen que hacerlo. Conocen que sus resultados de estudio se tienen en cuenta y que muchas veces oímos a dirigentes del país citar e ilustrar con fragmentos de las investigaciones su trabajo para hacer mejor política y poder representar fenómenos que ocurren con la juventud. Eso demuestra la valía de hacer ciencia desde y para los jóvenes».

Hay que hablar de entusiasmo y resiliencia, de participación y laboriosidad como rasgos de las nuevas generaciones en nuestro país, asegura la Directora del CESJ. Foto: Abel Rojas Barallobre Infografía: Eliécer Torres Batista

 

—¿No ocurre aquí que las investigaciones se hacen para cumplir un plan, envejecer en una gaveta o ampliar el currículo de su autor?

—Creemos que hemos sido creativos a la hora de socializar los resultados y comprendemos muy bien que la investigación no es para beneplácito de quien la hace, por tener un resultado o de creer que tiene más conocimiento almacenado. Hay una experiencia en mostrar, junto a un informe de investigación, otro ejecutivo más preciso, de transmitir cuestiones que pueden ser captadas con facilidad por un decisor, aunque no esté familiarizado con elementos técnicos de la investigación. Se trata de colocar lo que queremos del resultado del estudio y dialogar.

«Nosotros tenemos nuestros propios eventos: los talleres de resultados Diálogos sobre juventud, que nos han permitido cada año interactuar con decisores y representantes de organismos. Hay una experiencia con la revista Estudio, la cual ofrece al lector investigaciones y análisis de nuestros especialistas y otras instituciones científicas cubanas y de Iberoamérica. Lo mismo puede decirse del Congreso Internacional de Investigadores sobre Infancias, Adolescencias y Juventudes, cuya nueva edición será en marzo próximo, además de que contamos con los boletines anuales que el Centro hacía y que pretendemos rescatar.

«No es investigar y mandar un informe  y  ya. Todo pasa también por la forma en cómo socializas,
cómo participas en un programa de televisión, de radio… y cómo se ve representado el investigador del Centro en comisiones de trabajo del Partido, del Gobierno, del Parlamento, donde se  hace posible que puedan entenderse los fenómenos y tomar decisiones. El dialogar de conjunto: investigador, decisor y público, es la meta de lo que hacemos».

 

—Asesorar al Buró Nacional de la UJC es uno de los principales objetivos que tiene el Centro. ¿Crees que se comprende dentro del liderazgo juvenil la necesidad de utilizar más las investigaciones en su labor de influencia?

—Nosotros somos muy escuchados en diferentes espacios. Tenemos esa oportunidad porque el Buró Nacional de la UJC ha entendido que la ciencia es un arma de la política y trabaja directamente con el Centro. Sus actividades, procesos, diagnósticos y hasta evaluación parten de saber qué está sucediendo con la juventud y cómo se debe actuar. En los últimos años, el Buró ha comprendido claramente que debe acercarse a nuestro trabajo, pedir orientación, dialogar y compartir pasos del trabajo de la organización con los investigadores sobre juventud.

«La posibilidad de que el Centro rectore la Red Nacional de Investigadores sobre Juventud —próxima a cumplir sus siete años de fundada— y de que sus más de 300 integrantes estén en todas las provincias y también puedan acercarse a los burós provinciales de la organización y trabajar con ellos de manera sistemática, permite decir que sí hay un acercamiento a la UJC.

«También el Centro desempeña otro papel después de haber  desaparecido la Escuela Nacional de Cuadros de la Juventud. Es la asesoría, la formación del cuadro, la entrega de propuestas para fortalecer las capacidades de los cuadros, la interacción con los territorios. Podía ser mejor esa interacción y esa toma de resultados, pero se consolida».

—La Encuesta Nacional sobre Juventud, la investigación más importante que se realiza en Cuba sobre el sector, lleva diez años sin realizarse…

—En ello influyeron varios motivos, así como el contexto de transformaciones en que se ha desarrollado el país. Pensamos aplicarla en 2024, después del Censo de Población y Vivienda de este año, porque además tendríamos algunos datos que confrontar. A pesar de no hacer la Encuesta, el Centro no ha quedado sin conocer las realidades de nuestras juventudes, y para ello hemos hecho caracterizaciones bastante integrales con atención singular a la diversidad de las áreas en las que se desempeñan los jóvenes.

«No obstante, somos conscientes de la necesidad del rigor científico de una encuesta nacional, por la amplitud de la muestra, el alcance de la población, los lugares a donde se llega… Ello hace evidente la necesidad de hacer la 5ta. Encuesta. Hemos hecho cuatro, y al comparar algunos resultados, Cuba clasifica como la nación con más alto desarrollo juvenil en América Latina y es la que más invierte en las generaciones jóvenes».

—¿Cómo seguir diseñando un proyecto de país que conecte con los intereses, necesidades, sueños y sentimientos de los más jóvenes?

El proyecto de país evidentemente tiene que cambiar y cuando hablamos de cambiar no significa el sistema político, sino socialmente, desde los recursos, condiciones materiales y desde las perspectivas que se diseñen en función de los sectores poblacionales. Las juventudes necesitan de mayores espacios, de encontrar satisfacción a las necesidades personales, que pueden ser colectivas, o que confluya lo colectivo con lo individual.

«Para satisfacer esas necesidades el país tiene que replantearse un grupo de temas que han sido explicados en muchas ocasiones, y que quizá no son factibles de solucionar inmediatamente a consecuencia de las limitaciones económicas y el recrudecimiento del bloqueo, pero se requiere una perspectiva de transformación más rápida y amplia.

«Hay un grupo de elementos que pueden ser estudiados y que, colectivamente, cuando usted propicia un debate o búsqueda de soluciones, tanto en un comité de base o en las estructuras de las organizaciones estudiantiles, salen las propuestas de transformaciones, que en muchos casos no tienen que ver con procesos de transformación política radicales ni se trata de negar el sistema socialista, sino de buscar mejoría.

«Mejorías que, de hecho, están recogidas en la propia Constitución de la República, como tener acceso a empleos dignos, una vivienda digna y salarios dignos… Cuestiones que son necesarias para el sector poblacional juvenil que el país las tiene identificadas, y que necesariamente tenemos que propiciar un grupo de acciones para cambiarlas verdaderamente y llegar a los estados deseados».

 

—El pasado año, en un encuentro con jóvenes representantes de diversos sectores en la Universidad de La Habana, el Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, refirió que se necesitan propuestas de diseño de políticas públicas específicas dirigidas a este grupo poblacional. ¿Qué debiera tenerse en cuenta a la hora de pensar en ese propósito y dónde deberían colocarse los principales intereses de las nuevas generaciones?

—Nosotros en el Centro siempre hemos hablado de políticas de juventud, dentro de las políticas sociales o públicas. En la última etapa, aunque se habla mucho de políticas públicas, que van dirigidas a toda transformación que se hace por el bienestar de grupos poblacionales o de poblaciones de manera general, creo que las políticas de juventud en Cuba son todavía, en gran medida, muy universales, sin tener en cuenta las características de cada territorio o el desarrollo de todos en igualdad de posibilidades y oportunidades.

 

«Hoy resulta vital que las estrategias que se diseñen tengan en cuenta esos elementos, como también atender esa diversidad que tiene la juventud y, sobre todo, que se consideren aspectos de lo que más preocupa a los jóvenes. Uno de los escenarios en los cuales debemos colocar nuestra mirada está relacionado con los principales espacios de socialización y de interacción del público joven. Ello está condicionado por las propias características de la edad, por lo que no se parecen en nada a los de un adulto, porque en las edades más tempranas prima el nivel de querer recrearse, vestir, salir, de tener una familia, de procrear.

«Las políticas tienen que estar dirigidas a evaluar cuáles son las transformaciones que en el nivel educativo se desarrollan y cómo pueden beneficiar más a los jóvenes, cómo se crean empleos para todos, en qué políticas de desarrollo profesional existen. Hay un grupo de aspectos que son de logística, de lo material, económico, que también son muy necesarios, como la vivienda, acceder a determinados artículos, y que apuntan, en general, a un mayor nivel de satisfacción.

«El cómo se cubren las satisfacciones y aspiraciones profesionales de los jóvenes, son temas que tienen que tocar las políticas, y aunque estas han beneficiado, de una manera general a los jóvenes, no puede obviarse que ellos están en mayor desventaja porque, además, son los que tienen menos experiencia, menos capital acumulado.

«Tendríamos que dialogar con una política mucho más directa sobre el desarrollo de los jóvenes y dirigida a satisfacer un grupo de necesidades, que incluso no pueden compararse con 50 años atrás, porque también, en dependencia del desarrollo, esas inquietudes se van transformando. Lleva mirar también a espacios y tipos de jóvenes determinados, porque estamos hablando de una persona que puede tener una discapacidad,
personas a las que les interesa otro tipo de actividades y, por lo tanto, hay que tomar en cuenta todas las preocupaciones y todos los elementos de este sector poblacional».

—Hacer política en Cuba es cada vez más difícil, sobre todo si es con y para los jóvenes. ¿Cómo contribuir desde las ciencias sociales y desde el CESJ a ello?

—Lo primero es colocar la realidad. Si nosotros solo nos dedicamos a investigar para criticar y no a hacer propuestas, dialogar y colocar esas realidades e inquietudes en las manos de quienes deben tenerlas, sería muy fallido el trabajo. Si tú tienes un compromiso y un deseo de transformar ese contexto, siempre vas a hacer una política y buena. Al investigador le corresponde no quedarse de brazos cruzados, no atender solo las derrotas, porque, además, tampoco el camino es expedito siempre.

«El investigador tiene que ser perseverante, creer en lo que hace, es el primero que tiene que tener mucha confianza en su trabajo. Creo que a medida en que podamos creer en todas esas fórmulas que pudieron parecer idealistas y no siempre se concretan, te hacen tener mejores resultados. Atendiendo a la diversidad y a las circunstancias se puede hacer una mejor política.

«El empeño que tiene el Centro es que la dirección de la UJC y sus cuadros puedan hacer una política atendiendo a las realidades de la juventud. Y, sobre todo, enseñando a las propias juventudes, a la niñez y la adolescencia cómo ser parte de esos procesos de instauración y de creación de la política, que sepan que su voz, bien colocada y orientada, es parte de la política y de ese mecanismo de participación popular y de democracia que tiene el país».

—Cuando hayan pasado otros 50 años, ¿qué le habrá aportado el Centro a sus jóvenes y a Cuba?

—Tendrá que ser siempre un centro en constante evolución, muy tecnológico, muy de avanzada, que renueve con frecuencia hasta las metodologías de investigación que utiliza y que pueda ser pionero en esos elementos. Creo que tiene que ser un centro que se convierta en un laboratorio social sobre juventudes, que sea capaz de dialogar desde la impronta y la inmediatez con los fenómenos que emergen de este sector poblacional. Un lugar muy activo, muy vivo, muy lleno de jóvenes; un centro que desprenda sueños y espacios, con una vibra que sea capaz de llamar a la gente».

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