Las nuevas generaciones honran el venerable altar que construyeron los caídos por la independencia. Autor: Miguel Rubiera Jústiz/ACN Publicado: 17/07/2021 | 09:51 pm
Ayer leí algo así en las redes y desde entonces me lo pregunté varias veces: ¿Y si se pierde la esperanza? ¿Y si se acaba la felicidad? ¿Y si nos intervienen «humanitariamente» y corremos al mismo destino de Libia, Irak y Haití? ¿Y si se fractura esa esencia del cubano de sentirse hermano del que apenas conoce, porque es suficiente saberse nacidos en el mismo pedazo de tierra?
Tantas interrogantes llegaron a mi mente, todas agolpadas y de un tirón sacudidas por la voz de las multitudes que este sábado se reunieron a lo largo del país en plazas y parques para demostrar que se puede cuidar la estabilidad del país.
Sancti Spíritus ratificó su respaldo al proyecto social que escogimos los cubanos. Fotos: Vicente Brito/Escambray.
Entonces pensé en mi hija, en mi casa, en lo que he construido con mis propias manos, en lo que me falta por hacer. Ha sido triste ver cómo se quiebran sentimientos de toda una vida. Lo más urgente de los tiempos que corren es preservar el amor, la sensibilidad, la paz. A todos nos duelen los disturbios del domingo 11 de julio. Nos duele tanta violencia. Nos duelen tantas diferencias entre cubanos, entre amigos, entre familia.
Entonces, quizá, nos apremie reparar, en la medida de lo posible, aquello que se dañó. Levantar una Patria en la que prime la unidad, un porvenir más saludable para todos, porque Cuba, sí, es de todos.
Estos han sido días tormentosos para quienes realmente piensan y quieren un futuro mejor. Antecedidos por tiempos difíciles, de escaseces y limitaciones, marcados, además, por la sombra de la pandemia que ha dejado con vacíos a más de mil hogares.
Al servicio de la nación están miles de hombres y mujeres dispuestos a defenderla.Tomada de Facebook.
En medio de la crisis, de esas horas tensas, una piensa en lo que tiene ganado y no quiere perder bajo ningún concepto. Y una no quiere perder la seguridad de que nuestros hijos salgan a la calle y regresen sanos. Y una no quiere perder esa capacidad de diálogo que hemos aprendido y que tenemos que hacer crecer. Y una no quiere perder el amor, el cariño de quienes decidieron irse lejos, a veces sin siquiera salir de esta tierra, a quienes te unen sentimientos puros. Y una no quiere perder el sosiego, la paz, y mucho menos la esperanza.
En noviembre pasado escribí en mi perfil personal que quería una Cuba en la que se respetaran las diferencias; una Cuba que escuchara, pero que no hiciera concesiones con quien no las mereciera. Hay contradicciones, caminos opuestos y cada quien sigue los que considere por el bien de la Patria, que no será nunca el de ser intervenida, el de mantenerse dividida, el de estar rota y apelar a medidas extremas para preservar lo más sagrado.
Las redes están llenas de odio, de ataques que provienen de las personas más inesperadas. Y yo quiero pensar que todo irá mejor, que Cuba no está sola, que habrá un mañana tranquilo, sin odios ni rencores.
Porque acá puede faltar todo, menos las ganas de seguir adelante, las ganas de sanar, las ganas de seguir siendo libres. Puede faltar todo menos la esperanza de una Cuba más feliz; la esperanza de soñar; la esperanza por la que se cantó también este amanecer desde todas las plazas de un país que no necesita ser azotado para «despertar», porque ya tiene sus voces auténticas, y sabe ejercer sus votos y entendió hace mucho que las acciones colectivas son para fundar, no para destruir.
La juventud avileña, en primera fila, para defender la Revolución. Foto: Tomada del perfil en Facebook de Yurisbel Gallardo.