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¿Cómo hacer que la adolescencia cuente?

Abordar los derechos de niños, niñas y adolescentes desde la ciencia en Cuba posibilita la creación de entornos amigables que protejan sus intereses y que apuesten por cumplir sus expectativas y necesidades

Autor:

Monica Lezcano Lavandera

Siempre se ha dicho que la adolescencia es una etapa complicada, y es muy cierta esa afirmación. De ahí que ese tránsito por la vida, cuando se deja a un lado la niñez, necesite de personas que aconsejen, brinden espacio a la confianza y aclaren las innumerables dudas que van surgiendo día tras día.

Pero, ¿cuán efectiva es la relación de nuestros niños y adolescentes con sus familias, sus escuelas, sus comunidades? ¿Siguen siendo los amigos de su misma edad en quienes más confían? ¿Conoce este grupo etario cómo vivir y disfrutar una sexualidad responsable?

Habría que analizar también si las acciones que hacemos, desde las políticas públicas, se parecen a nuestros adolescentes, si se sienten identificados, o si se exponen más en las redes sociales a contenidos foráneos, expuestos a modos de vida casi irreales.

Está claro que cada persona es diferente, y que no funcionan las mismas recetas para todas, pero urge crear espacios de debate y análisis sobre esos asuntos como sucedió con Adolescer un evento académico que recientemente desarrolló su 7ma. edición y cuyo principal objetivo es escudriñar, desde las ciencias sociales, en el desarrollo de nuestros adolescentes para contribuir al disfrute pleno de sus derechos.

Saber no puede ser un lujo

Dayana no conocía sus derechos en la adolescencia: «Cuando quieres tomar una decisión te dicen que eres grande para unas cosas y pequeña para otras. Unas veces te quieren sobreproteger y otras te dejan muy expuesta».

Igual sentimiento comparte Nathalí, quien cree que los derechos en ese tiempo se vulneran porque cuando se está creciendo «no somos conscientes de que tenemos esas ventajas; deberían explicarnos mejor en la casa, en la escuela, en la televisión».

Sin embargo, Evis cuenta que sí los conocía, pero le fue muy difícil hacerlos cumplir en todos los espacios donde estaba, mientras que Dialamaría siente que cuesta mucho enfrentarse a la frase «Eres menor de edad y debes hacer lo que te digan los mayores».

Opiniones como estas, compartidas en las redes sociales y en grupos creados para el intercambio con adolescentes, sientan las bases para un debate multidisciplinario entre especialistas e investigadores sobre las realidades de nuestros adolescentes en la Cuba actual, siempre desde la metodología de la Educación Popular, que promueve la construcción colectiva del conocimiento.

Al participar en Adolescer, Keyla Estévez García, directora del Centro de Estudios sobre Juventud, explicó que es necesario hacer una valoración general de las características de los derechos, deseos y aspiraciones que tienen los adolescentes, para que podamos entenderlos y transformar conductas desde los mismos adultos.

«Cuba hace esfuerzos por representarlos y cumplir como país, pero a veces en un sentido paternalista al ejercer la autoridad adulta sobre ellos, tanto desde espacios institucionales como personales y familiares, los derechos pueden ser vulnerados», acotó.

Entretanto, Lisy Alina Jorge Méndez, oficial del Programa de Protección de la Oficina del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Cuba, manifestó que los adolescentes acceden a la información a través de internet, así que esta debe ser una vía para visibilizar sus derechos, aprendan cómo ejercerlos, cómo exigirlos y que también sean conocidos por los adultos y los respeten y actúen.

En ese sentido, Ana Isabel Peñate, especialista de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, dijo que urge potenciar entornos protectores de derechos y desarrollo humanos sobre bases de equidad, inclusión y justicia social que aseguren a las más jóvenes generaciones una formación ciudadana comprometida con ámbitos como los derechos humanos, la cultura de paz, el medio ambiente, la tolerancia y la diversidad.

A otro tema transcendental se refirió Natividad Guerrero, especialista del Centro Nacional de Educación Sexual: se debe defender la inclusión de niños, niñas y adolescentes con discapacidad o problemas de construcción de su identidad sexual.

Señaló que debemos hacer frente a la falta de confianza, de tiempo o de un ambiente sano para el crecimiento de los adolescentes, pues ello afecta la comunicación. Igualmente conversó acerca de la importancia de reflejar los derechos de este grupo en el nuevo Código de las Familias, en el cual ya se trabaja.

Por su parte, Francisca Cruz, coordinadora del Programa Nacional de Adolescencia, señaló que todavía se debe insistir en dos asuntos fundamentales: las consecuencias del embarazo adolescente y ganar más en conocimiento sobre las infecciones de transmisión sexual (ITS) y VIH/sida, pues ello permitirá disfrutar de una sexualidad responsable.

Importante, expresó, es trabajar en función de que los adolescentes varones también se impliquen en la tarea de asumir la responsabilidad de su sexualidad, tanto en la prevención de embarazos como de las ITS.  De cierto modo la sociedad ha otorgado esta responsabilidad a las niñas, pues los roles, estereotipos y el poder de género están presentes en la educación sexual, explicó.

Comunicar en el mismo lenguaje

Los adolescentes pasan la mayor parte de su tiempo expuestos a las pantallas, interactuando con diferentes tipos de contenidos, en busca de privacidad y entornos propios. Sobre ese tema, Fidel Alejandro Rodríguez, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, considera que el mundo y el país están cambiando de manera acelerada y drástica, pero no así la educación.

Por ello es necesario habilitar espacios y formas de socialización entre jóvenes desde el consumo hasta su participación en asuntos públicos. «Al mismo tiempo, los padres, cuidadores e instituciones deben entender su responsabilidad en la formación de capacidades en infantes y adolescentes para un manejo apropiado de las herramientas y plataformas tecnológicas en procesos de transformación social», explicó.

Asimismo, es importante potenciar desde las instituciones, sobre todo las culturales, una programación que satisfaga los gustos, preferencias y necesidades de estos grupos de edades para que esta se convierta también en una opción atractiva dentro de lo que los adolescentes y jóvenes consumen culturalmente.

Pero no solo deben estar atentos los mayores a lo que consumen, sino también a lo que producen. Desde los post en redes sociales, la creación de memes o videos, nuestros adolescentes cubanos están creando contenidos en internet.

Rodolfo Romero Reyes, uno de los coordinadores del proyecto Escaramujo, asegura que la producción comunicativa es algo que motiva a los más jóvenes. «Aprovechemos esa motivación en función de los procesos de aprendizaje, de acciones colectivas de transformación social».

Puntualizó que el mayor acceso a las redes debe de ir acompañado de estrategias educomunicativas, que nos permitan participar en el espacio virtual de forma crítica y consciente. «Nuestros adolescentes son vulnerables también en estos espacios, en los que cada vez con más frecuencia se dan situaciones de acoso sexual, de violencia sicológica y de pornovenganza, entre otras».

Adolescer

Adolescer es liderado por el proyecto Escaramujo y ya celebró su 7ma. edición desde las redes sociales. El evento propició la participación y el compromiso de personas de diversas provincias del país, y de otras naciones como Argentina, Perú y Guatemala.

Coordinado por estudiantes y profesores de las facultades de Comunicación y Sicología de la Universidad de La Habana, el evento se dividió en paneles, foros temáticos y una feria de experiencias, para lo cual acogió a la plataforma Telegram como espacio de acción principal.

Con el apoyo de varias organizaciones e instituciones, Adolescer permitió crear alianzas entre proyectos que trabajan con adolescentes y que sueñan con una Cuba en la que sigan creciendo los derechos para todas las personas, desde las edades más tempranas.

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