Luego de tres intensas jornadas realizadas de manera virtual y con la participación de más de 2000 organizaciones de 162 naciones, concluyó el encuentro Autor: Enrique González Díaz Publicado: 27/11/2020 | 12:51 am
Sin dudas, durante tres días, las juventudes de izquierda y progresistas del mundo —desde las nuevas condiciones que impone la pandemia—, se unieron inspiradas en el ejemplo eterno de Fidel y de la isla rebelde de Cuba, para defender el antimperialismo, la batalla contra las políticas neoliberales, la solidaridad y la integración necesaria entre las naciones y sus hijos más nuevos.
Entonces, alienta que el Encuentro Juvenil Internacional Ideas que son banderas fuera calificado como «un aporte sobresaliente, en particular a la lucha y la unidad», al ser clausurado por Bruno Rodríguez Parrilla, miembro del Buró Político del Partido y ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, quien añadió que «hoy nos siguen acechando graves amenazas para la propia existencia humana, que se originan en el sistema capitalista explotador, guerrerista, depredador…».
Igualmente, dijo, hoy «asistimos a un nuevo reparto imperialista del mundo entre un puñado de plataformas globales, dueñas de las redes digitales, más digitales que sociales, por cierto, porque no son tan democráticas como aparentan y estas plataformas se apropian de los datos como antes las empresas transnacionales expoliaron nuestros recursos materiales».
Ante esas realidades es justo también el mensaje de Nicolás Maduro Moros, presidente de Venezuela, quien señaló que «en este tiempo histórico que nos toca vivir, de cambios profundos y acelerados», debemos volver a las ideas y valores por los que lucharon gigantes como el gran Fidel, Chávez, el Che, Bolívar, Martí… «Hombres que jugaron su papel, pero que dejaron una huella como profetas del tiempo que estaba por venir, del tiempo que va llegando».
Al recordar que América Latina se ha visto movida en el último año, el Jefe de Estado venezolano —también inspirador de las luchas en nuestra región—, señaló que las ideas que son justas tienen más poder que cualquier cosa en este mundo. «Nosotros llevamos esas ideas como bandera de la justicia, la igualdad, el mundo multipolar, el antimperialismo, la soberanía y la autodeterminación de nuestros pueblos.
«Sigamos en la batalla de la cuadra, de la familia, del aula de clases, en la universidad, en la escuela, en la fábrica, en la batalla de las ideas, del escrito, de las redes sociales… en la batalla de las
calles. Yo siempre llamo a la batalla de los medios, las redes y las paredes: pintando hermosos murales, sacando consignas en pancartas, dando la batalla en todos los espacios. Un mundo mejor, un mundo nuevo es
posible, es necesario y lo vamos a lograr», apuntó.
En su saludo a los jóvenes participantes en el Encuentro, otro gran amigo de la Mayor de las Antillas: Daniel Ortega Saavedra, presidente de Nicaragua, se preguntó: «¿Cómo dejar de pensar y de vivir el legado de Fidel si Fidel es vida, luz y verdad en Cuba, en nuestra América caribeña y el mundo?».
Era también el mensaje de la vicepresidenta, Rosario Murillo, en el cual se señalaba, además, que el Comandante en Jefe es «inteligencia y corazón de nuestras revoluciones, de nuestras
luchas, de nuestros empeños, de nuestros invariables compromisos».
Y, añadió, con él seguimos «caminando con los sueños invictos, con la dignidad crecida, con amor que es vuelo, esperanza y victoria. Nuestro Fidel de Cuba, de los pueblos, desde el infinito nos habla y nos dice: Adelante mujeres y hombres, jóvenes valientes de todo el mundo: ¡Pensemos y Venceremos!».
Sus palabras se unían al teólogo brasileño Frei Betto, quien aseguró que el legado de Fidel es sobre todo para la juventud por ser el futuro de la Revolución. Además, felicitó al pueblo cubano por su resistencia, la disposición de lucha, sin pesimismos, y advirtió a los jóvenes que el futuro estaba con ellos.
«Si queremos hoy ser herederos del ejemplo y el pensamiento de Fidel debemos estar comprometidos con los más pobres, con aquellos que son víctimas del capitalismo neoliberal y con una sociedad en la que se compartan los bienes de la tierra y los frutos del trabajo».
Nadie quiso despedirse del Encuentro sin agradecer, y por ello llegaron las voces de representantes de América, Asia, África, Europa y Medio Oriente, quienes demostraron que este fue un «espacio por el bien común, un espacio de integración de ímpetus por el progreso de la humanidad, un espacio de eterna solidaridad con Cuba».