La nueva planta es ciento por ciento cubana. Autor: Héctor Carballo Hechavarría Publicado: 21/09/2017 | 06:27 pm
MOA, Holguín.— A un 90 por ciento de ejecución física avanza ya, en áreas de la empresa del níquel Comandante Pedro Sotto Alba, de este municipio, la construcción de una nueva planta de ácido sulfúrico que cuando se encuentre lista y produzca a plena capacidad, incrementará los indicadores de eficiencia en esa industria y reportará ahorros significativos.
La posibilidad de poder contar dentro de las mismas instalaciones de la fábrica, y a costos menores, con cantidades suficientes del referido ácido, significa un respaldo directo al proceso de lixiviación ácida a presión, en el cual está basada su tecnología, y que es el que posibilita extraer las porciones de níquel y cobalto contenidos en el mineral.
Según informó el ingeniero Carlos Iglesias Fernández, director del proyecto, las potencialidades de esta segunda y mucho más moderna planta a disposición de la Pedro Sotto serán de unas 2 000 toneladas diarias, que significarían ahorros por un millón de dólares a la semana, por concepto de sustitución de importaciones, sin contar otros cuantiosos beneficios asociados al aprovechamiento del vapor industrial que se derivará durante el proceso fabril.
La materia prima primordial para la obtención del ácido sulfúrico es el azufre y por cada tonelada adquirida se podrán elaborar tres de ácido, una correlación cuyos beneficios podrían llegar a rondar los 43 millones de dólares anuales. Tales argumentos resultan concluyentes para definir a este nuevo enclave fabril en Moa como uno de los procesos inversionistas más importantes que desarrolla el Ministerio de Energía y Minas en la nación.
Lo cierto es que tales incentivos inspiran por igual tanto a directivos, especialistas y obreros que laboran en esa insigne industria del níquel, como al personal inmerso en su construcción.
Lo atestigua la coincidencia armoniosa de entidades como el Grupo Empresarial Dinvai-Construccciones, del Ministerio de la Construcción (Micons), a cargo de las faenas de mayor envergadura, contando en apretado círculo con la experiencia de colegas procedentes de otras empresas, como la Integral Número 3, la Mecánica del Níquel Gustavo Machín, y de Mantenimiento a Centrales Eléctricas (EMCE).
Tal y como lo expresaron a JR algunos de sus mismos hacedores, y sin escatimar experiencias profesionales pasadas, el levantamiento de la nueva instalación fabril entraña, también, una de las obras más valiosas que legarán en sus vidas.
Cascos blancos de rojo
Un amplio abanico de profesiones y oficios confluyen en el arte de dar «cuerpo y vida» a esta aparente mole de acero y tecnología, que tan solo lo es para el ojo inexperto.
Mecánicos, paileros, cabilleros, albañiles, soldadores, electricistas y carpinteros son algunos de los que laboran aquí hombro con hombro y de sol a sol. Son alrededor de 400 hombres y mujeres procedentes no solo de Holguín, sino de otras provincias como Cienfuegos, Granma y Santiago de Cuba.
La jornada abarca dos turnos de ocho horas. El segundo concluye en las primeras horas de la madrugada. Para casi todos esta ha sido igualmente una gran oportunidad para poner a prueba todo lo aprendido, pero también para abrirse a nuevos horizontes en la superación profesional.
En correspondencia con su alto compromiso como supervisor del proyecto, Arnulfo Rodríguez Carcasés, desempeña un rol decisivo en el empeño de que cada uno de los pasos que sigue la inversión se dé con apego a la mayor eficiencia y por todas las partes.
Los requerimientos que habrán de acompañar la manipulación de componentes químicos con peculiaridades de ser altamente corrosivos y contaminantes motivan al especialista a señalar como una de las ventajas de la naciente planta sobre su antecesora, la posibilidad de causar un menor impacto sobre el medio ambiente.
La moderna tecnología en instalación, por ejemplo, comprende una reducción notable de las emisiones directas de dióxido de azufre al medio ambiente, en una «combinación difícil de conseguir, pero lograble», según afirmó el supervisor principal.
Entre las normas de calidad ingenieril y de seguridad ambiental que se han tenido en cuenta, el especialista subrayó la relacionada con la ocurrencia de sismos.
Pero el reto mayor que ha significado la construcción de esta planta lo sintetiza Rodríguez Carcasés cuando explica que es la continuación de un proyecto que fue contratado inicialmente a una entidad extranjera en la modalidad de llave en mano, y que posteriormente fue retomado para ser ejecutado íntegramente por personal cubano.
La envergadura de las operaciones obligó igualmente a adoptar otras soluciones constructivas en el lugar donde realmente comienza la cadena productiva de la planta de ácido, y que es en el puerto.
En áreas puntuales de la rada moense se requirieron por tanto acciones para extender la plataforma sobre la cual se almacena el azufre, y para modernizar el sistema para su filtrado hasta el estado líquido, antes de trasladarlo a la planta.
Entre los objetos de obra más complejos y en pleno avance figuran el montaje de las calderas, hornos, convertidores y el aislamiento térmico de conductos, junto al montaje de los instrumentos de automática, previstos para su fase de ajuste y puesta en marcha durante marzo.
A unos 25 metros de altura, asidos a los andamios por los cinturones de seguridad y cubiertos con una indumentaria lo suficientemente propicia para protegerse del frío y la humedad, el joven Reulis Girón Reynoso se asemeja más a un cosmonauta que a un soldador.
«Son soldaduras que tienen altas exigencias de especialización, y en algunos casos las practicamos por primera vez en el país. He puesto todo mi esfuerzo para que salgan a la perfección», asevera Girón Reynoso con un aire de orgullo.
La exigencia por la protección y seguridad del personal es algo que se aprecia a ojos vistas en el uso de espejuelos, cascos y medios de comunicación. «El menor descuido seguro no pasará por alto para nuestros supervisores. Ellos no nos pierden ni pie ni pisada», asevera sonriente el joven.
Junto a su colega Rafael Batista, él es uno de los que le ha tocado estrenarse en la soldadura sobre acero SX. El haber sobrepasado satisfactoriamente todas las comprobaciones de calidad es una de sus mayores recompensas, además de confesarnos que «allá arriba» también piensa en sus tres hijos.
La presencia de la mujer está muy bien representada en la ingeniera Dora Acencio Montero, única fémina imbuida en los aciertos de la planta de ácido, donde se encarga de supervisar los componentes mecánicos.
Cercana a una megaconstrucción
Aunque el monto total de la inversión asciende a unos 300 millones de pesos, algunos especialistas prefieren no considerarla una megaconstrucción. Sin embargo, haberla hecho crecer, pese a las complejidades y retos, y para que lleve implícito un sello ciento por ciento cubano, ya de por sí resulta una hombradía.
Serán como nuevos trazos sobre ese singular paisaje de serpenteantes tuberías, fumarolas y olores característicos que conforma una arista importante de nuestra economía, y habrá salido nuevamente de hombres y mujeres de una talla que solo puede encontrarse en la rojiza tierra del níquel.
Un territorio donde en los últimos años han despuntado otras significativas obras ingenieriles, como el tercer turbogenerador de la termoeléctrica perteneciente a la vecina empresa Comandante Ernesto Che Guevara, en fase de ajustes y puesta en marcha, o la construcción de la gigantesca presa de cola donde se depositarán los residuos del proceso fabril de la fábrica Pedro Sotto Alba.