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Un muy docente salto con pértiga

No sin sobresaltos e incertidumbres, muchos universitarios combinan un pupitre en el aula con el rol de profesores. El Movimiento de Alumnos Ayudantes, que integran más de 10 000 estudiantes, contribuye, entre otros beneficios, a suplir el déficit de los claustros del país, una de sus misiones especiales a los 93 años de la FEU

Autores:

Nelson García Santos
Yahily Hernández Porto
Roberto Díaz Martorell
Hugo García
Yuniel Labacena Romero
Luis Raúl Vázquez Muñoz
Adianez Fernández Izquierdo
Lisandra Gómez Guerra

Las caras de desconcierto de la mayoría de los estudiantes de su brigada cuando les plantearon suplir el déficit de maestros en las asignaturas de Matemática y Física en la enseñanza Secundaria se le han quedado grabadas. La idea entonces no les agradó.

Contra todo pronóstico, Francisco Castañeda Álvarez, integrante del Movimiento de Alumnos Ayudantes (MAA) Frank País García, dio el salto, que se le antoja de un Sotomayor, de estudiante de Ingeniería Informática en la Universidad de Sancti Spíritus, José Martí, a docente de Matemática en la ESBU Ramón Leocadio Bonachea.

«No es fácil», afirma, el dilema por el que ha tenido que pasar. En esta coyuntura se ha visto enredado entre la preparación que reciben, las clases por impartir y la universidad, y el tiempo no sale del cuerno de la abundancia.

El conflicto lo alivia el saberse útil socialmente, saber que su esfuerzo le hace mucho bien al país. «Es una necesidad nuestra presencia y, aunque no tenemos experiencia, poseemos los conocimientos para enseñar, y así ninguna aula queda sin maestro», nos dice entre planes de clases y ejercicios de Matemática elaborados por él.

Parte indisoluble de la vida de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y de cuantos han pasado por ella ha sido la existencia del MAA, surgido ante el éxodo masivo de profesores durante los años 60 del pasado siglo. Entonces muchos estudiantes asumieron la doble misión de formarse como profesionales e impartir docencia a sus compañeros de aula.

Desde esos primeros años hasta la fecha, quienes se han involucrado en este empeño de la organización —que este 20 de diciembre llegó a su 93 cumpleaños—, han tenido en el magisterio otra forma de experimentar a plenitud la vida universitaria.

Tras los aciertos y desaciertos del movimiento Frank País García anduvo Juventud Rebelde, pues no son pocos los criterios emanados del proceso de discusión poscongreso de la FEU, que avalan la necesidad de rescatar la figura del alumno ayudante en el aula, no solo como un apoyo más a la docencia, sino también como parte sustancial del proceso docente educativo, para seguir siendo útiles a su universidad y, por supuesto, a su país.

Más de 10 000 estudiantes integran en la actualidad el Movimiento, del que pueden ser miembros quienes hayan aprobado el primer año de la carrera y cumplan con determinados requisitos y condiciones. Actualmente, la principal tarea que asumen sus integrantes es impartir docencia en distintos centros de la enseñanza general, como una alternativa para paliar el déficit de maestros.

Una experiencia gratificante

Danhiz Díaz Pereira es de esos universitarios que llegó de forma inusual al Frank País García, pues lo hizo desde el primer año de su carrera. El joven, quien estudia el segundo año de Ingeniería Industrial en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (Cujae), cuenta que en ese entonces hacía falta apoyar la asignatura de Laboratorio Física 1, y los profesores le pidieron su colaboración.

«No dudé en dar el paso al frente, pues así ayudaba a mis compañeros, a la vez que adquiría otras experiencias. Al pasar el año continué con esta materia y me sumé también como alumno ayudante a otras dos: Cálculo 1 y Álgebra lineal, que imparto a los estudiantes del curso por encuentros», apunta.

«Esta tarea requiere tiempo extra para preparar las clases, los ejercicios y hasta dominar con anterioridad el contenido que me toca, para luego compartirlo. Sin embargo, la experiencia me permite tener otra visión de lo que siente el profesor cuando está frente a un aula y, sobre todo, de cuánto tiene que prepararse para responder a las exigencias de sus discípulos».

Según Lisett Conde Sánchez, estudiante de quinto año en la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, los alumnos ayudantes deben cumplir con cuatro horas semanales de clases y participar con los tutores en sus actividades como médicos, ya sea en consultas, guardias, jornadas científicas o talleres.

«Cuando tenga mis hijos sabré cómo entenderlos, descubrir sus secretos y hasta adelantarme a sus problemas», dice el avileño Orlay Coello Castillo, de 21 años, quien desde hace dos cursos integra el contingente Leonela Relys, creado en Camagüey para impartir clases en la secundaria capitán Silverio Blanco, ubicada en el reparto Julio Antonio Mella (Montecarlo), de esa ciudad.

«Me he crecido como profesional y ser humano. Al principio tenía temor, pues no sabía cómo transmitir conocimientos a tantos muchachos a la vez, pero la ayuda de los “profes” más experimentados y de mi tutor me sacaron del bache», enfatiza Castillo, quien cursa el quinto año de Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Camagüey, Ignacio Agramonte y Loynaz.

Pilar González Ramos, estudiante de cuarto año del Instituto Superior de Relaciones Internacionales, recuerda que su primer pensamiento estuvo en cómo resultaría ese primer encuentro con adolescentes y si se entendería con ellos. «Por suerte, todo ha salido bien, y esta labor ha sido una experiencia difícil, aunque conmovedora».

La joven, quien desde el pasado curso escolar imparte Español-Literatura en la secundaria Eduardo García Delgado del municipio de Plaza, destaca que «este esfuerzo asegura el aprendizaje de los muchachos y el futuro de nuestra educación»; sin embargo «se necesita más apoyo de la institución, sobre todo en la preparación metodológica, y en comprender que nosotros, a la par de esta carrera, asumimos también nuestra formación».

Limitaciones en el camino

Aun cuando la mayoría de los entrevistados por este diario reconoce las bondades del Movimiento, en especial la misión que asumen ahora como docentes al frente de un aula de las enseñanzas Secundaria, Preuniversitaria   y Técnico Profesional, en el camino han encontrado limitaciones. Entre ellas están el desconocimiento de cómo funciona el Movimiento, cómo se ingresa a él y las tareas que asumen sus integrantes, además de impartir clases.

Conde Sánchez expresa que muchas veces las rotaciones de otras especialidades coinciden con las actividades que deben cumplir como alumno ayudante, y los profesores no quieren que salgamos de sus turnos —como es lógico—, para asumir nuestro encargo. «Por ello tiene que existir una mejor planificación en las tareas y los horarios en que se desenvuelve el alumno ayudante.

«Además, la FEU como organización no siempre da la atención debida. Para ilustrar: se deben realizar los activos o encuentros de alumnos ayudantes para ahí analizar cómo va nuestro desempeño. En muchos lugares esto lo pasan por alto, y al final los perjudicados somos nosotros, que no tenemos espacios para el análisis de nuestros problemas».

Mario García Rodríguez, estudiante de Derecho de la Universidad de La Habana, refiere que también existe dificultad con el pago que se establece para la ayudantía, aunque esto no es lo más importante. «Muchos no conocen que existe una resolución del Ministerio de Educación Superior que establece el pago a quienes se incorporan al Movimiento de Alumnos Ayudantes o que realicen actividades similares».

Esas opiniones también las comparte Díaz Pereira, quien sumó que a un Movimiento como este, de más de cinco décadas, a veces se olvida atenderlo y muchos lo ven como un espacio solo para apoyar la docencia. «No siempre el profesor tiene que motivar al estudiante a integrarlo, o explicar su funcionamiento, pues eso corresponde a la FEU como organización».

Todos estos elementos influyen a veces en la disposición de pertenecer al Movimiento y continuar en él, considera Tamara Crespo Hernández, de segundo año de Contabilidad, de la Universidad de La Habana. «Pensé que el MAA era propio de la institución, pues casi siempre son los profesores quienes nos hablan de él. La FEU debe darle mayor divulgación, como hace con otras actividades y procesos, y así lograr que este se fortalezca».

Asegura Díaz Pereira que la FEU tiene que darle otra mirada, aportarle mayor dinamismo, asumirlo entre sus prioridades. «Ahora se habla más de él, pero es solo por la tarea que asumimos de impartir clases en la educación general. Esto no debe ser así».

Conde Sánchez suma a ello:  «Cada uno de nosotros debe sentirse identificado con la ayudantía que escogió y con sus actividades.  Se deberían realizar de forma sistemática los festivales de la clase y encuentros de conocimientos. Se deberían dar cursos o talleres de preparación sobre pedagogía, para una mejor proyección de los alumnos ayudantes cuando llegan a un aula», apunta.

También los estudiantes han encontrado limitaciones en la nueva tarea que asumen en los centros educacionales de la enseñanza general. Según cuenta Iliana Artiles Olivera, asesora del vicerrectorado docente educativo de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, han existido dificultades que se han ido superando, paulatinamente, y solo unos pocos, por desmotivación, se han apartado de la tarea.

Entre los problemas superados, en gran medida, se cuentan la falta de transporte para el traslado hacia las escuelas, y la entrega del módulo de medios para la enseñanza a los integrantes del contingente.

Además, se han resuelto muchos de los problemas de indisciplinas que han ocurrido durante la impartición de las clases, los cuales se han suscitado en las enseñanzas Secundaria y Politécnica, las más difíciles por la edad de los alumnos.

Un apoyo muy necesario

Según Heidy Donis Veites, profesora del Departamento de Derecho de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas de la Universidad de Ciego de Ávila, Máximo Gómez Báez, quien en su etapa estudiantil integró el MAA, este es esencial tanto para el estudiante como para la formación de reservas científicas en los centros de Enseñanza Superior.

La joven, que atiende a dos alumnos ayudantes, destaca que otro aspecto positivo es que el estudiante no solo adquiere habilidades en el perfil específico de su especialidad, sino que se desarrolla en el ámbito pedagógico. «Desde ese punto de vista, el educando se forma como especialista y como profesor en una dualidad paralela, que contribuye a su formación cultural, y adquiere mayor integralidad.

«Lo que pudiera limitar o crear obstáculos al buen desempeño de los alumnos ayudantes es la organización de la carga docente. En ello la planificación es fundamental, pues en muchas ocasiones el estudiante imparte docencia en el mismo momento en el cual su grupo está recibiendo una conferencia o determinada asignatura.

«Eso provoca su ausencia a turnos de clases, que luego debe recuperar de manera autodidacta,  y que supone, también, un esfuerzo adicional con sus lógicas tensiones, sobre todo cuando orientan algún trabajo extraclase. Esto pudiera mejorarse con organización, y pensando, desde la institución, mucho más en ese alumno».

En el caso de la Universidad de la Isla de la Juventud, el Movimiento no solo tributa a la docencia curricular, también contribuye  a la formación científica de estos jóvenes, a partir de las bondades del proceso de integración.

De acuerdo con Ulicer Vecino Rondán, decano de la Facultad de Ciencias Técnicas de ese centro, esa realidad demandó sumar la práctica laboral investigativa al desarrollo profesional del Movimiento como parte del fortalecimiento del claustro y los procesos sustantivos de la Educación Superior.

«En ese sentido se trabaja en la estrategia de desarrollo de energías renovables, la estrategia de desarrollo de las unidades básicas de producción cooperativas vinculadas al Programa de Desarrollo Integral del territorio, el control interno de las entidades locales y la informatización de los procesos económicos del sector agrícola», explica.

Tanto Vecino Rondán como Margarita Rives Pantoja, jefa de la sección de cuadros de la Universidad pinera y al frente de la disciplina Inglés, coinciden en señalar que se debe mejorar la planificación del trabajo metodológico con los muchachos, darles más tareas específicas en su plan de preparación y que los profesores tutores comprendan que los estudiantes no pueden quedarse solos.

Asimismo, destacan entre los principales logros del proceso de preparación intensiva de cara al futuro, el incremento de la motivación y el compromiso. En consonancia, Rives Pantoja acota que «en el caso particular de la carrera de Inglés se gradúan muchos estudiantes y luego del servicio social migran a otros sectores; sin embargo, los que se forman dentro del Movimiento de Alumnos Ayudantes, por lo general permanecen en Educación», sostiene.

Yusdiel León, profesor de la Universidad de Artemisa que  imparte clases de Marxismo-Leninismo e Historia en la secundaria básica XI Festival, de Güira de Melena, es el encargado de la capacitación de Vladimir García Sariol, un joven que, sin haberse graduado aún, ya siente el privilegio de que le digan «profe». «Es un muchacho muy responsable. En la manera de impartir las clases se percibe una vocación pedagógica, lo cual agradecen los educandos».

El mayor reconocimiento

Son muchos los estudiantes que cada año dan el paso al frente para compartir sus saberes con otros tan jóvenes como ellos. Y esa dedicación, que reclama un tiempo extra, bien la reconocen no solo sus alumnos, sino también los familiares de estos. Enélida Camejo Rodríguez, madre de la joven Ángela Baragaño, estudiante de primer año de Licenciatura en Español y Literatura en la Facultad de Ciencias Pedagógicas de la Universidad de Matanzas, considera que es bueno saber que los estudiantes se motiven a estar frente a un grupo.

Su hija recibe clases de Inglés de una alumna ayudante de tercer año de su propio centro. «Debería haber un profesor más experimentado supervisando las clases constantemente. Mi familia sigue de cerca el avance de nuestra hija en sus estudios y quisiéramos que ella pudiera ser alumna ayudante cuando esté en tercer año, pues le brindaría más confianza para cuando sea profesora», comenta la también Licenciada en Contabilidad y Finanzas.

Niurka Bello, mamá de Claudia Rivera, compañera de aula de Ángela Baragaño, refiere que la alumna ayudante que le imparte Inglés a su hija posee muchas cualidades humanas y está capacitada. «Domina el contenido, pone interés para que entiendan sus clases y se relaciona bien con los alumnos. No me preocupa que un alumno más adelantado imparta clases, lo veo bien y hasta le sirve como práctica para su futuro».

Sobre los alumnos ayudantes que imparten docencia en los preuniversitarios, por ejemplo, los más de 40 estudiantes  del aula octavo 6, de la secundaria básica capitán Silverio Blanco, del municipio agramontino, aseguran que los nuevos profes eran parte del grupo, estaban muy bien preparados y son muchas veces los líderes de las actividades del centro.

Al intercambiar a través de una dinámica de grupo con este diario, acerca de la significación de tener como maestros a estudiantes universitarios, Dalia Rivero Abelarde cuenta que la noticia de la llegada de los profes resultó primero una incertidumbre. «Tenía mis dudas y mis padres también, pero al ver los resultados y su integración, ahora no queremos que se vayan».

Iguales criterios compartió la espirituana Anyanai Garrido Contreras, alumna del séptimo grado, cuando se le preguntó por la calidad de las clases y las acciones de esos profesores que aún no son egresados. «Resultan muy interesantes porque aunque se alejan, en ocasiones, de la formalidad de los profesores más experimentados, se presentan con un lenguaje más cercano a su edad».

En busca de un cambio

No hay dudas de que el MAA representa una cantera para la formación de calidad de los futuros profesionales desde una perspectiva científica-pedagógica, una respuesta eficiente a las demandas  de la Educación Superior. En tal sentido, Dayana Santrayll Fonseca, miembro del Secretariado Nacional de la FEU, reconoce la necesidad imperiosa de fortalecerlo en todos los aspectos.

Entre sus elementos positivos pondera la motivación hacia él por numerosos estudiantes, el conocimiento de sus funciones y la existencia de espacios para la preparación integral de los estudiantes, muchos de los cuales forman parte de las tareas de impacto en el sistema educacional ante el déficit de cobertura profesoral.

Sin embargo, señala, existen aspectos negativos que lastran su funcionamiento, como la falta de atención sistemática por la FEU y la institución, la no realización periódica de los activos del Movimiento en algunas de las universidades, la no existencia de una participación activa de sus miembros en actividades colaterales con la institución y la falta de preparación suficiente, en ocasiones, del dirigente estudiantil que debe atenderlo.

«Aun cuando la FEU estableció  el premio A un futuro maestro, para reconocer a los estudiantes destacados en el Movimiento, este no se emplea lo necesario. Además, hay que insistir más en el apoyo de la institución en la preparación y ayuda metodológica, la entrega de recursos para el desarrollo de actividades y en la inserción en acciones investigativas y académicas desde los colectivos de año hasta proyectos extracurriculares.

«En esto último, tanto nuestra organización como la institución tienen una enorme responsabilidad, y el profesor que se desempeña como tutor tiene que brindar las herramientas necesarias para que el alumno ayudante cumpla con sus funciones», reconoce.

«El funcionamiento del Movimiento y su renovación no pueden quedar en el olvido en medio del proceso de cambios que vive la educación cubana, en busca de su pertinencia y calidad. Cuanto logremos conseguir en este camino hará que nuestros miembros se identifiquen más, tengan sentido de pertinencia y asuman el proceso docente educativo como una obra de infinito amor».

Pistas de un Movimiento

Puede ser miembro del Movimiento de Alumnos Ayudantes Frank País García todo estudiante que haya aprobado el primer año de la carrera, tenga buenos resultados docentes y cinco puntos en las asignaturas que aspira impartir, sea avalado por la brigada para desempeñarse en esta tarea y defienda una conducta que valide su ética y ejemplaridad como educador.

Para el ingreso, al iniciar cada curso, la FEU, de conjunto con las direcciones institucionales de las facultades, sedes o filiales, organiza el proceso de selección de sus estudiantes. Para ello se diseña un plan de plazas que responda a las necesidades de cada asignatura, especialidad o carrera, y a las potencialidades según la preparación recibida por los alumnos.

Al culminar la selección de los alumnos ayudantes se realiza la constitución del Movimiento para ese curso académico. En todos los cursos se realizará un nuevo proceso de selección de los alumnos ayudantes, renovando así las filas del Movimiento.

Quienes lo integran no solo imparten una asignatura determinada, sino también clases prácticas, seminarios, consultas, cursos. Igualmente deben mantener una activa labor científico-investigativa y brindar apoyo a los estudiantes con dificultades académicas, y velar por su superación académica y cultural.

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