Grupo de bomberos con los trajes y cascos de la etapa colonial. Autor: Archivo del Cuerpo de Bomberos Publicado: 21/09/2017 | 05:58 pm
Durante algún tiempo los bomberos solo eran asociados con seres de actitud temeraria dispuestos a correr todo tipo de riesgos para salvar a las personas y los bienes materiales en los incendios.
Con los años, a las memorables cruzadas contra el fuego se han incorporado otras misiones en las que, cual gladiadores, protagonizan extraordinarias búsquedas, rescates y salvamentos en el mar, tras derrumbes, accidentes, ciclones, o cuando ocurren escapes de sustancias tóxicas.
Sin embargo, desde hace algunos años, los bomberos, a través de su Destacamento Especial de Rescate y Salvamento, brindan un servicio de gran valor humanitario orientado a apoyar al Sistema Integrado de Urgencia Médica (SIUM).
A propósito de conmemorarse este jueves el 318 aniversario de la fundación de la primera agrupación de extinción de incendios en Cuba, Juventud Rebelde ofrece imágenes que hacen un recuento de la historia y evolución de uno los Cuerpos de Bomberos más prestigiosos de América.
Barriletes de mano en mano
Los orígenes de la actividad de extinción de incendios en Cuba, se encuentran a finales de 1696 en la actual ciudad de Santa Clara. Allí, los vecinos de la próspera villa, por los numerosos incendios que se producían en sus almacenes, necesitaron organizar este servicio y acordaron sufragar los gastos de la compra de medios para tales fines.
La primera formación de Bomberos Voluntarios se organiza el 13 de noviembre de 1696, detrás de la Ermita de la Virgen de la Candelaria, en esta urbe. Este Cuerpo de Bomberos adiestraba a los vecinos y otros individuos —como los esclavos— en las estrategias para combatir incendios. Entonces llenaban de agua barriletes destinados al comercio de ron y miel, que hacían llegar al lugar del siniestro pasándolos de mano en mano.
Aunque este hecho marca el nacimiento oficial de la historia del Cuerpo de Bomberos en Cuba, el 13 de noviembre de 1696, fecha en que se celebra el Día del Bombero Cubano, no es hasta junio de 1832 que se funda el primer Cuerpo de Bomberos de Santa Clara, que sería oficializado en 1856 por la Capitanía General.Después surgen otras agrupaciones de bomberos como la del poblado de Batabanó (al sur de La Habana) en 1768, que fue efímera. Poco a poco se organizaron estructuras en el resto de las localidades, y el 14 enero de 1831 se funda el Cuerpo de Honrados Bomberos en la provincia de Santiago de Cuba, que sería reconocida por las autoridades españolas el 3 de julio de 1838.
Durante la época colonial se emitieron bandos y ordenanzas con el objetivo de tomar medidas para evitar los incendios. El surgimiento de Bomberos de La Habana se remonta al año 1835, por decisión del capitán general, don Miguel Tacón, y su reglamento fue aprobado por Real Orden el 10 de mayo de 1838.
El Cuerpo de Honrados Obreros y Bomberos de La Habana tuvo su primer cuartel en la calle Obrapía. Estaba integrado por blancos, «pardos» y «morenos», que a su vez se agrupaban en brigadas de albañiles, carpinteros y herreros. Con posterioridad se incorporaron humildes trabajadores artesanos, oficios de los negros libres en la mayoría de los casos. A este cuerpo se les llamó popularmente Bomberos Municipales.
Los Bomberos Municipales de La Habana.
Bombas a vapor y caballos
Los Bomberos Municipales se distinguían por prestar sus servicios voluntariamente y para hacerlo, solo tras algunos años, pudieron adquirir cuatro bombas llamadas: «Virgen de los Desamparados», «España», «Gamiz», «Colón» y «Zencoviech».
La máquina de vapor Gamiz.
Con los años, debido al gran desarrollo alcanzado por el capital comercial, las compañías de seguros decidieron crear un Cuerpo de Bomberos Voluntarios, integrado por jóvenes del comercio. El nuevo cuartel, ubicado en la calle San Ignacio, fue inaugurado en septiembre de 1873 y brindaría sus servicios con las bombas de vapor «Colón», «Cervantes» y «Habana», también tiradas por caballos.
Este cuerpo —bautizado como Bomberos del Comercio No. 1— tenía, además, un departamento de sanidad con cuatro médicos, un farmacéutico y 21 sanitarios. De igual modo, en 1873, sería el primero en contar y emplear la primera máquina de vapor existente en la Isla, durante el incendio que en la madrugada del 6 al 7 de septiembre de ese año redujo a cenizas el mercado conocido como Plaza del Vapor.
Los bomberos de La Habana durante años brindaron sus servicios, limitados a menudo por la deficiencia de sus bombas, o por la falta de caballos para trasladarlas hacia el lugar de los siniestros.
Algunas crónicas de la época revelan que la creciente rivalidad entre los dos Cuerpos de Bomberos, en ocasiones, hacia infructuosas las labores de extinción de algún fuego.
Grupo de bomberos con los trajes y cascos de la etapa colonial.
Durante el siglo XIX surgieron un número considerable de Cuarteles de Bomberos a lo largo de todo el país, los cuales afrontaron problemas con su técnica, falta de preparación y de atención sistemática por parte del gobierno.
Desde el punto de vista técnico, a finales de la colonia, habían sido superadas las largas filas de esclavos y las bombas de mano, por una bomba de vapor tirada por dos caballos.
Interior de una Estación de Bomberos.
Un significativo progreso en las técnicas de extinción tuvo lugar el 6 de junio de 1865 con la llegada a La Habana de la primera Bomba de vapor, la cual era tirada por caballos para trasladar 2 700 galones de agua por minuto.
Uno de los carros-escaleras utilizados en la colonia para rescatar a las personas. Durante los siniestros eran colocadas al nivel del lugar donde estaban los individuos atrapados y entonces debían deslizarse por especie de una estera.
Llama inolvidable
En la noche del 17 de mayo de 1890 se incendió el almacén de la ferretería de Juan Isasi, ubicada en la esquina de las calles Mercaderes y Lamparilla, en La Habana Vieja.
Considerado la mayor catástrofe de la época, en el siniestro perdieron la vida 38 personas, entre ellas, 25 bomberos, agentes del orden público, marineros y espectadores, dejando un saldo de numerosos heridos y mutilados.
El siniestro de Isasi causó un gran dolor en la población habanera e impactó de tal manera la opinión pública que como homenaje de gratitud y recordación a estos «Soldados de la Humanidad» fue erigido un monumento en el Cementerio Colón.
Cada 17 de mayo en La Habana se llevan a cabo dos peregrinaciones; una a la esquina de Mercaderes y Lamparilla donde ocurrió el incendio, y la otra, hasta el Mausoleo del Cementerio.
La construcción del mausoleo se atribuye al arquitecto Julio Martínez Zapata y el escultor Agustín Querol, ambos españoles. Las obras de instalación y creación, que duraron casi cuatro años, fueron dirigidas por Francisco de P. Astudillo.
Inaugurado el 24 de julio de 1897 por el entonces Capitán General de la Isla, Valeriano Weyler y Nicolau, el monumento es el panteón más alto del Cementerio de Colón y una de las obras arquitectónicas más hermosas de la necrópolis, que se ha convertido en un sitio de recordación y homenaje a todos los bomberos caídos en el cumplimiento de su deber.
De motores, carencias y divisiones
Durante la república neocolonial, los cuerpos de bomberos no tenían una buena situación y sus gastos eran cubiertos, en parte, por el gobierno de cada instancia y por las recaudaciones públicas, las cuales tenían el peso fundamental.
Este cuartel es la sede actual del Museo de los Bomberos, situada en calle Zulueta entre Ánima y Virtudes.
El interventor norteamericano Leonard Wood, el 15 de abril de 1902, fusionó los dos cuerpos de bomberos existentes en La Habana en uno que se llamó Cuerpo de Bomberos de La Habana. No obstante, esta medida no mejoró la situación de los servicios durante la república mediatizada. Con los años disminuyó el entusiasmo de las personas que integraban este cuerpo y los problemas de dirección mellaron la seriedad y la disciplina. Entonces se presentaron diferencias entre el personal asalariado y los que cumplían su misión de manera voluntaria y en ocasiones los cuarteles cerraban en señal de protesta por actitudes asumidas por los jefes de la institución.
Con la introducción del motor de combustión interna a principios del siglo XX, los medios de transportes de los bomberos se motorizaron. Poco a poco los coches con motor reemplazaban a los caballos.
Por iniciativa del general Fernando Freyre de Andrade, entonces alcalde de La Habana, el 5 de febrero de 1916 entró en vigor su propuesta de municipalización del servicio de prevención y extinción de incendios. El ingeniero Freyre de Andrade asumió la jefatura del Cuerpo y como segundo fue nombrado José Fernández Mayato, coronel del Ejército Libertador, quien imprimió a la organización un sello de disciplina y honorabilidad.
El Cuerpo de Bomberos de La Habana, bajo el mando de Mayato, fue haciéndose más sólido y eficaz con la creación de nuevas brigadas conformadas por personal retribuido, y la compra y puesta en servicio de coches-cisterna, carros con escaleras y luz, transportes para jefes y oficiales y un camión de carga.
Manuel Varona Suárez sustituyó en la Alcaldía a Freyre de Andrade, y dedicó gran atención al Cuerpo de Bomberos. Bajo su dirección se adquirieron mangueras de calidad y otros implementos necesarios para el servicio. Terminada la gestión municipal de Varona Suárez, el nuevo alcalde llevó a los bomberos de más a menos. Pero esta situación mejoró después cuando Fernández Mayato asumió la jefatura del Cuerpo: se inauguraron nuevas estaciones y se adquirieron equipos, como un carro de escaleras de elevación mecánica, extintores químicos, miles de pies de manguera y una red de salvavidas, que modernizaron el servicio y que, sumados a la disciplina y el entusiasmo de sus componentes, situaron al Cuerpo de Bomberos de La Habana, a comienzos de los años 30, a la altura de los mejores de América.
Algunos de los implementos adicionados a la técnica de los bomberos: extintores químicos y mangueras más largas.
En 1935 se instituyeron nacionalmente, bajo el nombre de Cuerpo Nacional de Bomberos, que abarcaba las entonces seis provincias, los ocho municipios de La Habana y solo 16 términos municipales correspondientes a otras regiones del país. No obstante, el periodo se caracterizó por un débil desarrollo de la actividad preventiva. Además, pese a las múltiples gestiones en el Congreso para mejorar el sostenimiento de ese cuerpo, los gobiernos de turno hicieron caso omiso a sus necesidades.
Las bombas evolucionaron hasta convertirse en las centrífugas que se emplean en la actualidad.
Cuerpo unido y renovado
Tras el triunfo de la Revolución Cubana, el 1ro de enero de 1959, el Estado asume la dirección y se producen cambios en la organización, funcionamiento y objetivos del Cuerpo de Bomberos, lo cual posibilita la unidad e indispensable coordinación de dichos servicios en el país.
Hasta 1964, el Cuerpo de Bomberos de Cuba —con excepción de La Habana— se subordinaba a las comisiones municipales y su órgano rector. Sin embargo, el incremento de los sabotajes organizados desde Estados Unidos en hoteles, círculos infantiles, centros comerciales y económicos, que provocaron múltiples incendios, numerosos muertos, heridos y cuantiosas pérdidas, hicieron que el Gobierno Revolucionario, el 18 de mayo de 1964, dictara la Ley 1156, que transfiere al Ministerio del Interior los servicios de prevención y extinción de incendios.
El 4 de marzo de 1960 se produce una gran explosión en las bodegas del vapor francés La Coubre, que transportaba armas para nuestro pueblo. La calle cercana al navío mostraba un panorama horroroso: se encontraban personas desbaratadas, sesos y sangre por el piso, cuerpos mutilados y otros totalmente carbonizados. En el siniestro murieron más de 100 personas y dejó muchos heridos.
Otro incendio de grandes proporciones, motivado también por actos terroristas, tuvo lugar en la tienda La Época, el 31 de diciembre de 1960, el cual se propagó en pocos minutos por las tres plantas del edificio. Este fuego tenía varios focos a la vez, con sustancias auto-combustibles (fósforo vivo).
Juan Terry Ferrín, uno de los bomberos que participó en la extinción del siniestro, en declaraciones recogidas en el libro Desafío al peligro, el oficio de ser bombero, explicó: «En aquellos tiempos la contrarrevolución utilizaba el fósforo vivo en los conductos de aire acondicionado; al cerrar la tienda estos se apagaban, por lo que subía la temperatura y se producía el fuego. Comenzó entre las siete y siete y media de la tarde. Yo llegué temprano, aquello era un infierno, subí al tercer piso y las lengüetas de candela salían por los conductos de aire acondicionado. Allí estuvimos hasta el otro día por la noche en que se logró extinguir totalmente».
A partir del triunfo revolucionario la preparación de nuestros bomberos ha sido una tarea primordial: el Estado de forma sistemática destina recursos a la organización, equipamiento y preparación de los cuerpos de bomberos en toda la Isla y da prioridad a la labor preventiva.
Esta nueva dirección, pilar de toda la actividad contra incendios, está fundamentada en la Ley 13 y la Ley 1268, que instrumentan y exigen el cumplimiento de las normas de prevención contra incendios para la población y los objetivos económicos y sociales.
En la actividad de prevención gran prioridad se brinda a la educación de las nuevas generaciones, mediante la realización de talleres y múltiples actividades con los niños y jóvenes, así como la celebración desde 1966 de la primera Semana de Prevención contra incendios a nivel nacional.
Vea también:
Inauguran Centro Regional de Entrenamiento de Salvamento y Bomberos Cubano-Ruso
Asesores:
Teniente coronel y especialista del cuerpo de Bomberos Alejo Ramírez Jomarrón y mayor Julio César López