Cuatro rutas nuevas se pondrán en práctica a partir del lunes 13 Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 05:40 pm
Antes mandaban cualquier cosa, y aunque estuviera a punto de perderse no podíamos bajar el precio. Ahora determinamos qué se vende y por cuánto, y además podemos comercializar los productos libremente, se ufana Carlos Rodríguez, vicepresidente de la cooperativa no agropecuaria de 26 y 41, en el Vedado capitalino, con el convencimiento de quien comienza a tener la autonomía y autoridad que antes le eran negadas.
Esa cooperativa, que se dedica a la venta de productos agrícolas, fue de las aprobadas en julio de este año por la dirección del país, como parte del primer grupo experimental.
«Con esta nueva forma de gestión aumentaron nuestros ingresos. Antiguamente el salario mínimo era de 250 pesos y ahora el anticipo que recibimos mensualmente ha estado alrededor de los 450, según las ventas y lo que acordamos entregar entre todos los socios», comentó Rodríguez.
Ya suman 270 cooperativas no agropecuarias aprobadas en Cuba, de las cuales 124 comparten el escenario económico desde el 1ro. de julio. Otras dos sugeridas por el Estado no estuvieron de acuerdo en constituirse y continuaron con su forma de gestión estatal. Este 1ro. de octubre 71 iniciaron sus labores, en tanto otras 73 fueron aprobadas recientemente por el Consejo de Ministros y deben comenzar a funcionar a finales de año.
Incipientes aún, las cooperativas no agropecuarias son otro paso en el interés de liberar las fuerzas productivas.
Es diferente al trabajo por cuenta propia en cuanto a concepción, procedimientos legales de creación, adquisición de materias primas, formas de pago y desenvolvimiento.
Del primer grupo, 112 se desprendieron del sector estatal y el resto surgieron esencialmente de trabajadores por cuenta propia, explica Sergio Espinosa, segundo jefe del Grupo de Perfeccionamiento Empresarial de la Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo de los Lineamientos. No obstante, señala, las ideas también parten de personas naturales y hasta el momento ninguna de las propuestas ha sido rechazada.
En el caso de los interesados que no muestran opiniones claras o proyectos definidos, especialistas del Grupo de Perfeccionamiento Empresarial los asesoran en la fundamentación de la propuesta. Además, resalta Espinosa, que en la cadena de aprobaciones solo pueden hacerse sugerencias, pero nadie está facultado para impedir el proceso.
Las cooperativas, comenta, tienen aprobada la compra de útiles y herramientas, así como el arrendamiento de inmuebles y medios de transporte. «Su llegada no implica privatización, pues el Estado, en representación del pueblo, mantiene la propiedad sobre los medios fundamentales», aunque ello no debe implicar ceder en la independencia clásica de esta forma asociativa.
Por su escaso desarrollo, algunas personas aún tienen temores y esperan su evolución antes de decidirse. Datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social publicados en JR revelan que el trabajo por cuenta propia ha aumentado en un nueve por ciento en los últimos ocho meses, lo que no ocurre con el cooperativismo, por ser este un proceso más experimental, y por el posible desconocimiento de sus ventajas, que ocasiona que no sean muchas las solicitudes de constitución.
Vladimir Regueiro, director de Ingresos del Ministerio de Finanzas y Precios, afirma que esta es una forma más atractiva desde el punto de vista impositivo. El tributo para las cooperativas, establecido en la Ley 113, toma en consideración la participación y el nivel de distribución de la ganancia que se ha generado y es menos gravoso que para los trabajadores por cuenta propia.
«En el caso de las cooperativas no agropecuarias hay una consideración de los gastos en que esta haya incurrido, mientras que para los trabajadores por cuenta propia se descuenta lo estipulado sin contemplar los gastos. También se exoneran del pago del arrendamiento hasta un año a aquellas cooperativas que asuman en el transcurso del primero de su existencia la reparación de las instalaciones estatales arrendadas.
«Otra diferencia es que los trabajadores por cuenta propia contribuyen con una base de un 25 por ciento y, en el caso de las cooperativas, es de un 20. Ello muestra que el país favorece formas más socializadas de gestión», explicó el especialista.
Historias de socios
Los socios del mercado de 26 y 41 dicen trabajar ahora con más ánimo y dedicación, porque saben que sus ganancias dependen del resultado. Wilmer López, uno de ellos, define este paso como beneficioso, pues opina que a la larga creará competencia, mayor calidad y reducción de precios.
«En el primer mes nos fue bien, aunque en el segundo bajaron las ventas. Sin embargo, se pagó la misma cantidad a los socios porque el análisis se hace por año fiscal. Al final de este se calculan las utilidades, se crean reservas y se reparten las ganancias reales de las que disponemos. Eso es mayor que un salario fijo», afirma satisfecho el vicepresidente de esta cooperativa.
Este tipo de sociedad sustituyó a los mercados agropecuarios estatales (MAE), muchos deprimidos en cuanto a calidad y variedad de mercancía, y ahora renacen con grandes ofertas, aunque a precios más elevados en algunos casos, como lamenta Maritza Pérez, cliente asidua de 26 y 41.
Para adquirir los productos, los cooperativistas acuden, sin necesidad de intermediarios, al punto de venta del mercado concentrador de 114, en Marianao. De las ventas del día anterior, una cantidad de las ganancias se utiliza para las compras, y otro fondo, depositado en el banco, se emplea para gastos extra. Además, pueden suministrarles productos a las empresas.
Según establece el Decreto Ley 305, para realizar los trámites de la conformación, se confecciona un expediente con diversos aspectos, como el objeto social, diseño financiero, inmuebles y otros bienes para arrendar; medios, utensilios y herramientas que se van a vender; bienes o servicios que constituyen el pedido estatal y precios de bienes y servicios que se brindarán, entre otros.
Seguidamente se presenta al notario, al Banco, a la Oficina Nacional de Administración Tributaria y al registro mercantil para legalizar la cooperativa.
Cada cooperativa aplica normas específicas de contabilidad y elabora sus planes de ingreso y gasto en correspondencia con el nivel de producción y servicios proyectado. Al final de cada ejercicio fiscal se determinan las utilidades que se van a distribuir, de acuerdo con lo establecido en sus estatutos.
Como dictan sus documentos rectores, elaboran sus planes anuales de producción, servicios, ingresos y gastos. De la utilidad obtenida después de pagar los impuestos, la asamblea general de socios determina la proporción que se distribuirá, según el trabajo de cada cual. También se fija lo que se empleará para otros gastos.
Si alguna de las cooperativas tiene deudas con el presupuesto del Estado o los bancos, variará la distribución de utilidades. Si existen pérdidas, se solventarán por medio de la reserva para cubrir contingencias, según estipula el Decreto que estableció su constitución.
Según señalan las leyes de esta forma de gestión, como personas jurídicas que son consideradas legalmente, pueden participar en la importación y exportación mediante los mecanismos establecidos en el país para todas las empresas, y acatando las regulaciones de los ministerios de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera.
¿Cómo se maneja una guarandinga?
Al transporte público se le intenta despertar con este modelo de gestión. En Artemisa y Mayabeque ya se observan los primeros beneficios, gracias a la presencia de los llamados semiómnibus, bautizados popularmente en otro momento como guarandingas.
Yanitza Martínez, pasajera habitual, agradece la aparición del cooperativismo en este sector. «Cuando los semiómnibus comenzaron a circular de forma estatal, el horario era irregular y fallaban. Ahora tienen mayor constancia».
Ricardo Córdova, presidente de esta cooperativa en Artemisa, expone que 69 socios cumplen el encargo social de cubrir, en los horarios establecidos, las 19 rutas existentes hacia municipios y poblados de la provincia. Una vez cumplido el viaje, pueden alquilar el semiómnibus con otros destinos.
Declara que los pasajeros agradecen el cumplimiento de las rutas, además de las buenas condiciones de los vehículos y que durante el período de prueba, trasladaron como promedio unas 11 500 personas al mes y recuperaron conexiones hacia zonas de difícil acceso.
A la capital también llegaron las cooperativas sobre ruedas. En plena faena de mantenimiento encontramos a algunos de los socios de la de Taxis Ruteros 1, ubicada en Cuatro Caminos, que cubre la ruta desde el parque El Curita hasta Santiago de las Vegas y Micro X, en Alamar.
Cuenta con 105 socios entre administrativos, mecánicos, jefes de turno, obreros de mantenimiento y choferes. Tienen capacidad para arrendar 46 vehículos y solo utilizan 37, porque los restantes no poseen las condiciones técnicas.
Según Alexander Leyva, su presidente, estos ómnibus operan con una concepción distinta. Su misión es el transporte de pasajeros, «pero ahora todos somos socios de la cooperativa y buscamos, gestionamos y garantizamos el trabajo de la misma. En el mes de agosto se transportaron 174 724 pasajeros con 24 ómnibus trabajando. De enero a julio, con el mismo número de vehículos, no habíamos alcanzado esa cantidad.
«Los ruteros y el local fueron arrendados a la Empresa de Taxis Servicio Regular de La Habana. El Estado vende el combustible, las baterías, neumáticos y piezas de repuesto fundamentales con un precio diferenciado, lo que garantiza que el precio del pasaje no sobrepase los cinco pesos.
«Esta diferencia, con respecto al combustible, consiste en una conversión especial que nos permite adquirir un CUC con 10 CUP, en lugar de los 24 que establece la tasa oficial, por lo que el litro lo obtenemos por un valor de 12 pesos».
Mantienen las mismas rutas, paradas y horarios y, según el presidente, los carros están mejor identificados, con confort y limpieza. Para arrendarlos tienen la posibilidad de solicitar crédito bancario, y reciben anticipos mayores al que tenían como salario cuando eran empleados públicos.
«En una asamblea tomamos nuestras decisiones, seleccionamos al presidente y elaboramos los reglamentos, aspectos que revisamos todos los meses. No hemos acudido al Banco a solicitar créditos porque no ha hecho falta, debido al aporte de 500 pesos que hizo cada socio con el propósito de conformar un capital para sostener las operaciones iniciales.
«Como en todos los cambios, aún se precisa interactuar. Los trabajadores con más de 30 años de servicio tienen sus dudas sobre el éxito. Existen la motivación y los deseos porque todos sabemos que un anticipo mensual es mayor que un salario, pero el proceso tiene sus incógnitas, como es lógico en estos cambios, y fluye lentamente», arguye.
Como explicaba Sergio Espinosa, en el caso del aporte inicial puede ser distinto, según las posibilidades de cada cual y depende del acuerdo de los socios. «Ello no quita que tengan los mismos derechos y deberes; no habrá un beneficio superior por contribuir con más capital. Lo que define el ingreso es el trabajo de cada quien».
Las cooperativas de servicios auxiliares al transporte también apoyan el movimiento de personas. La fregadora de vehículos La Cubana, ubicada en la calle Zapata, reabrió gracias a esta nueva forma de gestión. Hoy ofrece servicios como cooperativa a personas jurídicas y naturales.
Según José Ballén —uno de sus cuatro asociados— han mejorado las condiciones de trabajo y ofrecen un servicio completo, de mayor calidad, con variedades que antes no tenían, aunque el precio varió de 3,50 a 50 pesos.
De esto da fe Léster Lezcano, visitante habitual de la entidad, quien atestigua que ahora aumentó la rapidez y eficiencia del trabajo. «Es verdad que antes el precio era menor, pero no había todos los medios ni servicios de fregado a presión, aspiradora y silicona», indica.
Lo que fue salario se ha convertido en anticipo y aumentó de 250 pesos mensuales hasta los 500 o 600 que últimamente han repartido. Como han establecido los socios, en su caso ingresan al Banco la recaudación total semanalmente, reservando siempre en el centro un fondo para gastos inesperados.
Al final del mes se decide lo que recibirán como anticipo y lo que quedará como utilidades, dejando el margen para pagos necesarios como el agua, la electricidad y el arrendamiento del lugar, así como la compra de útiles imprescindibles como los que adquirieron con el aporte inicial de la cooperativa.
La nueva forma de gestión también ha dado sus frutos en la recogida de materias primas. Los asociados de la cooperativa de este tipo ubicada en Artemisa compran a la población y trabajan en la contratación con las empresas. Orlando Falgueiras, su presidente, puntualiza que su encargo social entraña la recuperación de 14 productos como acero, aluminio, bronce, cartón, cristal y papel.
«La recuperación creció en alrededor de 180 toneladas de materia prima, comparada con igual etapa del año anterior, cuando funcionábamos como unidad básica empresarial (UEB) y ello permitió ingresar al Estado cerca de un millón de pesos.
«La actual forma de gestión garantiza el pago en efectivo y al momento a los clientes particulares, lo cual constituye un estímulo, mientras que las empresas cobran todos los productos que reciclan, como las baterías y la chatarra electrónica, que antes no eran comerciables en la UEB», explicó su director.
Oferta y demanda: ¿quién paga?
Las cooperativas no han contribuido a la disminución de precios que muchos esperan. Sin embargo, estos no responden a capricho o imposición. Existen diversos criterios sobre si en Cuba debe haber disminución de precios o incremento de salario, en base a las condiciones actuales de la economía, como fundamentan especialistas.
En las entidades del transporte los precios al público no tuvieron variaciones significativas, pues compran un combustible con precio diferenciado por el Estado, pero la variación de tarifas en los mercados agropecuarios afectó a los ciudadanos de menos ingresos.
«Es cierto que los MAE tenían ofertas insuficientes, pero a menor precio, que permitían a un jubilado como yo comprar alguna viandita. Con estos precios la cuenta no da», lamenta Juan Manuel Álvarez.
Según el vicepresidente del mercado de 26 y 41, los precios han subido porque ahora el cooperativista compra el producto al campesino, y agrega, según estime, un 25 o 30 por ciento en la venta. «Pago a 3,50 y vendo a 5, por ejemplo», ilustra.
A lo anterior se suma que los asociados deben cubrir costos que antes asumía la Empresa Provincial de Mercado Agropecuario: pago de arrendamiento del local, transporte, electricidad, agua, gas, telefonía…
De las variaciones de precios en los mercados agropecuarios están exentos el arroz, la papa y el chícharo, protegidos por decisión del Estado, que los suministra a las nuevas cooperativas con un 20 por ciento de descuento. En el caso de la recuperación de deshechos, tampoco varían los precios porque no puede encarecerse el producto final, según establece la ley.
Más socios
A partir del 1ro. de octubre sectores como la gastronomía y servicios al cliente, entre estos lavanderías, barberías y salones de belleza, comenzaron a experimentar como cooperativas, en lo que las autoridades competentes llaman el segundo grupo de esta experiencia.
En la capitalina esquina de 1ra. y F, la cafetería El Recodo debió iniciar también, pero problemas en la plomería del lugar ocasionan tupiciones e inundaciones, por lo que los socios están a la espera de la Empresa Provincial de Saneamiento.
Juan Antonio Baso, quien trabaja hace cuatro años en el centro como dependiente y ahora se convirtió en presidente de la cooperativa por el voto de los socios, dijo que el reporte de la situación está hecho desde el pasado día 30 y, aunque tienen el apoyo de las autoridades, la situación persiste.
«La Empresa de Comercio y Gastronomía sigue abasteciendo productos de elaboración industrial como el cigarro y el ron, con precios topados. Otros alimentos se compran con el establecido descuento del 15 por ciento.
«Con esta nueva forma de gestión planificamos elaborar y vender otros productos que la gastronomía del sector estatal no permite y brindar servicios como juegos y música, que contribuyen a una mejor estancia para los clientes», enfatiza.
Sobre este segundo grupo de cooperativas, Sergio Espinosa argumenta que ya están expandidas en todo el país, con al menos tres asociaciones en cada territorio. «En el nuevo paquete hay, además de los sectores ya existentes, dos de producción alimentaria, 15 encaminadas al diseño y producción de muebles y 16 ornitológicas.
«Entre las de comercio existen dos restaurantes que llevaban años cerrados por su deterioro; estaban casi abandonados y hoy renacen. También se rescataron oficios tradicionales que brinda la Oficina del Historiador de La Habana, como el transporte en coches y el trabajo con vidrio, piel y hierro».
El especialista recuerda que no hablamos de un proceso masivo, sino de experimentación y aplicación gradual en sectores fundamentales para el país. Además, adelanta que la aspiración es que el tercer grupo, aprobado recientemente, comience a funcionar antes de que termine el año.
En este se contemplan 73 cooperativas. De estas, 41 se desgajan de la actividad estatal y 32 de la no estatal; 38 se dedicarán al comercio y la gastronomía, una a la industria, 33 a las construcciones y una al transporte.
Se han establecido asociaciones en servicios de traducción, informática y contabilidad, pues solo se aprueba lo que está recogido entre las actividades del trabajo por cuenta propia. Sin embargo, el país sigue trabajando por ampliar el diapasón, como muestra la reciente resolución instituida en el sector no estatal, dijo Espinosa.
Tropiezos
Pablo Chaviano, logístico de la cooperativa capitalina de Taxis Ruteros 1, advierte que la planificación de ingresos para constituir la asociación se realizó con vehículos de 22 y 23 asientos y hoy solo tienen de 17, lo que influye directamente en los ingresos.
«El índice de consumo es de cuatro kilómetros por litro de petróleo. Si en el día caminan 400 kilómetros y utilizan 102 litros, el carro tiene un gasto en combustible de 1 224 pesos diarios, con una recaudación aproximada de solo 1 500 pesos. El margen comercial es poco para otras operaciones. Peor ocurre con los carros de 11 asientos».
Comenta Chaviano que aún no existe el ambiente necesario para cumplir las proyecciones monetarias de la cooperativa pues, además de la situación con los asientos, presentan dificultades en las condiciones constructivas del local donde residen y se aplica el mantenimiento a los vehículos.
Aunque el anticipo constituye una ventaja si se compara con el salario, inferior a 500 pesos mensuales; de los 2 500 pesos estimados con un funcionamiento óptimo, en agosto cada socio recibió entre 1 100 y 1 500, una cifra mayor que el salario que recibían como empleados públicos, pero que, al decir de sus directivos, no era la calculada.
«No tenemos una utilidad representativa porque el gasto de combustible representa el 64 por ciento de los ingresos. Ello quiere decir que de cada peso que producimos, demandamos gastar 64 centavos en combustible. Solo quedan entonces 36 centavos para arrendamiento de local y vehículos, pago de seguro del ómnibus, gastos en las piezas que adquirimos, a precios diferenciados, mediante los contratos con distintas suministradoras estatales, pagos de agua y electricidad. Y aún debe existir un extra para pagar el anticipo a los socios», subraya Leyva.
Además precisa que el local donde se encuentran es el mismo en que han trabajado durante cuatro años y no posee baño, agua ni comedor. «La Empresa de Taxis Servicio Regular de La Habana, que es la arrendadora, está financiando toda la reparación, que aún demora.
«Realizamos los contratos de electricidad, agua y teléfono, pero no tenemos fecha de terminación con el asfalto. Eso deteriora la técnica y el sistema interno de la base, ya que el pavimento está muy deteriorado y la Empresa de Viales solo se encargó de la entrada, aun cuando se hicieron los contratos», dice.
Sergio Espinosa reafirma que no todo anda bien y refiere algunos de los contratiempos que enfrenta hoy el cooperativismo. El primero está en la compra de materiales, pues algunos organismos les niegan el descuento del 20 por ciento en las ventas mayoristas.
«En el sector de la construcción hay entidades que todavía no saben que pueden contratar a la cooperativa como a cualquier otro sujeto económico. Algunas empresas trabajan con un cuentapropista, y si este pasó a una cooperativa, quieren cancelarle el contrato, pero ambos son sujetos económicos y están en igualdad de condiciones para recibir y ejecutar acciones».
Según declaró Espinosa, uno de los problemas es que algunas entidades alegan no tener facultades para realizar operaciones con las cooperativas.
La inexperiencia también provoca molestias a algunos asociados y alarga los procesos de aprobación. Tal como advertían algunos lectores que se comunicaron con el periódico, la cadena de aprobaciones debe estar a la altura del enorme salto de actualización y flexibilidad que implica esta medida.
Solo se espera que estas dificultades sean expresión de una criatura que nace, porque esta fórmula debe ser la que la economía y la sociedad cubanas necesitan.