Martí ha sobrevivido en los cubanos por más de un siglo como el manantial del decoro y la ética. Él nos defiende contra la indiferencia, la pasividad, el interés mezquino, la conducta rapaz. Pero su doctrina tiene que encontrar siempre en los jóvenes un espacio práctico de realización, para que no sean formalidades vacías las invocaciones que se hagan del Maestro.
No valdrá de mucho repetir simplemente sus palabras, habrá que aprender de él a crear, para tejer el futuro de Cuba con hilos finísimos que permitan ascender a un país mejor.
En ese entendido de que nadie va a salvar la nación solo desde la palabra si no enciende el alma con la acción, los integrantes del Movimiento Juvenil Martiano evocaron al Apóstol, que fue también luz para establecer un Diálogo de Generaciones.
Con esta propuesta, que ha alentado con fuerza el Doctor Armando Hart Dávalos, director de la Oficina del Programa Martiano del Consejo de Estado, y que Juventud Rebelde abraza, se apuesta por transmitir las lecciones del trayecto que los de su tiempo nos han adelantado y que los jóvenes deberán abonar con fuerza renovadora. Se trata de tender puentes entre quienes hicieron la Revolución y los que deben conducirla en el siglo XXI.
Martí: Punta de lanza
¿Para qué nos sirve Martí? Invitó el joven Yury García Fatela, de Las Tunas, a salir a las calles con esa interrogante, en una indagación que tendría como mayor propósito reconocer que ese gran arraigo que tiene esta importante figura en el imaginario cultural de los cubanos, debe ser punta de lanza para transformar todo aquello que es necesario cambiar.
Inmerso en esa formidable herencia de palabra y entrega que nos legara el más universal de los cubanos, García Fatela sostuvo que no podemos amordazar la creatividad y la espontaneidad, sino que hay que fertilizarlas y hacer las cosas para ser útiles.
«Martí ha de ser el héroe individual de cada uno —dijo a sus homólogos del Movimiento, este domingo, en la Escuela Nacional de Cuadros de la UJC Julio Antonio Mella—, pero defendiendo su esencia de que creatividad “es la palabra de pase” de esta generación. Solo así trascenderemos en lo que nos propongamos para mejorar la patria».
Creatividad-espontaneidad-iniciativa, fue una especie de tríptico que el joven de la Universidad Pedagógica de Las Tunas dibujó en sus palabras. Y puso mayor color a la lógica de que no podemos esperar a que nos convoquen para obrar algo, porque es más fácil esperar a que alguien nos dé coordenadas, a que nosotros nos dediquemos a pensar, planificar y proyectar una propuesta transformadora.
El Apóstol, ese puntal de nuestro proyecto emancipador que visualizó que la tarea más importante de su tiempo era la creación de la nación, fue también clave en la reflexión de Joel Pérez García, segundo secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas, quien pidió que la actitud consecuente de Martí debía ser espejo en el análisis de nuestras insuficiencias, para proyectarnos en la actualización coherente del funcionamiento del Movimiento Juvenil Martiano.
«¿Cuánto de lo que generamos tiene un verdadero impacto? ¿Cuántas de nuestras propuestas movilizan el pensamiento?», interrogó al auditorio, para luego convocarlos a regresar a sus escenarios en cada provincia con el ánimo de cambiar todo lo que entorpezca al Movimiento, y los instó a ganar en mayor liderazgo.
«No se puede predicar con consignas huecas —alertó el segundo secretario de la organización juvenil comunista—. Hay que asumir los proyectos con argumentos, con conciencia real de lo que hacemos y con empeño, de lo contrario no remontaremos nuestros problemas».
Sin mirar los toros desde la barrera, Adalberto Hernández Santos, de Pinar del Río, puso acento en la importancia de ser inclusivos, de proponer proyectos bien madurados y con un sistema de trabajo coherente, así como en la necesidad de establecer nuevas vías de reconocimiento a los jóvenes.
Sobre el privilegio de nuestros contemporáneos de aún convivir con hombres y mujeres que hicieron la historia de Cuba, habló Osnay Miguel Colina, al frente de la esfera Ideológica de la UJC, quien subrayó que no empleamos al máximo las potencialidades que tenemos para nutrir nuestros valores más genuinos.
Héctor Hernández Pardo, subdirector general de la Oficina del Programa Martiano del Consejo de Estado, quien compartió un mensaje de Hart con los presentes, puso énfasis en que hay que unir, porque el Apóstol dedicó todos sus esfuerzos a esa gran misión, y que nosotros nunca podemos perder esa perspectiva. También pidió identificar y sumar a todo el que «despunte» por su pasión por el ideario martiano, porque esa persona no traicionará el sentimiento patrio.