A partir de este martes, el Cuerpo de Guardabosques de Cuba activa por vez primera un centro de monitoreo que permitirá detectar con mayor precisión y rapidez la ocurrencia de incendios forestales en todo el país.
La instalación, que cuenta con moderna tecnología, incluyendo el uso de imágenes captadas por satélites, permitirá la evaluación preliminar de su ubicación, su monitoreo y seguimiento y, junto a otros recursos técnicos de los que se dispone, servirá para complementar la preparación de las fuerzas.
Gracias a estas —afirman especialistas del Cuerpo de Guardabosques— se ha podido controlar la mayoría de los incendios forestales antes de afectar las cinco hectáreas, pero todavía se necesita de una mayor respuesta de diferentes entidades estatales en la prevención y una mayor responsabilidad ciudadana.
Este mes inició la Campaña de Protección contra Incendios Forestales, la que habitualmente se organizaba desde febrero y hasta mayo, debido al incremento de esos siniestros en esta época del año, según reflejan las estadísticas del último quinquenio.
Según expresó el coronel Manuel Lama Gómez, jefe de la entidad, el 2011 registró la cifra récord de 695 incendios en los primeros cinco meses, los que representa el 96 por ciento de los ocurridos en todo el año y que responden en su mayoría a las negligencias de fumadores y transeúntes, las quemas para diferentes fines y la ausencia de matachispas en los vehículos.
«Las causas climáticas, relacionadas con el acortamiento de los intervalos entre una y otra etapa de sequía también influyen en el incremento de estos hechos, pero sin dudas la acción del hombre sigue siendo la causa principal; sobre todo si tenemos en cuenta, por ejemplo, que las quemas para diferentes fines continúan teniendo una alta incidencia en la ocurrencia de incendios, pues muchas de ellas se hacen sin previa autorización ni cumpliendo las medidas orientadas», añadieron especialistas del Cuerpo de Guardabosques.
La percepción de riesgo aún es muy baja en la población, enfatizaron, lo que puede echar por tierra cualquier esfuerzo para tratar de evitar y aminorar los incendios forestales y sus nefastas consecuencias ambientales y económicas, las que redundaron el año pasado en más de 20 000 hectáreas de superficie afectadas y pérdidas directas de aproximadamente 22 millones de pesos (CUP).