La Policía Nacional Revolucionaria debe estar a la altura de las exigencias y expectativas del pueblo que defiende. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 05:05 pm
Los miles de hombres y mujeres que desde las filas de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) velan nuestros sueños y salvaguardan la tranquilidad ciudadana merecen hoy todo el respeto del pueblo que han defendido durante más de cinco décadas, como mismo lo recibieron quienes sembraron la semilla de esta institución en medio de las montañas de la Sierra Maestra.
Corría el mes de octubre de 1958 cuando el entonces Comandante Raúl Castro emitió la Orden Militar 49 o Ley Orgánica, cuyo artículo 14 promovía la creación de la sección de la Policía Rebelde, encargada de garantizar un orden interno más sólido en las zonas montañosas del Oriente cubano.
Así, los orígenes de la PNR fueron de estirpe guerrillera y la consolidación y maduración de su labor se llevó a cabo en el II Frente Oriental Frank País. En aquel entonces, a pie o a caballo, salían los jóvenes policías rebeldes a cumplir las misiones asignadas, auxiliados por los campesinos de la zona hasta que se creó la primera unidad policial en zona urbana, en 1959, en San Luis.
La Policía Rebelde era entonces la representación ante el pueblo del Ejército Rebelde y debía ejercer su autoridad y respaldar con justicia a los humildes.
Solo cinco días después del triunfo de la Revolución quedó constituida oficialmente, aliada de la ciudadanía, la que hoy conocemos como Policía Nacional Revolucionaria, y que 52 años después mantiene vigente aquellas ideas de lo que se concibió como la Policía de nuevo tipo.
Numerosas fueron las hazañas que protagonizaron los combatientes del cuerpo policial luego del 1ro. de enero. Algunos de sus miembros han rememorado el histórico Batallón de Combate que en febrero de 1961 se creó para la lucha contra bandidos en Matanzas y las lomas del Escambray; su participación en los combates que condujeron a la victoria de Playa Girón, y en los momentos del sabotaje al vapor La Coubre. Ellos también han visto en sus continuadores, más recientemente, que el espíritu de los días gestores se ha mantenido en el caso de sucesos como los de la Embajada del Perú, los de agosto de 1994 y los que día a día traen nuevos desafíos.
Han sido los jóvenes comprometidos con su tiempo quienes, en su mayoría, han llevado adelante la misión primigenia de la PNR: preservar el orden público, la tranquilidad ciudadana y la seguridad vial, y son quienes asumen nuevos y difíciles retos en el enfrentamiento al delito, la corrupción y las ilegalidades en el actual contexto.
Por eso, las circunstancias de ahora exigen una policía mucho más profesional. Para ello, a la luz del aniversario 52 de su fundación, se despliegan estrategias que permitan completar las fuerzas, prepararlas, adquirir técnicas modernas y perfeccionar los mecanismos del Sistema de Vigilancia y Patrullaje.
Nuevos instrumentos, equipos, vehículos y tecnologías se han adquirido en nuestro país con el fin de perfeccionar la labor de esta institución, y se exige constantemente una completa preparación a los integrantes de sus filas, ya sea en los barrios y comunidades o en las fuerzas especializadas como la Ferroviaria y la de Carretera.
Sin embargo, como dijera el General de Ejército Raúl Castro el 17 de mayo de 1998: «No basta con dotarlos de novedosos y sofisticados sistemas técnico-operativos, no basta, incluso, con impartirles una adecuada preparación, si lo determinante, que es la conciencia, la ética, la responsabilidad y la vergüenza revolucionaria de cada combatiente, sea cual fuere la graduación o jerarquía, no está a la altura de lo que exigen el pueblo y las difíciles circunstancias del momento que atravesamos».
De eso se trata, de que quienes hoy visten de azul y tienen en sus manos la posibilidad real de ganarse el cariño y el aprecio de su pueblo sientan también el honor de ser consecuentes con lo que, desde sus inicios, la Revolución concibió para nuestro bienestar.