Ustedes, los jóvenes de hoy que nacieron durante los 90, tendrán su propia guerra, la de mantener lo alcanzado, con sus virtudes y defectos, por la generación histórica de la Revolución, expresó Erasmo Lazcano, vicepresidente de la Sociedad Cultural José Martí, durante el Diálogo de Generaciones que se efectuó este viernes, un proyecto que tiene como objetivo identificar a los más jóvenes con la historia cubana y las tradiciones de lucha.
Múltiples fueron las inquietudes de los estudiantes presentes, aunque sobresalió cómo preservar las conquistas de la Revolución en las difíciles circunstancias actuales.
A lo anterior el doctor Armando Hart Dávalos, director de la Oficina del Programa Martiano, respondió exhortando a estudiar más la historia nacional, paso esencial en su opinión para incentivar el sentido de pertenencia en la juventud.
Algunos de los invitados al panel recordaron sus años de combate, en que los jóvenes tomaron los fusiles y salieron a las calles, como Juan Nuiry, presidente de la Cátedra José Antonio Echeverría de Ciudad de La Habana, quien explicó cómo el líder estudiantil radicalizó la lucha.
«Él salió de la Universidad y, al igual que Fidel, se formó como revolucionario en sus aulas. La Carta de México que firmó, es el compromiso eterno del movimiento estudiantil cubano con nuestro máximo líder y la Revolución. José Antonio no murió el 13 de marzo; se sembró en la historia».
Manuel Graña, presidente de la Cátedra Máximo Gómez de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, enfatizó en que los jóvenes de ayer tenían las mismas inquietudes que los de hoy: los estudios, las fiestas, las novias… la Patria.
«Cuando entré al Instituto de La Habana los profesores de Historia nos decían que Martí había estudiado allí. Por ellos empezamos a conocer a Villena y Pablo de la Torriente. Esos maestros eran mayores y se tomaban el tiempo de enseñarnos a valorar nuestras raíces. Por eso son sumamente importantes los encuentros con las diferentes generaciones».
Los jóvenes se parecen a su tiempo—advirtió Lazcano—. Los de hoy no tienen las mismas formas de hacer que los de antes, pero sí los mismos principios. Por eso hay que darles tareas.
«En las manos de todos está la continuidad de la Revolución», resaltó Lazcano.