Este helado es una opción bastante buena por lo asequible del precio, al menos para nosotros los estudiantes, dice Lisandra Chaveco, una de las que degusta un frozen en la céntrica cafetería de G y 23.
«Pero solo a veces vale la pena comprarlo, pues en algunas ocasiones se asemeja al sabor de algún producto farmacéutico», agrega la joven, mientras una gota viscosa corre por su brazo derecho.
Un recorrido de este diario por varios puntos de venta del producto arrojó que los usuarios piensan que «lo más reprochable del frozen es lo «aguadito» que está la mayoría de las veces.
«En oportunidades tiene un sabor tan leve que apenas se percibe. Ahí radica su deficiencia mayor», refirieron las personas incluidas en el sondeo.
Muchos consumidores no comprenden por qué no tiene siempre la misma calidad: «Unas veces está muy bueno y otras no existe persona que lo pruebe».
En lo que va de 2009 la cifra de venta de helados frozen en la capital ascendió aproximadamente a 147 000 raciones, informó Rodolfo Alonso, especialista en Servicios gastronómicos de la Unión de Empresas de Comercio y Gastronomía de Ciudad de La Habana.
El especialista afirma que no existen razones para que este tipo de helado no tenga la calidad requerida, pues el polvo a partir del cual se prepara es importado y llega al país en bolsas selladas.
Alonso alega que aunque a todos los helados es necesario añadirles un poco de agua, pues no hay ninguno que deje de necesitarla, ello no está reñido con la calidad que debería tener el producto.
Aunque los directivos de la Unión de Empresas de Comercio y Gastronomía afirman que la calidad del polvo para estos helados es la adecuada, esa misma impresión no la tienen algunos que trabajan en las unidades gastronómicas.
Raidel Gutiérrez Leiva, administrador de la cafetería de G y 25, en el Vedado, afirma que la calidad no es la misma siempre, pues el polvo a partir del que se elabora el producto no es igual en todas las ocasiones. «Por eso algunas veces queda mejor y otras peor», sostiene.
Pese a las constantes críticas a los frozen, según asevera Mijail Pascual, elaborador y vendedor de esta misma entidad, diariamente se venden más de 400 raciones.
Según la estudiante universitaria Karlienys Calzadilla, la calidad depende del punto de venta. «Por ejemplo, yo los he consumido en G y 23, en G y 25 y en 23 y 12, y no son del todo buenos. Sin embargo, cada vez que voy a las afueras del cine Payret tengo que comprar más de uno. Allí los frozen son sabrosísimos. Y lo más importante: saben igual en todas las ocasiones».
El cubano siempre ha gustado del helado, entre otras razones porque lo demanda nuestro verano infinito, afirmaron algunas de las personas abordadas.
Pero al parecer los frozen tienen ante ellos otro peligro, además de la falta de calidad. Las máquinas que producen este tipo de helado emulsionado fueron importadas desde Alemania e Italia hace más de 20 años, y por lo tanto sufren de frecuentes roturas.
Las piezas para su reparación son bastante caras. Y los artefactos, que parecen salidos de alguna copia de la máquina del tiempo, solo son salvados por la pericia innovadora de los técnicos, quienes tratan de solucionar cada problema. «Hace algunos años existían 77 máquinas, pero 15 de estas ya son historia debido a la falta de piezas y personal calificado para su reparación», explicó el especialista Rodolfo Alonso.
En la actualidad existen 62 equipos de frozen brindando servicios en los 15 municipios de la capital.