Las Tunas.— De todos los temas debatidos durante la sesión plenaria de la asamblea de la Unión de Jóvenes Comunistas en esta provincia, el de la batalla económica y su implicación en el accionar cotidiano de la militancia —una tarea de inusitada trascendencia que demanda la máxima prioridad de la organización— constituyó uno de los más recurrentes.
No se trata solamente de producir bienes de consumo o de ofrecer servicios de excelencia. Lo percibí cuando intervino Rolando Varela, delegado del Centro Universitario Vladimir I. Lenin. Dijo, entre otras cosas: «Nosotros formamos y entregamos recursos humanos en ocho especialidades. Esa es parte de nuestra batalla económica. Y la estamos librando».
Sin embargo, admitió que la encomienda suele chocar con impedimentos, como el de convencer y comprometer a los recién graduados a trabajar y desplegar su competencia en los lugares donde existan más problemas y puedan ser más útiles. La situación se agudiza en los comités de base de los años terminales a la hora de las ubicaciones, pues algunos las rechazan si no se corresponden con sus expectativas.
Miriam Yanet Martín, presidenta de la Organización de Pioneros Jose Martí y miembro del Buró Nacional de la UJC, aseguró que este tema debe ser llevado muy de cerca por la UJC. «Cuando el estudiante entra a la universidad hay que explicarle cuánto le debe él a la Revolución y qué espera de él la Revolución. Así, la primera educación tiene que ser político-ideológica para luego comenzar a echar las bases de la educación económica».
Ismael Cruz, primer secretario de la UJC aquí, exhortó a la formación de conciencia económica desde la universidad. Añadió que hay escasez de fuerza calificada en el sector productivo, donde, por cierto, está hoy el 47 por ciento de las organizaciones de base tuneras. Y se preguntó: «¿Qué debe hacer entonces la Juventud en un centro de Educación Superior?». Sugirió identificar con claridad qué profesionales necesita hoy el país. Citó la Ingeniería agrónoma, una especialidad con muy pocos estudiantes en las aulas.
Pero este propósito, obviamente, desborda la mera vocación de un estudiante por una carrera. Precisa, sobre todo, de acciones combinadas para que el mismo se sienta motivado desde el acceso a la bibliografía más actualizada sobre su especialidad hasta las prácticas laborales que realiza en las empresas. Si el joven no es atendido y justipreciado, será un candidato de fuerza a reorientar sus propósitos académicos o a abandonar el camino de los libros.
El tema de la batalla económica tomó otros derroteros no menos actuales. Hilder Torres, también miembro del Buró Nacional de la UJC, se cuestionó por qué muchos comités de base no debaten en sus reuniones los planes de producción de sus empresas: «¿Por qué no se analizan con hondura en los que tienen a la economía como actividad fundamental? Así no lograremos jamás una cultura económica sólida». Y agregó en referencia a las Brigadas Técnicas Juveniles: «Las BTJ no existen solo para organizar talleres, sino también para preocuparse por quienes no tienen la posibilidad de superarse».
Una experiencia muy interesante en materia de educación económica fue expuesta por Yanelys Machado, del instituto preuniversitario en el campo del municipio de Majibacoa. Según sus palabras, la UJC en su centro se ha colocado a la vanguardia en ese aspecto. Así, periódicamente organizan encuentros donde se hace saber al colectivo cuánto vale cada recurso escolar, cómo deben utilizarse racionalmente, qué importancia reviste ahorrarlos... Y se valen, además, de murales, exposiciones y conversatorios. La iniciativa ha tenido excelentes resultados en todos los sentidos.
La asamblea tunera, que ratificó en el cargo de primer secretario a Ismael Cruz, fue concluida por el miembro del Comité Central del Partido Jorge Cuevas Ramos, primer secretario de esta organización en la provincia, quien expresó que en estos tiempos «la juventud debe ser también protagonista en la batalla por producir más, y una abanderada permanente por el incremento de la producción».