Gloria Pérez Rivas no ha olvidado el crimen que presencío con ocho años. Rafael Trejo González —Felo— nació en San Antonio de los Baños, La Habana, el 9 de septiembre de 1910, y en 1919 se trasladó a la capital, a la barriada de La Víbora, a una casa de la calle Jesús del Monte, entre Luz Este y Altarriba.
Sus tres primeros años de bachillerato los cursó en el Colegio de Belén —donde luego estudiaría Fidel— y el cuarto en el Instituto de La Habana, donde había estudiado José Martí.
Por enigmática coincidencia, ingresó a la Universidad de La Habana en 1927, un 30 de septiembre, hace 80 años.
Matriculó Derecho, como se ha dicho, «para defender algún día a los pobres y los perseguidos».
Al ser herido de muerte en el hígado, cumplía el tercer año como estudiante universitario y era el Vicepresidente de la Facultad de Derecho. Antonio Díaz Baldoquín, un compañero universitario, intentó en vano quitarle el revólver al policía. Trejo fue llevado al Hospital Emergencias y operado de urgencia. Otro compañero, Ángel López Sosa, le donó su sangre. Murió con una incontrolable hemorragia interna, pocas horas después, el primero de octubre, a las 9:30 de la mañana.
Raúl Roa comentaría luego que la muerte de Trejo era «una efemérides de genuino rango histórico»; y Pablo de la Torriente Brau recordaría esa fecha como un día «doloroso, inefable y triste».
Fue atleta, nadador, remero de la Universidad de La Habana y ajedrecista, y hablaba un perfecto inglés, tocaba violín y piano y cantaba con voz de barítono.