Dayana Rodríguez y su familia sonríen de nuevo a la vida. Foto: Olga Lidia Vilató CAMAGÜEY.— Dayana Rodríguez Cervantes nunca pensó que con sus cortos 11 años mantendría en vilo al sistema de salud de esta provincia. Residente en el poblado de Martí, del municipio de Guáimaro, la niña llegó al pediátrico Eduardo Agramonte Piña, con una peritonitis provocada por una apendicitis aguda, con cinco días de evolución.
«Tras recuperarla, desde el punto de vista de su frecuencia cardiaca y respiración, hubo que intervenirla quirúrgicamente y mantenerla en terapia intensiva, pues debido a un síndrome compartimental, o intraabdominal (le aumentó la presión dentro del abdomen) fue preciso operarla nuevamente».
Así lo explicó a JR el doctor Raúl Sánchez, cirujano que estuvo a cargo del caso, quien informó además que para disminuir la presión a la paciente hubo que ponerle una malla, utilizando la técnica de abdomen abierto.
La vida de Dayana dependió entonces de un grupo multifactorial integrado por intensivistas, personal de enfermería, anestesiólogos, quemólogos, el personal de farmacia y hasta el de la administración, pues se requirió con urgencia de un medicamento en La Habana que fue buscado inmediatamente.
«Las perforaciones en el intestino fueron varias, agregó el galeno. Presentó, además, una fístula entero laparostómica o entero-atmosférica, que se desarrolló dentro del abdomen abierto sin piel circundante», anomalía que, según confirmó el doctor, en el caso infantil no está descrita en la literatura, ni se tienen reportes anteriores a ella en la provincia ni el país.
«La fístula se resolvió con su cierre quirúrgico y la aplicación de una cubierta de piel sobre el intestino para aislarlo de la atmósfera, con un injerto, pues no había estructura para cubrir esa sutura de la lesión, que por otra parte, no pudo ser controlada de otra forma. Fueron muchos los profesionales desvelados y ocupados con este caso durante cinco meses y siete días.
Vital fue, al decir del especialista, el apoyo de otros colegas del hospital y también de los del Amalia Simoni y el provincial Manuel Ascunce. «Recibimos ayuda sobre todo en los diferentes puntos de vista del caso, incluso los quemólogos del Provincial fueron los encargados del injerto.
«Ella llegó aquí a los cinco días de su cumpleaños, era muy duro aquello...», expresa el doctor, especialista de Segundo Grado en Cirugía.
Idalys Cervantes, madre de la niña, y Lázaro Hernández, el padre, aún pueden dibujar cada detalle de aquellas interminables horas de preocupación y desvelos para salvar a su única hija. «En realidad tenemos que agradecer infinitamente, la solidaridad fue unánime.
Con el desenfado propio de la edad, cual si solo se tratara de una travesura, el pesar se aleja hoy del rostro de Dayana. En lo adelante, confiesa, siempre llevará consigo el cariño por todos los que la devolvieron a la vida.