Una foto, una historia
Dicen que China es el país que ocupa el primer lugar en viajes turísticos internacionales, con 128 millones de viajeros —nada extraño teniendo en cuenta que su población es de 1 381 millones—. También dicen que es el más gasta, pues con un aumento del 25 por ciento sus turistas sacaron del bolsillo 292 000 millones de dólares —lo que tampoco tiene nada de anómalo por la fortaleza de su economía y de su moneda.
Los datos oficiales recién dados a conocer por el Buró Nacional de Estadísticas, revelan que en este primer semestre de 2017 el Producto Interno Bruto (PIB) del gigante asiático punteó en 6,9 por ciento y se traducen en 5,62 billones de dólares.
Viento en popa y a toda vela, China también ha desbancado a España por ingresos de turismo y, hoy por hoy, es el segundo del mundo con 114.000 millones de dólares. El primer lugar lo ocupa Estados Unidos; aunque Francia se mantiene como el primer destino acápite donde China ocupa el cuarto lugar con 56 886 000 de turistas foráneos en 2015, según las estadísticas de la Organización Mundial del Turismo.
Si hago esta introducción tan numérica sobre la industria sin humo, es porque China tiene tres elementos claves para tal auge: naturaleza, cultura e historia. De todo le sobra para mostrar y disfrutar, y en ese avance, tanto para el recreo de su propia población como para el de los foráneos, no solo son atractivos la Gran Muralla China, la Ciudad Prohibida, o los Guerreros de Terracota de Xian.
En China las montañas siempre han sido lugares especiales de actividades religiosas; a ellas se peregrina y se les rinde respetos. En sus tradiciones, los emperadores tenían el deber de acudir a las montañas sagradas para rendir culto o enviaban a sus representantes para reafirmar que eran mandatarios celestiales y en esas alturas se encontraban más cerca del cielo.
Hoy por hoy, ese peregrinaje sigue efectuándose hacia los templos que tienen sitio en los collados, pero también constituyen un escenario-moda que se va imponiendo en la actividad turística, en especial para quienes gustan, además, de la aventura. Los fabulosos cerros muestran su altura, y algunos se convierten en atractivos peculiares, como las montañas de la provincia Shaanxi, en el noroeste del enorme territorio asiático, donde ocupan un lugar privilegiado la montaña Shaohua.
Allí pueden ver el templo Qianlong e ir bordeando la montaña para ver no solo hacia los lados el magnífico paisaje, también lo que está bajo sus pies, pues el camino es de tablones, pero el suelo es de cristal, y los paseantes se toman fotografías realmente fantásticas en los acantilados de este nuevo proyecto turístico que no es el único y satisface las emociones fuertes de aquellos que no tienen miedo a la alturas.
En China también está en uso, sobre todo en verano el Haohan Qiao o el Puente de los Héroes, que se considera el más largo del mundo con piso de cristal, pues tiene 300 metros de largo y está situado a 180 metros de altura en el Parque Geológico Nacional Shiniuzhai, en la provincia de Hunan.
En este viaducto, los originales tablones de madera fueron sustituidos por placas dobles de cristal de 22 milímetros de grosor, a prueba de casi todo tipo de impactos y que puede soportar hasta 150 personas al mismo tiempo, pero por seguridad, sólo se admiten como máximo 50, según informaciones para los curiosos.
Ya China construye otro puente aun más largo, también en Hunan, el cual tendrá una longitud de 430 metros, con 6 metros de ancho y sobre un cañón a 300 metros de altura.
Y entre las cinco montañas sagradas chinas, la de Hua Shan, igualmente en la provincia de Shaanxi, se presenta como la no apta para cardiacos. Está calificada como el paso más peligroso del mundo y su sendero es de madera a miles de pies del suelo. Escalofriante, ¿no es cierto?
Yo confieso que es una atracción a la que no me atrevo, pero les dejo las fotos tomadas en estos dos espectaculares pasos de cristal para que los disfruten. Y les añado este otro dato del turismo en China: dos de cada tres de sus habitantes consideran que viajar es parte esencial de la vida.