La tecla del duende
En Guaracabulla se saca agua de los pozos para tomar o refrescarse. Las matas de mamoncillos están repletas y con solo alargar el brazo uno termina con los que apetezca Las calles conducen hacia sitios con ese soplo campestre y cautivador. Y las cafeteras se preparan casi sin ayuda cuando ven llegar guaguas llenas de tecleros. Pero lo más indescriptible son las personas. Y no por su apariencia, sino por lo que no denotan a simple vista (que, como se sabe, es lo esencial).
Antes de comenzar la historia de lo ocurrido el pasado 6 de abril —cuando una representación de los que amamos y soñamos con la Tecla del Duende emprendimos el viaje hacia el centro de esta tecla en forma de caimán— tenemos que escribirle a la representación de una provincia especial: a las tecleras holguineras, que compartieron suspiros telefónicamente porque la suerte (si es que se le puede llamar así) dispuso que las extrañáramos esta vez. Pero las muchachas de Holguín consolarán su ausencia haciendo más extraordinario su próximo encuentro.
Y claro que se les extrañó. Pero cuando vimos aparecer a la Toyo (conocida en pocos lugares como Teresa) en una guagua llena de espirituanas orondas por el aniversario 500 de su ciudad, entonces supimos que la competencia de oralidad (y toda la jornada) tendría otro sabor. La unión entre los capitalinos (comandados por el Cañón), las cumpleañeras de Sancti Spíritus, la omnipresencia de las holguineras y el montón de guaracabullenses y allegados de Placetas garantizaría el merecido homenaje a Onelio Jorge Cardoso y Samuel Feijóo con las historias de monte adentro.
Cuentan los avezados en estas expediciones que cada vez se hace mayor la jornada que prepara el pueblo para estos días. Por esa razón el encuentro de historias tuvo que esperar, aplazado por todas las excursiones organizadas por los lugareños, que fueron armando un recorrido en el tiempo (a corto y largo plazo).
Las memorias más recientes estuvieron a cargo del fotógrafo Jorge Luis Brito, quien preparó una serie de imágenes de su terruño y de las fiestas que han consagrado ese lugar del centro de la Isla como la capital de la Tecla.
Los recuerdos más añejos (descubrimientos para unos, reencuentros para otros) corrieron a cargo de Isis Casas, moradora que expuso en su portal las muestras de un amor inmenso por la historia doméstica más intrincada. Cada pieza que nos enseñó con sano orgullo era la prueba de alguien que gusta de amar las pequeñas cosas.
Allí, en los predios de su casa, vimos una toalla intacta desde la campaña electoral de Menocal en 1913, tomamos el café de una de las cafeteras más singulares que se haya visto y manoseamos (entre ansiosos y nostálgicos) revistas y recortes del pasado siglo.
Pero lo mejor (además de la exquisita caldosa de la Casa de Cultura Guillermo Cabrera Álvarez, que siempre honra al Guille de todos, al eterno teclero mayor) fueron las diferentes olimpiadas que se sucedieron en el círculo social de nuestra Guaracabulla querida. Porque no fue solo la competencia de oralidad anunciada, sino que hasta baile hubo para que la Toyo y compañía demostraran sus dotes corporales y carismáticas. Incluso para que fueran premiadas.
Pero como para el evento de los cuentos había entrenamiento de antemano y todo, Samuel Feijóo y Onelio Jorge Cardoso —quienes, como alguien dijo, de haber estado entre nosotros ahora fueran tecleros— se han de haber sentido complacidos de retoñar entre amantes de historias de monte adentro.
Con la picaresca gracia, y una sencillez y profundidad a prueba de público aclamador, Román (metido en su personaje de Juan Candela) consiguió el premio de la popularidad. Con los primeros lugares y las menciones se alzaron las invencibles Digna, Julia, Mayerín y Nayeris (naciente teclera que lanzó con atrevimiento su cuento campestre).
Así acabó el encuentro de este año. Y comenzó el nuevo ciclo de nuestra Tecla. Esa que se renueva, crece y se desborda de acuerdo a nuestras capacidades de soñar y amar. Por eso siempre está naciendo.
La tertulia capitalina no se reunirá en julio y agosto, y recesa hasta el segundo sábado de septiembre.