Los que soñamos por la oreja
El trío villaclareño Alter Ego fue protagonista de unos de los dos conciertos. Es altamente reconfortante comprobar la buena salud de la programación de conciertos en la capital cubana. En recientes jornadas se han sucedido en esta ciudad varias presentaciones de primer nivel. A esto ha contribuido el hecho de que un espacio como el de la sala teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, ante la intensa demanda tanto de artistas como de público, ha ampliado su programación de funciones musicales, que ya no solo se limitan a los ya sistemáticos encuentros de los sábados, sino que se están extendiendo paulatinamente a jueves y domingos.
Hoy quiero referirme a dos de esos conciertos a los que pude asistir, después de verme en la grata disyuntiva de tener que escoger entre más de una opción, algo que debería ser lo habitual, no ya en Ciudad Habana sino en todo el país. El primero de los recitales al que me referiré, estuvo a cargo del guitarrista Rey Ugarte. La presentación del instrumentista y sus invitados puede catalogarse como una función donde, desde el punto de vista del repertorio manejado para la ocasión, hubo de todo. Rey es uno de los pocos músicos que en la actualidad, en el ámbito de la guitarra en Cuba, desarrolla una línea de concierto dentro de los códigos de la llamada música popular. Así, en su cercana función, Ugarte interpretó, además de composiciones suyas, piezas de figuras como Marta Valdés, Yusa y Danays Bautista, y una que otra versión de clásicos internacionales.
En el material que le escuchamos, se pudo comprobar la fuerte influencia que en el estilo de Rey ejercen la música brasileña y célebres compositores y ejecutantes de aquel país, como el carioca Toquinho. Igualmente, Ugarte se proyecta siempre desde una perspectiva muy jazzista, que traspola incluso a su quehacer como virtuoso guitarrista acompañante de canciones, algo que también hiciese en su reciente concierto, y que a la perfección se ejemplifica con su trabajo en el álbum Doce boleros míos, junto a la admirada Marta Valdés, una clase en el manejo del instrumento de las seis cuerdas. Por último, felicitar a los músicos invitados, en especial a los guitarristas Adolfo Florián (atención con este nombre) y Danays Bautista, así como el percusionista Carlos Estévez y la flautista Majela Herrera, alguien que cada día toca mejor.
El otro concierto del que hablaré, estuvo protagonizado por los santaclareños del trío Alter Ego. Esta es una agrupación atípica en nuestro contexto, pues se integra por laúd, tres y guitarra. Con dicha estructura, la formación dirigida por el laudista Diego Santiago, a quienes se añaden la guitarrista Esther Martínez y el tresero Abdel Almeida, persigue la búsqueda de nuevas sonoridades en la interpretación de los géneros de la música cubana, tanto en el ámbito culto como el popular. De ese modo, los conocidos como instrumentos de plectro y que en lo fundamental han sido utilizados en nuestra música campesina y tradicional, adquieren otra dimensión sonora.
En su pasada función, el trío interpretó un repertorio de diferentes autores, como Alejandro García Caturla, José Antonio (Guajiro) Miranda, Norberto Rodríguez y, sobre todo, Eduardo Martín, alguien que posee la virtud de que en sus obras se respira un espíritu de integración total, donde las fronteras entre una u otra tendencia de la música se rompen. Esto se comprobó en piezas como Suite Habana, Sonido a contra luz, Sones y flores (escrita en coautoría con Gualfrido Domínguez, otrora compañero de Eduardo en el recordado dúo Confluencia), Mirándote y Para soñar contigo. En todos estos temas, Alter Ego respetó las reglas de juego de la música de cámara y así, ninguno de los tres músicos intentó irse por encima de los restantes, sino que cada uno procuró contribuir con su quehacer al destaque de una sonoridad colectiva.
Sobresaliente en el concierto fue también la intervención de los invitados, la trovadora villaclareña Yaíma Orozco, apta ya para empeños mayores, y el dúo de guitarras Raíces, formado por Galy Martín y Alberto Aguiar, a quienes el audio no les acompañó del mejor modo. En resumen, estos fueron dos conciertos de esos en los que al salir, uno tiene que dar gracias porque en la vida exista la maravilla de la música.