Inter-nos
De vez en cuando revisan su postura militar y este ha sido el caso siguiendo las órdenes de su máximo comandante, el presidente Barack Obama. El Pentágono presentó un nuevo plan guerrero, y obtuvo el visto bueno, según dicen porque ha sido austero, pero la realidad es otra.
Ni sobrio, ni frugal, ni muy parco en los gastos; pero sí bien estudiado para sus guerras actuales y futuras, con dos propósitos: emplear menos hombres —lo que implica menos paga regular y también quitarse de encima los multibillonarios pagos a los veteranos, sobre todo los de la atención a mutilados y discapacitados física o mentalmente— y fomentar un desarrollo de armamentos robóticos y de técnicas muy avanzadas que les den superioridad evidente sobre los adversarios.
Y en lo referido a «menos efectivos militares» hay una mentirita solapada, porque Washington está suplantando a sus uniformados por los ejércitos privados conformados por mercenarios que hacen ahora las veces de las fuerzas de tierra convencionales, a las que amparan los bombardeos de los drones.
El plan fue revelado —hasta donde lo admite sus múltiples secretos, crímenes y suciedades de guerra— en la primera semana de este 2012, y reafirma las intenciones de una nación erigida en policía del mundo.
La reducción en gastos es una ilusión óptica para obnubilar a los desangrados contribuyentes, que este año acuden a las urnas para votar por quien debiera representarlos en la Casa Blanca. El propio discurso de Obama daba prueba de ese espejismo y de las promesas falsas respecto al presupuesto del Departamento de Defensa, que será aproximadamente de 523 000 millones de dólares, y esto no incluye las guerras actuales que siempre han ido por un presupuesto adicional, el armamento nuclear, los subsidios en ventas de armas al exterior —a Israel, por ejemplo.
Un artículo en el sitio Other Words revela que el presupuesto estadounidense es simplemente mayor que los 14 que le siguen sumados todos juntos. Según los entendidos, apenas será del cuatro por ciento la proclamada reducción de gastos y téngase en cuenta la contradicción expresada por el propio Obama cuando en su discurso dijo: «Continuaremos creciendo, porque tenemos las responsabilidades globales que demandan nuestro liderazgo». «Responsabilidades» y »liderazgo» que se han autoadjudicado en su interés por dominar al planeta y hacerlo a su gusto y conveniencia.
Aun cuando los precandidatos republicanos y los legisladores de ese partido acusan a Obama de debilidad en el capítulo de la defensa, nada tiene que ver con el mundo real y mucho con la campaña electoral en la que no pocos de ellos han prometido desde bombardear y llevar en la punta de los cañones la «democracia» a Siria, hasta que regresarán las fuerzas ocupantes a Iraq…
Estados Unidos, que a la sombra de la Segunda Guerra Mundial y sobre todo de la Guerra Fría militarizó su economía y su política, no ha movido ni un ápice esa dirección que fomentó lo que el entonces presidente Dwight Eisenhower llamó «el complejo militar-industrial». No tienen otra lógica que la guerra, la guerra, la guerra, a pesar de que quien aspira a la reelección exprese de boca para afuera que repudia los años de su predecesor, pero no se atreve, ni puede, cortar ese nudo gordiano.