Acuse de recibo
El pasado 12 de junio, y desde Rancho Veloz, en el municipio villaclareño de Corralillo, el doctor Federico Rivero Álvarez contaba aquí que está jubilado con una pensión de 2 368 pesos, y es Máster en Medicina Natural y Tradicional, y, además de los procedimientos naturales que aplica, realiza tratamientos con picaduras de abejas (apipuntura), con lo que puede mejorar o curar diversas afecciones sin necesidad de fármacos, cuya existencia no es estable. Además, tiene dominio de Rayos X, Farmacología y Electrocardiografía.
Federico decía que aún puede serle muy útil al pueblo de Rancho Veloz, pero en la sala de rehabilitación del policlínico le han comunicado que no hay plaza para él, pues la que ocupaba antes de jubilarse sencillamente desapareció.
Tramitó su preocupación con el Gobierno y otras autoridades en el municipio de Corralillo. Pero no logró que lo recontrataran, con tanta necesidad económica que tiene. De su currículo profesional destacaba la misión médica que cumplió en la República de Haití por tres años, desde marzo de 2012 hasta abril de 2015.
Al respecto, responde la doctora Yadira Aday Aguado, directora municipal de Salud en Corralillo, que al doctor Federico durante 2023 se le ofreció reincorporación al Sistema de Salud en el policlínico Mártires del 11 de Abril, ubicado en la cabecera municipal, y así comenzar sus servicios en el consejo popular Motembo, que se halla a una distancia de 20 kilómetros de la localidad.
La razón es que en Rancho Veloz actualmente hay exceso de personal médico para cubrir esa unidad asistencial, por lo cual se ven obligados a trasladar médicos en calidad de prestación de servicios desde esa zona hacia el policlínico de Corralillo, al presentarse déficit de personal calificado en el Hospital Psiquiátrico Aurora Rivero y en la referida unidad asistencial.
«Como estrategia de trabajo, afirma, se ha tratado de potenciar el completamiento de la plantilla en la zona más afectada, dada la carencia de recursos humanos y las limitaciones que existen para brindar un servicio de calidad a sus pobladores».
Y dicha plaza, señala, el doctor Federico no la aceptó, al no querer trabajar distante de su lugar de residencia, algo que si bien es compresible por su edad, no existe posibilidad real de ser ubicado en su localidad.
Esas inquietudes, agrega, le han sido respondidas al galeno en múltiples ocasiones, tanto por las autoridades gubernamentales municipales como por la Dirección General de Salud en Villa Clara.
Y precisa que el Doctor «solo acepta trabajar en plazas que estén vinculadas con la rehabilitación, las cuales no se encuentran aprobadas en el anexo 14, además de querer utilizar métodos de tratamientos no protocolizados ni aprobados por el Sistema Nacional de Salud Pública cubano».
Jorge Cuesta Rodríguez (Corrales, No. 554, entre Antón Recio y San Nicolás, La Habana Vieja, La Habana) refiere que, con motivo de la reciente avería que afectó a ese y otros municipios de la capital en el suministro de agua, faltó comunicación sistemática. Al menos esa fue su experiencia.
Refiere que el primer día en la noche, al ver que el agua no entraba, empezaron a llamar por el número habilitado por Aguas de La Habana. Y, para su sorpresa, en ningún momento nadie salió al teléfono indicado. Ni en el Noticiero de Canal Habana se informó nada.
Señala que en su caso, se habló con el operativo de guardia del Gobierno Municipal de La Habana Vieja, quien alegó desconocer para cuándo se solucionaría el problema, y comentó que no era el primero en llamar al respecto.
Al final, los días 23 y 24 de junio llegó el agua. Y el 26 de junio no entró el agua. El teléfono de Aguas de La Habana dando timbre y no salía nadie. Ninguna información, y suponían que estuviera roto.
«Solo me quejo de la falta de información, manifiesta, todo ello a pesar de lo orientado por la máxima dirección del país. Lo hago saber para ver si este problema de comunicación de Aguas de La Habana con sus clientes se resuelve», concluye.