Acuse de recibo
El pasado 2 de julio, Rafael Machín Pumarol alertaba aquí que hace 14 años vive en el reparto 26 de Julio, de la ciudad de Bayamo, con un déficit preocupante: la gran mayoría de los residentes allí no cuentan con servicio de agua. Nunca lo han tenido, pues ni siquiera existen las tuberías.
Los pocos afortunados, añadía, reciben el líquido de otra cuadra, con mangueras. Como si fuera poco, el agua que llega es salada, solo sirve para limpiar y fregar. Y para agravar más el panorama, los tractores con pipas han dejado de ir allí a echar agua dulce, por la situación del combustible.
Al respecto responde Aristónico Alarcón Contreras, director general de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Granma, que en visita realizada allí por especialistas de Recursos Hidráulicos en Granma y de aquella entidad, se pudo comprobar que persiste la referida dificultad con el abasto de agua.
«Se le explicó al promovente, precisa, que a partir de las afectaciones a nuestro sistema de abasto de agua, no hemos logrado completar los ciclos de tiro de aguas en pipas, y les dimos disculpas por las molestias ocasionadas. Solicitamos que ante cualquier situación de escasez de agua en la localidad pueden dirigirse a nuestra oficina de Atención a la Población para tramitar sus quejas con la mayor brevedad posible. No obstante, se les abastecerá el servicio de agua en pipa con un ciclo mensual en la medida que las condiciones lo permitan».
Explica que la inversión en ese reparto se comenzó a ejecutar en 2015, y no ha sido posible su culminación por diferentes causas, fundamentalmente por la falta de capacidad constructiva, por lo que quedó ejecutada hasta la calle 14.
En el presente año, agrega, esta situación ha persistido, lo que ha imposibilitado la continuidad de la inversión. Para 2024 está conciliada con el constructor y se encuentra dentro de las propuestas para el plan de inversiones aprobado por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos», concluye.
Se agradece la respuesta, con la esperanza de que en 2024 se resarza esa vieja deuda con los vecinos del reparto 26 de Julio, porque lo triste es que una obra iniciada en 2015, cuando no había tanto déficit en el país, aún no se haya concluido. Aquellos polvos, no despejados cuando había más holguras, trajeron estos lodos en una situación tan carencial como la de hoy. Problemas de abandono en esa inversión, que no se esclarecen al dedillo en la respuesta de Aristónico.
Alfonso Fernández Otero (Calzada de Buenos Aires 56, Edificio 2, apto. 11, entre Consejero Arango y Leonor, Cerro, La Habana) sospecha que la estafa se está convirtiendo en una moda.
Cuenta que hace unos días compró un destupidor de inodoro en una tarima situada en Monte, entre Infanta y San Joaquín, a mediados de cuadra. Pagó 300 pesos, el 20 por ciento de la pensión de la madre de su hija.
Y el destupidor de marras apenas duró un día. La primera vez que lo usó, la goma se rajó completamente. Estaba podrida.
Fue allí dos veces a reclamar. Y a la tercera vez, dos empleados le informaron que no había devoluciones. Y le señalaron para un cartel colgado que lo decía, el cual no estaba el día en que él adquirió el destupidor.
Él pidió ver al dueño o responsable, y no estaba. Le dijeron que volviera otro día. Preguntó que día y hora y solicitó algún teléfono. Le dijeron que no había.
«Tengo 80 años con dificultades en la rodilla, hija impedida, y su madre y tutora de 81 años incapacitada. Somos familia vulnerable. ¿Se debe permitir que cualquier actor económico viole las normas elementales del comercio impunemente? ¿Quién me responde por esta agresión a mi economía y le exige al vendedor que cumpla con sus deberes? El orden, la disciplina y la ética no pueden acabarse», termina.